Las rencillas que desde hace meses hacen mella en el Partido Popular han estallado en el Gobierno de la nación. Hasta el momento, las crónicas de los desencuentros entre los miembros del Ejecutivo eran dadas a conocer a través de fuentes internas que enseguida eran desmentidas desde el Palacio de La Moncloa. Todo parecían invenciones periodísticas y relatos de política ficción que, para colmo, terminaban con un abrazo público en un intento de sacarle los colores a la prensa. Pero en esta ocasión ha sido diferente. Los protagonistas de la nueva guerra monclovita lo han hecho a cara descubierta. Cada uno en un medio de comunicación. Y ni la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha sido capaz de esconderlo.
El primero en desahogarse fue el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en una entrevista concedida al diario El Mundo. En ella no sólo reconoció que muchos de sus compañeros se avergonzaban de formar parte del Partido Popular, sino que además dirigió el dardo sin esconder nombres y apellidos. Atacó al presidente de Honor de la formación, José María Aznar, a su ya no tan admirado Rodrigo Rato, y a uno de sus actuales compañeros en el Consejo de Ministros, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, al que afeó su «arrogancia intelectual».
Pero si Montoro pensaba que Margallo no se iba a revolver, eso demostraría que efectivamente no conoce en absoluto a su compañero de partido. Este viernes, aunque esta vez en El Español, ha sido el turno del titular de Exteriores. Quien hace sólo unos días hablaba de Montoro como «el guasón», para restar importancia a sus declaraciones, ahora sí que se ha despachado a gusto. «Si eres un ágrafo y no lees… Yo he publicado libros todos los años. Decir que yo estoy congelado cuando yo hablé de la unión bancaria antes que nadie, de los eurobonos antes que nadie, de la reforma constitucional antes que nadie. Pues bueno…». «Yo presido el mundo en estos momentos. Él ha viajado a Andorra y Bruselas». Estas son algunas de las agradables perlas que dedica a su compañero de Gobierno.
El conflicto es tan evidente y público que ni la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, muy dada a no reconocer incendios internos, ha podido evitar pronunciarse este viernes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. La portavoz gubernamental ha evitado en todo momento valorar las declaraciones puntuales de ambos, pero no le ha quedado más remedio que mediar en esta agria guerra y prometer al electorado que en dos meses tendrá que acudir a las urnas que «no habrá más».
Dicho esto, y como habitualmente suele hacer, ha intentado llevar la discusión a su terreno y reiterar el argumentario oficial: los ministros tienen el mandato de Mariano Rajoy de trabajar «hasta el final de la legislatura», porque están «centrados en el crecimiento económico» y no tienen tiempo «para otro tipo de disquisiciones, que espero que no haya y no habrá más». Santamaría ha asegurado que el Consejo de este viernes ha transcurrido con «absoluta normalidad», y por si no colaba ha rematado indignada: «Hasta ahí podíamos llegar».
Otras 'guerras': PP vasco, Aznar y Cataluña
No ha sido una semana fácil, ni para el Gobierno ni para el PP. A este cruce de dardos públicos, se ha unido la crisis en el PP vasco, las nuevas advertencias de Artur Mas desde Cataluña y la siempre oportuna opinión de Aznar.
En esta ocasión, el expresidente del Gobierno se ha reivindicado a si mismo. Por si a alguien se le hubiera ocurrido pensar que él tenía parte de culpa en los resultados obtenidos por el PP el pasado 27 de septiembre en Cataluña, ha querido dejar claro que el llamado 'Pacto del Majestic' que le permitió alcanzar el Gobierno en 1996 con el apoyo de CiU, no interfirió en absoluto en el auge del independentismo. Santamaría no ha podido (o no ha querido) morderse la lengua esta vez: «Es muy respetable que los expresidentes, y en este caso el expresidente Aznar, reivindiquen su trabajo al frente del Gobierno en esas dos legislaturas, sus logros y los avances que la sociedad española pudo alcanzar entonces». Y ha recordado al expresidente, por si se le había olvidado, «lo difícil que es gobernar y tomar determinadas decisiones».
En lo que a Cataluña respecta, Santamaría tampoco se ha callado. Ha calificado de «barbaridad» la insinuación de Artur Mas sobre la posibilidad de desobedecer una eventual inhabilitación y no ha cerrado la puerta a aplicar el artículo 155 de la Constitución contra el presidente de la Generalitat en funciones. «La Constitución señala claramente cómo todos los gobernantes, incluidos los presidentes autonómicos, tienen que respetar la Constitución y velar por los intereses generales del conjunto», ha zanjado la vicepresidenta.
Tal y como era previsible, Santamaría no se ha pronunciado sobre la crisis del PP en el País Vasco. En lo que al Gobierno afecta -por tratarse de un ministro, Alfonso Alonso, que acaba de ser nombrado barón autonómico-, la 'número dos' del Ejecutivo ha aprovechado que tenía a su lado al responsable de Industria, José Manuel Soria, que también es presidente del PP en Canarias, para dar a entender que no habrá ningún cambio a ese respecto. Todo parece indicar que, de momento, Alonso compaginará los dos cargos.