Cataluña seguirá sin Gobierno hasta nueva orden. Artur Mas pierde la segunda votación para ser investido nuevo presidente catalán. Dos 'noes' en dos días. Y no será porque el presidente catalán en funciones no lo haya intentado. Artur Mas lleva desde el pasado 28 de septiembre inmerso en una intensa cruzada por conseguir la presidencia, pero aún no ha logrado ver la luz al final del túnel. Tras no lograr el pasado martes la mayoría absoluta requerida por la ley, hoy ha vuelto a la Cámara autonómica con su dignidad muy tocada.
Su «sensación de derrota» es absoluta, según fuentes cercanas al 'president'. Lleva seis semanas sometido a los deseos de la CUP y no ha conseguido otra cosa que dejar a Cataluña sin Gobierno durante varias semanas más. De hecho, ya ha hecho historia en el Parlamento catalán: es el primer candidato a la Presidencia de la Generalitat desde la restauración de la democracia que no logra ser investido en ninguna de las dos primeras votaciones.
Artur Mas no consigue ni ser investido con la mayoría simple. En esta ocasión le valía con dos 'síes' y 8 abstenciones, pero ha sido incapaz de convencer a sus únicos posibles aliados: la CUP. De nuevo, la votación ha resultado un fracaso: 73 'noes' frente a los 62 'síes' de Junts pel Sí. Es evidente, que la humillación a la que se está sometiendo el presidente en funciones no es suficiente para alcanzar el trono. Un trono del que no quiere apearse bajo ningún concepto porque sería su final político; y así lo demuestran los movimientos desesperados de las últimas semanas.
Al presidente catalán en funciones no le ha valido con promover una resolución rupturista desobediente con las leyes estatales que podría costarle la inhabilitación. Tampoco le ha servido enemistarse con parte de su Ejecutivo, contrario a llegar a ese extremo. Pero lo peor de todo es que ni siquiera le ha valido rebajarse a nivel del suelo para lograr el apoyo de la formación más antagónica a sus intereses que jamás ha entrado en el juego político catalán.
Los resultados electorales del pasado 27 de septiembre ya demostraron que las ansias independentistas de Artur Mas habían dejado a Cataluña en manos de la CUP, cuyos 10 escaños serían fundamentales en el futuro más inmediato de la región. Y así ha sido. El convergente no sólo se ha pasado a la insumisión propia de cualquier formación antisistema, sino que se ha sumado a la ley del 'todo vale con tal de que me invistan presidente'.
Ceder poder
Este miércoles, Mas ofreció a la CUP un Gobierno coral en el que el más del millón y medio de votos de Junts Pel Sí valga lo mismo que los 336.375 obtenidos por la CUP. En concreto, su oferta consistía en ceder poder a tres 'macroconselleres': Una, encargada de los asuntos sociales en manos de Neus Munté; otra, de economía y empleo dirigida por Oriol Junqueras, y la tercera sobre relaciones internacionales, capitaneada por Raül Romeva. Y este jueves, el mismo día de la segunda votación, ha ofrecido someterse a una cuestión de confianza en diez meses para que la CUP tenga entonces la posibilidad de acabar con su gobierno si considera que ha incumplido sus compromisos.
Pero ninguna de las dos ideas han sido suficientes para que la CUP ceje en su principal objetivo: echar a Mas de la presidencia. La formación antisistema ya ha propuesto su solución para desbloquear esta situación: que el candidato a la presidencia no sea Artur Mas sino Raül Romeva. Pero tampoco parece un escenario plausible por el momento. Pese a la «sensación de derrota», que fuentes cercanas a Mas confirman a estrelladigital.es que siente el convergente, y su evidente pérdida de control de la situación, parece que el presidente catalán en funciones aún no está dispuesto a tirar la toalla.
Esta situación puede prolongarse hasta el 9 de enero; y Artur Mas está en todo su derecho de agotar los plazos. A partir de ahora, se abre un periodo de dos meses para celebrar nuevos debates de investidura. Pero si el 9 de enero no consigue formar Gobierno deberá volver a convocar elecciones para la primavera. Ahora bien, todo apunta a que enero será un buen mes para llegar a un acuerdo más seguro. Entonces, las elecciones generales del 20D ya habrán pasado. Ya existirá un nuevo Gobierno central. Y los independentistas, además, habrán podido comprobar en unas nuevas urnas si su proyecto ha ganado o perdido fuelle. Con todos estos nuevos elementos de valor, Artur Mas podría estar en condiciones de desbloquear la situación o, por el contrario, desaparecer definitivamente del panorama político.