La guerra sindical que se libra dentro de Adif y Renfe parecía tener una fecha señalada para que se produjera al menos una tregua: el 23 de octubre. Pero desde CCOO, el sindicato que encabeza las reivindicaciones del sector, comienzan a transmitir la idea de que posiblemente éste no sea el día en que finalicen las medidas de protesta. Es más, en la actualidad, las posturas en la negociación están «más alejadas que nunca» por el «inmovilismo de las empresas».
Los trabajadores de Renfe y Adif están llamados a parar hoy entre las 13.00 y las 15.00 horas y entre las 20.00 y las 22.00 horas, como cada viernes desde el 25 de septiembre. La única vez que faltaron a la convocatoria fue el día 9 de octubre por los robos de material que se produjeron en la línea Madrid-Barcelona. Ante estos paros, el Ministerio de Fomento tiene fijados unos servicios mínimos que garantizan la circulación del 72% de los trenes AVE Larga Distancia inicialmente previstos, entre el 50% y el 75% de los de Cercanías y de entre el 62% y el 65% de los de Media Distancia (regionales) y Feve. En el caso de Adif, los servicios mínimos fijan el número de trabajadores necesarios para que se puedan operar estos servicios ferroviarios.
«Contratar personal y un nuevo convenio colectivo son las dos grandes reivindicaciones del sector y el principal motivo por el que los trabajadores han realizado un seguimiento de la huelga del 84%», afirma José Luis Esparcia, responsable de prensa del sector ferroviario de CCOO. «Contratar a 70 personas cuando Renfe, por ejemplo, necesitaría más de 1.500 y ADIF 5.000, no es una solución», prosigue Esparcia.
«Paros totales»
La semana próxima, en la reunión general de empresa, «trataremos el asunto de continuar con las acciones» y valorar la posibilidad de que sean «más contundentes». «Ya no serían paros parciales, serían totales», afirman desde CCOO. Aunque todo rezuma un tufo negativo, Esparcia no cierra puertas a un posible acuerdo con las empresas, «aunque éste no sea al 100%».
El problema de de las negociaciones radica en el «inmovilismo» de las empresas y la «poca voluntad» para cerrar un acuerdo. «Desde hace más de 10 meses no nos reunimos, nos levantamos, nos volvemos a citar para otra reunión, pero el avance es nulo», espeta el dirigente sindical.
Por último, Esparcia defiende que la huelga «no es por pedir un aumento de sueldo», sino para «mejorar la calidad de un servicio que no para de deteriorarse».