miércoles, septiembre 25, 2024
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En el día de los fondones Rajoy se marca una paella

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A saber qué vio el concejal de Galapagar por el PP Ángel Camacho a la concejala Begoña Villacís en un debate de 13 TV, pero el caso es que debía estar transfigurado de activista de Ciudadanos, ya que su dedo inquieto le ha dado un día de gloria a la formación de Albert Rivera en el mundo paralelo que es Twitter. Dijo: “Es cosa mía o Villacís se ha comido toda una fábrica de bollos y se está poniendo fondona”. Con semejante simpleza de mal gusto le dio una baza de sobreactuada indignación a los candidatos de Ciudadanos al grito (hashtag) de #yoestoyfondona. Rajoy, a lo suyo en todo, se marcó una paella en Marbella. Toma fondón.

En la guerra la verdad es la primera víctima, y en una campaña electoral lo es el sentido del ridículo. Está claro que los hábiles community manager de Ciudadanos estaban esperando la cosecha de diciembre de aquel “naranjito” inoportuno de Rafael Hernando. Fue meter la pata un concejal de Galapagar (provincia de Madrid, 32.000 habitantes, bonito pueblo del que quizá usted no haya oído hablar en su vida ni vuelva a oír), y las redes se incendiaron. El resultado, demoledor para el pobre Ángel Camacho, ha dado un poco de vergüenza ajena. Rivera simulando tomarse unas trenzas de mermelada, la propia Villacís simulando zamparse otro bollo, la creatividad de los Ciudadanos no ha tenido límite hoy en el virtual life que es Twitter. Un problema: ha sido poco creíble. Las caras estaban más pendientes de la cámara del móvil que del bollo, algo que un genuino zampabollos nunca haría (sé de lo que hablo).

En esta campaña parece que el cuello del renacido Kennedy ibérico, Rivera, ha menguado un poco y los Hugo Boss carecen de holgura, lo cual es dramático con corbatas estrechas. No cuela lo del bollo en plena crisis de báscula. Si alguien ha sido creíble en esto ha sido Rajoy, que camina de manera extraña (levantando mucho los antebrazos) y no luce tipín. Mariano Rajoy ha ido a marcarse una paella popular (en todas sus acepciones) a Marbella.

Rajoy está cerca de fondón, si bien ha perdido volumen de unos años para acá. En el sofá de Bertín tuvo un plano muy difícil (el cuco de Osborne se puso un cojón tapando la zona ventral), que salvó seguramente gracias a la sabiduría de los realizadores de TVE. Luego en la cocina reconoció que tenía hambre y se le vio entregado tanto a la empanada monclovita (eso sí, con receta de su suegra) como al queso, que cortaba con delectación. Eso sí que sonó sincero.

O, mejor dicho, se vio, que es lo único que importa en esta campaña.

El ser y el aparentar. Willy Toledo, que no perdona una, ha recriminado en el virtual life del Twitter a Pablo Iglesias sus continuas correcciones sobre la edad de jubilación, de los entusiastas 55 de su campaña europea en 2014 a los 65 que proponía hace unas semanas. Da igual, Willy, colega. Nadie escucha en campaña nada concreto, todos estamos al futbolín de Bertín o a la fotito con cara de arrebolado de Iglesias Turrión con la Colau.

En plena sobreactuación “ciudadana”, una entusiasta seguidora se rasgaba ayer por la tarde las vestiduras en el Twitter, y proclamaba, “contra el miedo, #yosoyfondona”. Hombre, que una cosa son los bollos y otra el doberman.

Por cierto, no hay noticias de si Pedro Sánchez se merendó unos churros o un brioche, algo que se le recomienda, para desmentir cualquier rumor desmesurado en Twitter de que no se vaya a comer un rosco. Ya veo a los community manager del PSOE y de Podemos rastreando las redes ávidos de alguna ofensa que llevarse a la boca, aunque sea de un concejal de Canena (Jaén, 1.981 habitantes, pero un aceite de oliva excelente).

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