Durante todos los jueves entre septiembre de 2012 y el mes de mayo de 2015 había una cita recurrente en mi agenda: debate con Enrique Ossorio. Hoy, ocho meses después, vuelvo a la Asamblea para encontrarme con Enrique para a conversar: un pequeño vicio que ambos compartimos. Es persona extremadamente amable, acogedor y tímido que me recibe en un despacho tan acogedor como su inquilino.
Enrique tiene uno de esos curriculum que avergüenza a los demás. Licenciado en Derecho, pertenece al Cuerpo Superior de Técnicos de la Administración de la Seguridad Social. Atesora una brillante carrera en la función pública en la Comunidad de Madrid y el Estado. Ejerce la política con el rigor de un hacendista, la pasión de un melómano y la persistencia de un corredor de fondo. Extraordinariamente amable, tiene el talante de un negociador. Ése es el reto que le ha encargado la presidenta de la Comunidad de Madrid y su partido.
—Hay un espacio técnico inicial en tu preparación.
—Llevo 30 años siendo funcionario. En 1995, ayude en la transferencia de nuevos impuestos a la Comunidad y en 1996 se me nombró Director General. Me ocupé luego, durante cuatro años, de la Coordinación de las Comunidades Autónomas en la Agencia Tributaria con Rato. Luego, llegue a ser Viceconsejero .
—Es decir, accedes a la política desde un espacio técnico más que de una vida de partido.
—Reconozco que la función pública está enraizada en mi familia, desde hace tres generaciones. Me centré en una materia, la Hacienda Pública, lo que me encasilló como técnico, aunque lo más político que hay es la Hacienda, la distribución de los recursos.
—¿Ha habido alguna contradicción entre esos criterios técnicos o las decisiones políticas?
—Lo cierto es que en los gobiernos del PP en los que he participado me he sentido muy cómodo. He podido tener discrepancias en algún asunto menor, pero he tenido la suerte de poder compatibilizar las decisiones políticas con los criterios técnicos.
—El salto a ejercer como Consejero de economía, quizá de forma brusca, ¿cómo lo viviste?
—No lo viví como brusco. Ya llevaba años en puestos responsabilidad lo que me permitió tener tranquilidad. Cuando Ignacio González me llama sabía que el reto era complicado. Pero me había formado para eso durante 20 años. He tenido dos suertes: un presidente inteligente, muy racional, y unos altos cargos muy formados, hice caso a lo que decían y me aportaron mucho. No podía fallar.
—En la nueva legislatura, sin mayoría absoluta, te nombran portavoz y es una sorpresa para casi todos. ¿Qué opina Ossorio de su nombramiento?
—Cuando me lo proponen me quedo alucinado. No me lo podía esperar. Me fui tranquilizando porque muchas personas afirmaban que era una decisión acertada. La presidenta también contribuyó a tranquilizarme. Pasar de una mayoría absoluta a una mayoría escasa obliga a negociar; se requiere un talante de este tipo. Quienes hemos trabajado en mi campo llevamos negociando toda la vida; tienes que negociar con la oposición y con los tuyos. He tenido respeto, preocupación,, claro, pero con la ayuda de todos y una buena relación con los portavoces de otros grupos, cada vez estamos mas satisfechos.
—Se habla de la maldad de las mayorías absolutas. Las reivindicas o prefieres escenarios de negociación.
—Es bueno que haya que negociar. Es verdad que llegan momento de parálisis y cansancio pero que todos opinemos y aportemos es bueno. Siempre pongo como ejemplo la primera legislatura de Aznar. La segunda legislatura, con mayoría absoluta, no fue tan brillante como la primera. Debemos hacer de la necesidad virtud y sacar lo bueno dialogo, aunque a veces sea agotador.
—Hay una línea muy fina entre negociación y actitudes de chantaje.
—No; no he percibido esa actitud. Para sacar adelante presupuestos o medidas importantes necesitamos apoyo. Siempre se habla de líneas rojas, pero una actitud abierta y el buen talante de otros ayuda. No; no hablaría de chantaje en ningún caso.
—¿Dónde reflexionas mejor, con música, leyendo…?
—Lo hago continuamente. Hablar con nuestros colaboradores ayuda, da riqueza. También lo hago solo. Suelo hacerlo cuando corro en el Retiro, son 10 kilómetros, una hora, es un buen espacio de reflexión. Venir en el coche, al despacho, es otro momento.
—Te imagino entre números, estudiando Hacienda….
—Bueno, no creas, me gusta leer, aunque estos años llegando cansado a casa, leo menos; me gusta la novela Histórica. Estoy leyendo una sobre las Hermanas Romanov, de Helen Rappaport; antes, leí un libro sobre los últimos de Filipinas. Me interesó mucho y me hizo ilusión porque tengo una amiga que es descendiente del capitán Enrique de las Morenas.
—¿Qué te produce risa?
—Muchas cosas, me reí mucho con 'Ocho apellidos vascos'.
—¿Una manía?
—Mi desmedida afición por la música clásica.
—¿Qué talento no tienes y desearías tener?
—Ser más rápido de reflejos.
—¿Eres de café o té?
—Café.
—¿Te levantas riendo o de mala leche?
—Me levanto de buen humor, hay que afrontar el día.
—¿A quién invitarías a una caña?
—A mis compañeros portavoces de los otros grupos, sin duda.
—¿Y a quién no le darías ni agua?
—A un maltratador.
—¿Si el café te diera '”súperpoderes”, cuál querrías?
—Componer música.
—Recomiéndame un libro.
—Me gusta muchísimo Vargas Llosa. En el servicio militar leí 'La Guerra del Fin del Mundo' y me impresionó mucho.
—¿Tu deseo?
—Deseo un 2016 estupendo, para Madrid, España y desempleo, ese es el principal deseo de los españoles.
—Para concluir y ya que estamos en campaña ¿por qué votar PP?
—Porque es un partido de hechos y realizaciones. Con gran esfuerzo, con sacrificios y con reformas, hemos salido de una crisis sin precedentes y no podemos volver a esa situación. Tenemos un desafío independentista que no se puede poner en manos de cualquiera. Tenemos una amenaza yihadista que debe afrontarse con rigor. Necesitamos responsables serios, realizaciones y confianza. Necesitamos representantes serios, no jugar a la ruleta rusa.