La formación de Pablo Iglesias, muy tocada según las últimas encuestas, que le dan un 10,8% de los votos, ha optado por transmitir un giro al centro. Si es real o se trata sólo de un movimiento táctico, está por ver. A poco más de un mes para las elecciones generales del 20D, el ambiente de preelectoral preside toda la acción política y Podemos ha activado una impactante campaña de presentación de sus futuros 'ministros' en un intento por transmitir que no son un partido antisistema.
Ilustran este cambio de rumbo del partido la neutralización de sus elementos menos moderados de Euskadi y Cataluña y sus nuevos fichajes estrella. Primero fue Julio Rodríguez, ex jefe de la cúpula militar de la legislatura de Zapatero a las órdenes de Carme Chacón. Este martes trascendió la incorporación del constitucionalista Javier Pérez Royo, que fue asesor de los gobiernos de Felípe González y de Manuel Chaves y que ahora se ha sumado a la formación morada.
Un doble golpe para los socialistas. Por un lado, asisten atónitos estos días al desfile de colaboradores de su partido que deciden desvincularse del proyecto de Pedro Sánchez para pasar a engrosar la formación que dirige Pablo Iglesias. Por otro, perciben que Podemos consigue, a base de incorporar a personalidades de peso, moderar su imagen con vistas a pescar votos en un electorado que el PSOE también tiene en su punto de mira.
Podemos busca el voto de las clases medias, ligadas tradicionalmente al PSOE y por los que ahora pelean también los socialistas y Ciudadanos. Según el último barómetro del CIS, solo el 9,9% de las clases medias -administradores, profesionales liberales y trabajadores del sector servicios- apoyaría a la formación morada.
Menos radicales
El equipo de Iglesias ha rebajado la dureza de su discurso para dar mayor visibilidad a las medidas menos radicales de su programa electoral. Como ejemplo, destaca su reivindicación de una renta mínima, que ha pasado a un segundo plano y ha sufrido un cambio de denominación. Al mismo tiempo, han lanzado una serie de propuestas moderadas para contentar a colectivos como autónomos y pequeños empresarios. Así, prometen «establecer cuotas a la Seguridad Social porcentuales y progresivas en función del rendimiento neto para los autónomos que facturen por encima del salario mínimo y alta gratuita para aquellos que facturen por debajo del salario mínimo» y preparan una Ley de Segunda Oportunidad para PYMES y autónomos.
Paralelamente, Podemos ha facilitado la salida de la cúpula de su formación en Euskadi, cuyos líderes acusaron a la dirección nacional de aparcar su esencia en aras del «asalto al poder». Y el pasado martes obligaron a uno de sus diputados en Cataluña a acatar la disciplina impuesta desde Madrid y votar en contra de la declaración secesionista que aprobó el Parlament.
Los líderes de la formación se han ayudado últimamente de un mensaje de cercanía y comprensión hacia quienes peor lo están pasando y menos racional, en el que las apelaciones a los datos económicos son menores. Siguen las llamadas al «sentido común» que tanto les caracterizaron en sus primeros discursos, pero ahora las acompañan con una carga sentimental de temas propios. Carolina Bescansa, socióloga cofundadora de Podemos, llegó a soltar alguna lágrima al hablar de su hija en una carta dirigida a sus posibles electores en la que exponía sus motivaciones para votar al partido.