Mariano Rajoy ha comenzado a interesarse por la evolución de Ciudadanos y por su relación con el Partido Popular allí donde ambas formaciones mantienen pactos de Gobierno a raíz del complicado mapa político surgido de las últimas elecciones municipales y autonómicas. A menos de dos meses para las próximas elecciones generales, y con numerosas encuestas sobre la mesa que pronostican el meteórico ascenso de la formación que lidera Albert Rivera -algunas la sitúan como tercera o incluso segunda fuerza política- el presidente sondea ya entre los suyos el grado de fiabilidad del partido naranja, con vistas al día después al 20D.
Rajoy aún se niega en público a adelantar cuál será su estrategia postelectoral si el 20 de diciembre no logra los votos suficientes para volver a formar Gobierno. Pero tal y como ha desvelado este lunes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el presidente del Gobierno «se ha interesado por saber cómo era la relación (con Ciudadanos) y en qué forma se estaba concretando mas allá del acuerdo de investidura«. Así lo ha confirmado la presidenta madrileña en la rueda de prensa posterior al encuentro que ha mantenido en el Palacio de la Moncloa con el jefe del Ejecutivo central.
Cifuentes, que fue investida gracias al apoyo de los de Albert Rivera, ahora los necesita para sacar adelante el proyecto de presupuestos para 2016 que presentó la semana pasada. De ahí que haya aprovechado la comparecencia de este lunes para presumir de buena relación. «He transmitido a Rajoy mi experiencia de lo que supone gobernar en minoría con el apoyo de Ciudadanos, que es una relación muy satisfactoria», ha llegado a decir la dirigente 'popular'.
El discurso de la presidenta madrileña contrasta con lo que pensaba a principios del nuevo curso político, cuando aprovechó el balance de sus primeros 100 días al frente del Gobierno madrileño para cargar contra la formación que lidera Ignacio Aguado en la Comunidad de Madrid. Cifuentes se quejaba en septiembre de que el partido naranja votaba con la oposición en contra de las propuestas del PP en la Asamblea y, sin embargo, apoyaba todas las que planteaban el PSOE y Podemos. Entonces, el Gobierno en minoría no parecía tan buena alternativa.
Pero hoy todo es distinto. El PP no sólo necesita el apoyo de Ciudadanos para sacar adelante los presupuestos de la región madrileña. También es muy probable, siempre y cuando se cumplan los pronósticos de las últimas encuestas, que los necesite para seguir ocupando la Moncloa a partir del próximo 20D. Así que los 'populares' vuelven a cambiar de estrategia para hacer frente al efecto de Ciudadanos.
Unidos por «lo esencial»
Si hace dos semanas los de Albert Rivera se encontraban en las antípodas ideológicas del PP, ahora no sólo son buenos socios de Gobierno, como Cifuentes le ha transmitido a Rajoy. Además, es una formación a la que le «une lo esencial» con el PP, como ha añadido este lunes el vicesecretario de Comunicación de los 'populares', Pablo Casado, en la rueda de prensa concedida en Génova tras el Comité de dirección que ha presidido la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
Lo «esencial», ha asegurado Casado, es «la defensa de la unidad de España y el marco de convivencia» que fija la Constitución de 1978, y que varias formaciones como el PSOE, Podemos e IU han propuesto reformar. Al vicesecretario 'popular' le preguntaron este lunes si de la buena sintonía que presumieron el pasado viernes Rajoy y Rivera se podían dilucidar posibles pactos electorales, y pese a que Casado no ha querido confirmar tal extremo, sí ha dejado entrever que la disposición por parte de los conservadores vuelve a ser positiva. Atrás quedaron esas reivindicaciones de que Ciudadanos y PP no tienen nada que ver porque los de Albert Rivera «son de izquierdas». «Entre el PP y Ciudadanos siempre ha existido un cauce de diálogo», ha insistido Casado, quien ha eludido al apoyo de Ciudadanos en comunidades como Madrid y Murcia.
Hace dos semanas, el mismo Pablo Casado advirtió a su electorado de que «las propuestas económicas de Ciudadanos se encaminan hacia la socialdemocracia y no hacia una economía de libre mercado como la que defiende el PP». Hoy resta importancia a este extremo, y deja como mera discrepancia entre ambas formaciones el tema de «los impuestos» y algunas cuestiones «morales», como el debate sobre el aborto, la eutanasia y la prostitución.