Los terribles atentados de París introducen un nuevo motivo de temor entre los agentes que deben hacer frente a los actos terroristas en Europa, el de la inmolación. Se trata de una táctica muy utilizada en Oriente Medio, que apenas había sido empleada en el viejo continente, salvo en los atentados de Londres en 2005. Esa circunstancia, junto con la amenaza real de un atentado en territorio español, ha obligado a los miembros de los grupos antiterroristas a recibir un curso acelerado para responder ante esas situaciónes. El adiestramiento incluye un protocolo de actuación que incorpora el reconocimiento de personas con cinturones de explosivos, cómo actuar cuando se encuentra en una situación así o cómo responder ante un posible atentado por inmolación.
El uso de cinturones de explosivos no es el único motivo de temor para la policía española. Enfrentarse a armamento bélico con simples pistolas o con subfusiles Cetme de 1984 (que durante las pruebas de tiro no les dejan utilizar, según fuentes del Sindicato Unificado de la Policía) y sin chalecos antibalas, es la situación que más temen muchos agentes. Ese es el dramático estado en que se encuentran las unidades de los cuerpos y seguridad del Estado ante la amenaza terrorista.
Las imágenes no dejan lugar a interpretaciones. Un simple yihadista era capaz de hacer retroceder a toda una unidad policial de hasta seis miembros con una sola ráfaga de su arma. La razón es obvia: Es difícil enfrentar a un soldado entrenado con un arma de guerra automática con simples pistolas. En la retina de todos, civiles o agentes, quedan las horribles imágenes de cómo un policía local francés era rematado en el suelo por un yihadista con un fusil de asalto tras el asalto a la redacción de la revista francesa Charlie Hebdó, en enero pasado.
Armamento precario
En esta misma dirección apunta la Confederación Española de Policía (CEP) que ha remitido a la Subdirección General de Logística un escrito en el que informaba de que “los medios empleados por los terroristas incluyen el uso de armas de fuego automáticas y otros elementos de alto poder lesivo”. La Unión de Guardia Civiles (asociación profesional con representación de la Guardia Civil) califica como “vergonzosa” la situación en cuanto a los medios de autoprotección de que disponen los guardias civiles y los policías nacionales.
Ante un hipotético ataque a nivel de calle de un terrorista armado con un Kalashnikov (como ocurrió en París) que descarga 600 balas por minuto, un miembro de la Policía cuenta con una simple pistola con 14 disparos. En el caso de la Policía municipal, un gran número de agentes todavía porta un antiguo revolver de apenas siete balas. Los guardias civiles cuentan también con una pistola reglamentaria y en sus puestos con subfusiles Cetme LC, tecnología de 1984. Por si fuera poco, en los distintos ejercicios de tiro que realizan solo les dejan usar pistolas, de ahí que desconozcan el funcionamiento y uso de los subfusiles.En todos los casos, la situación, en lo que a medios materiales se refiere, es muy favorable a los terroristas.
Javier Estévez, portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), declara a EstrellaDigital.es que su organización “reivindica la ampliación del armamento disponible, mediante la adquisición de nuevas unidades de HK-G36. Es necesario que en todos los servicios policiales se disponga de alguna de estas armas, con las que poder reaccionar contra terroristas equipados con chalecos de alta protección balística y armados con kalasnikov». «No olvidemos que se trata de armas y municiones de guerra», subraya.
Asimismo, demandan desde hace años “una actualización del plan de tiro» porque consideran que el actual «está obsoleto», Creen que es necesario «dotar de mayor importancia a la formación, especialización y práctica de esta materia policial básica, que puede contribuir a salvar vidas de ciudadanos y de los propios policías”.
Uno de cada dos policías, sin chaleco
Elevar el número de chalecos antibalas es otra de las peticiones más expresadas por los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado. El SUP contabiliza que, en la actualidad, “solo el 50% de los policías disponen de un chaleco individual”. En el escrito remitido por la CEP a la Subdirección de Logística y firmado por uno de sus vocales, José Canales Romero, se exige un “refuerzo urgente de la adquisición y distribución de chalecos antibalas de uso individual entre aquellos efectivos del GAC, GOR, UPR y UIP que aún no dispongan del mismo”. Además, algunos de los chalecos antibalas que se usan están caducados.
El armamento o los chalecos son solo algunas de las limitaciones a las que se enfrentan las fuerzas de seguridad del Estado en su día a día pero no son los únicos. “Muchos vehículos no pasarían la ITV y los coches nuevos no se pueden utilizar”, señalan algunas voces desde la Guardia Civil. Asimismo, aseguran otras fuentes que, en repetidas ocasiones, no se ha podido salir a patrullar porque los coches que hay están estropeados y los nuevos no se pueden tocar.
Descartado el ejército
«No debemos generar polémicas, acataremos lo que diga el Gobierno al respecto», señalan desde la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), en relación a si debe ser el ejército el que se enfrente a la amenaza terrorista en las calles. Las Fuerzas Armadas sí cuentan con armamento de guerra y formación adecuada sobre su uso. No obstante, la tradición en España siempre ha sido afrontar el problema terrorista desde una perspectiva policial y no militar.
Sacar el ejército a la calle es una de las alternativas que surgen para solventar la deficiencia armamentística de la policía española. Esa posibilidad forma parte del protocolo que se sigue cuando se aumenta la alerta terrorista al máximo, es decir, al nivel cinco. Actualmente, España se encuentra en el nivel cuatro y durante los últimos dos días la reuniones se han sucedido para decidir si se debe elevar o no. La decisión del Gobierno ha sido mantener el nivel cuatro, por lo que ante un ataque inminente deberá ser la Policía y la Guardia Civil, con sus deficientes medios, los que velen por la seguridad ciudadana.