lunes, septiembre 30, 2024
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Pablo Iglesias, el hombre que lo hace todo en España

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Un buen presentador debe medir mucho su intervención, porque intentando vestir al personaje puede acabar despelotándolo. Es un poco lo que le pasó ayer al general retirado Julio Rodríguez con su nuevo comandante en jefe, Pablo Iglesias, en el Foro Nueva Economía: “Tiene 37 años, los mismos que mi hija mayor, los mismos que la Constitución”. Pablo Iglesias, a continuación, abroncó y echó un mitin al respetable, compuesto por empresarios y periodistas del ‘foro’. Para empezar, gracias a él, “ya es habitual que no se lleve corbata”, dijo el líder, en mangas de camisa, ante un auditorio de cariacontecidos encorbatados. A los que quizás aludía cuando atribuía los males de España a “las élites económicas, los de arriba”.

Para el general retirado, 37 años pueden ser pocos en cuestión de “historia política”, pero han sido plenamente aprovechados por Iglesias Turrión, del que aseguraba, y autoproclamaba su nuevo comandante en jefe, “ha cambiado la política de este país”. En un raro caso de simbiosis, el general hablaba de nuevos tiempos políticos, mientras el político no paraba de hacer metáforas con “las fuerzas del cambio” y “nuestros aliados en Valencia”. Tal es el intercambio y tanta afición tiene Iglesias a usar el cine para explicar sus postulados o su interpretación de la vida, que a uno le venía a la cabeza aquella película que protagonizaba Tom Hanks, llamada Big, en la que en la mente del joven viajaba al cuerpo del mayor. Y eso que el zumo del hotel Ritz es excelente y no se le pueden atribuir sustancias alucinógenas.

Sí, en el Ritz desplegó Podemos a su líder, a su general de cabecera, y a los representantes de su poder, concejales de Madrid y candidatos, como Rita Maestre, José Manuel Calvo, Tania Sánchez (que estaba de espaldas al líder y antiguo novio suyo), Íñigo Errejón o Carolina Bescansa, entre otros. En el Ritz, en el que Iglesias proclamó que su presencia ya habitual es un síntoma del cambio, modesta observación a la que respondió uno de los anfitriones con un “bienvenido a la normalidad”.

El tono de Iglesias –al que sus huestes llaman siempre, sin excepción, “Pablo”– ante el empresariado fue el de regañina y paciente explicación con metáforas “de las series”, hasta el punto de observarse a sí mismo con un modesto “hoy estoy muy en profesor de ciencia política”. Los 37 años de Pablo Iglesias, pocos o muchos, le dan para, como dijo, liderar un proyecto “al que al final todos acaban dando la razón”.

Un proyecto que, sin embargo, reconoce que ha virado desde que comenzó el caminar de Podemos, antes de las elecciones europeas de 2014. Hasta tal punto ha cambiado que, de sus promesas aclamadas por un millón de votos –renta mínima para todos, luz y teléfono gratis, el fin de la casta– ha pasado a no hacer ninguna promesa, “porque ahora todos hacen promesas”. A cambio, propone garantías, que no son sino transformaciones de cinco índoles que quiere llevar a cabo.

El general siempre va, en las comparecencias públicas, un paso por detrás de su jefe, como hacía con Carme Chacón, falsa impresión de sumisión. Iglesias ha interiorizado hasta tal punto los postulados de Rodríguez que causaba cierto estupor ver cómo Iglesias Turrión, joven-viejo comunista, hablaba del uso de la inteligencia militar para acabar con el ISIS. Una transformación tan grande que, hablando de los medios privados, el joven-viejo comunista se llenaba la boca alabando la competencia, “cuantos más medios y más competencia, mejor”, dijo. “Es de las cosas que he aprendido de los liberales”, dijo, sin que sus fieles movieran un músculo de la cara.

Estupor sin fin cuando, preguntado por los sobrinos narcotraficantes de Maduro, aseguró que “estoy centrado en nuestro país y la crisis de Oriente Próximo, me cuesta ubicarme en un país que está tan lejano”. Ningún fiel de Podemos movió un músculo, impertérritos ante las tribulaciones del líder.

Preguntado sobre Venezuela, Iglesias aseguró que «me cuesta ubicarme en un país que está tan lejano”

Iglesias Turrión, en su introspectiva auto-entrevista aprovechando las preguntas de la concurrencia, asegura que es lógico que su partido haya cambiado, “porque estamos preparándonos para liderar un Gobierno«, en lo que él denomina “una entrevista de trabajo con los españoles”.

Así, contó que ha hablado con los empresarios, a los que “percibí más colaboradores de lo que esperaba”, con los sindicatos, va al estreno de “Ocho apellidos catalanes” –de lo que sacó una enseñanza para el auditorio–, o desayuna en el Ritz. Es decir, hace muchas cosas, siempre preocupado por los más desfavorecidos, dice, hace casi todo lo posible que hace un humano. En su discurso, aseguró que a él y su acción política debemos los españoles cosas tan dispares como que haya primarias –olvidando que en eso empezaron los socialistas–, no se lleve corbata en actos públicos, haya un acuerdo antiterrorista, e incluso que en sus listas haya un militar, un guardia civil, una gitana y, según él por primera vez en la historia, un actor entre en el Congreso. Algo que debió remover en los clavos de su guarida a Toni Cantó, del que se puede discutir si es buen o mal actor, pero que actuar, actúa.

Esto de las listas salió a colación de una pregunta sobre la polémica elección de cabezas de lista, e incluso una alusión al disgusto que, al parecer, ha provocado en las bases de Podemos de Zaragoza la inclusión del general retirado Rodríguez en la candidatura. Con habilidad Iglesias esquivó preguntas selectivamente, algo muy de los políticos de toda la vida.

Hay 37 años que suponen mucho para una Constitución que casi todos quieren canmbiar, o que son pocos para deportistas que están aún en la cumbre. Los 37 de Pablo Iglesias Turrión han debido de ser fecundos, al igual que los meses que ha pasado como Eurodiputado. Hablando del homenaje del rey Felipe VI a la Novena (la brigada española encuadrada en el ejército francés que liberó París de los nazis), aseguró estar “emocionado”. “Perdonen que me emocione, he sido el primer español que ha hablado de la Novena en el Parlamento Europeo”. Lo dicho, 37 años dan para mucho.

 

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