Arranca la campaña más reñida de la historia de la democracia. No sólo en las encuestas: el bipartidismo pasa por sus horas más bajas y la irrupción de las fuerzas emergentes será decisiva en la configuración del nuevo Parlamento, donde las mayorías absolutas se venden caras. Sino también en las forma: las campañas tradicionales han pasado a mejor vida. Hoy, las redes sociales y la televisión serán clave para movilizar a ese 41,6% de electores que el CIS constata que aún no tiene claro a quién votar. Termina la legislatura con la mayor concentración de poder. Y se inicia una nueva era: la de los pactos, donde cuatro fuerzas políticas tendrán opciones de decidir la configuración del próximo Gobierno.
Más de 36 millones de españoles están llamados a las urnas el próximo 20 de diciembre para dar inicio a la XI legislatura. Están en juego 350 escaños en el Congreso de los Diputados y 208 en el Senado. En total, 558 sueldos de una media de 5.000 euros mensuales por tres días de trabajo a la semana.
Cuatro años y un mes después de las elecciones generales de 2011, el panorama político actual no puede ser más diferente. El malestar canalizado por el 15M supuso un revulsivo en la política española. Y hoy el escenario electoral no tiene nada que ver con el de hace cuatro años, en el que la fuerza llamada a tambalear el bipartidismo era UPyD. Hoy, sin embargo, este es el único partido con representación parlamentaria relativamente importante que no hará caravana electoral y que centrará todos sus esfuerzos en rascar escaño en la Comunidad de Madrid, donde también lo tiene complicado.
La legislatura más larga de la democracia ha revolucionado a la sociedad española. Importantes recortes económicos, subidas indiscriminadas de impuestos, amenazas de rescate, una tasa de paro disparada y los escandalosos casos de corrupción conocidos en los últimos cuatro años han sido el caldo de cultivo perfecto para dar paso a nuevas ilusiones políticas. Hoy ya existen datos macroeconómicos positivos, pero las preocupaciones de los ciudadanos siguen siendo las mismas: el paro, la economía y la corrupción. La aparición de nuevas fuerzas políticas es la consecuencia de una creciente desafección hacia la llamada 'clase política'. Hoy ya no se habla de bipartidismo, sino de cuatripartismo.
Primero fue Podemos. Las elecciones europeas de 2014 supusieron el punto de partida de esta nueva situación: la obtención de cinco escaños en el Parlamento Europeo por parte de una formación con menos de tres meses de historia, cuyo líder era un profesor universitario que salía en tertulias televisivas, fue un hito. Nunca antes había ocurrido en España. Después llegó el turno de Ciudadanos. Aunque Albert Rivera ya hacía diez años que tenía escaño en Cataluña, la irrupción de la formación naranja a escala nacional no se ha producido hasta 2015. Estos son los dos partidos que hoy pretenden desbancar a las fuerzas tradicionales que llevan alternándose el poder desde 1978. Y si no lo consiguen, por lo menos serán decisivos.
Eso al menos se desprende del CIS preelectoral que ha visto la luz este jueves y que ha revolucionado el arranque de campaña. Las alarmas se han activado en Génova y en Ferraz. De confirmarse los resultados de este barómetro, el PP ganaría pero con los peores resultados en 26 años y necesitaría el apoyo de Ciudadanos para lograr la mayoría absoluta. Y el PSOE cosecharía el número de escaños más bajo de toda su historia. Albert Rivera tendría en su mano las llaves de la Moncloa. Es más, en función de la campaña que se desarrolle a partir de este jueves a las 12 de la noche, Ciudadanos podría llegar a convertirse en el principal partido de la oposición en la próxima legislatura.
La habilidad mediática, clave en campaña
La clave de esta campaña no estará en el gasto electoral, sino en la habilidad mediática que cada formación exhiba. Y la precampaña ya ha puesto de manifiesto que los candidatos están dispuestos a todo. En especial, a humanizar su imagen: contar sus intimidades a Bertín Osborne, participar en programas de aventuras, dejar que unas hormigas de peluche les entrevisten o ir a recordar el pasado junto a María Teresa Campos son algunas de las apariciones estelares en la televisión que ya han protagonizado. Formatos televisivos que hace cuatros años hubieran sido impensables.
Hoy, los mítines tendrán una importancia menor en las caravanas electorales que partirán este viernes desde Madrid con intención de recorrer cada rincón de España. Y los debates electorales se han convertido en un arma arrojadiza. El presidente del Gobierno sólo participará en uno: el que organizará la Academia de la Televisión el próximo 14 de diciembre. Rechazó participar en el que organizó el diario El País el pasado 30 de noviembre y tampoco lo hará en el que tiene previsto emitir Atresmedia el próximo 7 de diciembre, donde lo sustituirá su 'número dos', Soraya Sáenz de Santamaría.
Cambio frente a experiencia
Los partidos nuevos apelarán al cambio y los tradicionales a la experiencia. Pero todos cumplirán con una premisa: no excederse en el tan mal visto gasto de campaña. A la espera aún de que el PP ofrezca este dato, el resto de formaciones tienen previsto gastar 17 millones de euros entre todas. Una cantidad modesta a la vista de que en 2011, cuando la crisis económica realmente golpeaba con fuerza, sólo el PP y el PSOE gastaron 26,5 millones de euros.
En esta ocasión, el PSOE tiene previsto gastar 9 millones, un 30% menos que hace cuatro años. Ciudadanos ha señalado que pedirá un préstamo de 4 millones, aunque también tiene previsto lanzar una campaña de 'crowdfunding' que le permita obtener más recursos. IU ha limitado a 2,5 millones de euros su campaña, lejos de los más de seis millones que gastó en 2011. Y Podemos ha asegurado que no tiene previsto gastar más de 2 millones de euros. Austeridad, el signo de los tiempos.