El pasado 11 de diciembre, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se atrevió a proclamar públicamente el fin de la crisis. «La crisis ya es historia del pasado», llegó a decir durante la clausura del 'Encuentro Empresarial sobre el Plan Estratégico de Internacionalización y Mercados Prioritarios 2014-2015'. Entonces, la reacción enfurecida de una importante parte de la sociedad que aún siente que está padeciendo los devastadores efectos de la austeridad impuesta por Rajoy, obligó al PP a rectificar y reformular su mensaje. 'Aún queda mucho por hacer', fue el lema elegido por los conservadores para enfrentarse a las primeras elecciones del año. Pero este lunes, ocho meses después de aquellas palabras, con tres fracasos electorales a sus espaldas, un fuerte competidor que le roba electores y unas negras previsiones para el 20 de diciembre encima de la mesa, Rajoy se juega todo a sus 'logros' económicos y ya da por superada la crisis.
«Hoy España puede sentirse orgullosa porque ha sabido superar la peor crisis conocida sin permitir que nadie se quede al borde del camino». Así de exultante se ha mostrado el presidente del Gobierno durante el balance que ha hecho este lunes en el Palacio de la Moncloa después de presidir el Consejo de Ministros extraordinario que ha aprobado el Real Decreto de convocatoria de las elecciones generales del 20 de diciembre. Un balance que se ha centrado principalmente en la economía, que le ha servido para reafirmar su estrategia contra el desafío secesionista de Cataluña y en el que ha vuelto a pasar de puntillas por uno de los principales problemas que ha asolado a su formación durante los últimos cuatro años: la corrupción. Nada nuevo bajo el sol.
Ya en modo elecciones -en el que lleva desde el inicio del curso político-, y aprovechando que podría ser su última comparecencia como presidente del Gobierno, ha querido dejar constancia de sus 'logros': la relajación de la prima de riesgo ha permitido «ahorrar más de 20.000 millones en el pago de intereses»; el gasto en pensiones «ha aumentado en casi 20.000 millones»; se ha regularizado «la deuda de 75.000 millones que tenían las Administraciones Públicas con sus proveedores»; se ha pasado de destruir «1.430 empleos diarios en el año 2011 a crear 1.492 empleos en 2015»; hay «436.000 parados menos que al principio de la legislatura» y que el número de ocupados «ha vuelto a superar los 18 millones» y la lucha contra el fraude «ha permitido recaudar ya más de 41.000 millones en estos cuatro año de Gobierno».
Con estos datos sobre la mesa, Rajoy, que se ha negado a hablar de pactos postelectorales y sus rivales políticos, sí ha insistido en su habitual estrategia del miedo: «sería muy triste, muy duro y supondría una importante pérdida de tiempo darle marcha atrás a lo que el PP ha hecho en estos cuatro años de Gobierno». El líder de los conservadores, que sigue creyendo que es el mejor candidato 'popular' para presentarse a las elecciones, ha insistido en que él no gobernará si su lista no resulta ser la más votada.
El líder del Ejecutivo, muy reticente –como siempre- a especular sobre un hipotético pacto de Gobierno con Ciudadanos, sí ha querido pedir a los “ciudadanos que estudien bien qué es lo que creen que es lo mejor para su país”. “Voy a plantear un programa de Gobierno. Entrar ahora a discutir cómo va a haber que gobernar a partir del 20 de diciembre a mí no me gusta”, ha zanjado Rajoy, que en todo momento se ha negado a mencionar a Albert Rivera o a Ciudadanos en su intervención de este lunes. “No menciono a nadie porque vengo a hacer un balance. Sé que a mí me mencionan más. Es ley de vida y con ello me toca vivir mis días”, se ha lamentado.
Tampoco ha querido aclarar si está dispuesto o no a participar en un “debate a cuatro”. “Soy el político español que más ha participado en estos debates. Es mi medio natural”, ha dicho el presidente, que asegura que estará “donde proceda”, aunque ha advertido de lo importante que es el “orden”. “Aquí está el director de campaña del PP (Jorge Moragas) y me pongo a sus órdenes incondicionalmente, o no”, ha bromeado el líder de los conservadores.
Cataluña y corrupción
El Partido Popular aún no ha presentado su programa electoral, pero Rajoy sí ha insistido en que la reforma de la Constitución no estará entre sus compromisos. El presidente del Gobierno ha vuelto a insistir en que él está dispuesto a hablar «con todo el mundo», pero que «nunca» cruzará los «límites que marca la ley». «No puedo dialogar de lo que no me pertenece, ni yo ni nadie», ha dicho, y se ha referido a la soberanía nacional, a la igualdad de los españoles y sus derechos, que no son competencia del presidente ni del Parlamento, sino del pueblo español y «sólo el pueblo español en su conjunto puede decidir sobre ello».
Antes de que nadie le preguntara, Rajoy se ha referido al «desafío secesionista» como el «desafío a la legalidad democrática que ha fracturado a la sociedad catalana y que no tiene más fundamento que la deslealtad del Gobierno de la Generalitat con la Constitución de 1978, que le ha concedido las mayores cotas de autogobierno». Dicho esto, ha querido dejar claro que tiene previstos los mecanismos necesarios para reaccionar en caso de que el Parlamento catalán apruebe una declaración de independencia, pero ha confiado en que eso no se produzca. «En la ONU se ha aprobado en los últimos días un texto, con 193 votos a favor y ninguno en contra, a favor de la integridad territorial de los Estados. Por ahí va el mundo y espero que eso lo caben entendiendo todos», ha zanjado.
Un discurso mucho más determinante que el que ha hecho sobre uno de los grandes problemas que acecha a su partido político. Rajoy ha dicho ser consciente del «daño» que el 'caso Bárcenas', 'caso Gürtel', 'caso Rato' ha hecho a la percepción que los ciudadanos tienen de la política, pero se ha limitado al mismo discurso de siempre: la supuesta independencia que los «jueces, fiscales y la policía» tienen para juzgar estos casos y todas las medidas que su Gobierno ha puesto en marcha.