miércoles, noviembre 27, 2024
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Los ‘barones’ del PSOE forzarán un Congreso en febrero

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La mayoría de los pesos pesados del PSOE no están dispuestos a que Pedro Sánchez alargue artificialmente su mandato retrasando el Congreso que tiene que elegir al secretario General y forzarán que se celebre en febrero. Retrasarlo fue la primera maniobra que intentaron Sánchez y César Luena tras las elecciones y los malos resultados de los socialistas. La mayor parte de los miembros del Comité Federal que se celebró ayer en Ferraz está porque se realice el Congreso a finales de febrero. No parece probable que Sánchez, su liderazgo, sobreviva a ese Congreso.

La sorpresa e indignación entre los llamados barones nació cuando, el lunes después de los malos resultados del 20D, el secretario de Organización anunciara que se retrasaba el Congreso del partido, “por responsabilidad institucional”. Comenzaban las medidas tomadas “sin siquiera comunicar” a los líderes del partido. La conversación de solo 45 minutos con Rajoy el pasado miércoles y su alocución –casi monólogo– a la prensa, desató definitivamente las alarmas. Pedro Sánchez estaba yendo por libre, jugándose un órdago para ser presidente del Gobierno a toda costa.

“La posición del partido es muy complicada. No hay pacto bueno en estos momentos, y unas nuevas elecciones puede ser un desastre”, explica a este diario un dirigente madrileño. Lo que parece claro a una mayoría del Comité Federal –máximo órgano de dirección del PSOE– es que el liderazgo de Pedro Sánchez, ya discutido antes del 20D, está llevando al partido a un camino sin salida. En este contexto de desautorización generalizada a Sánchez, la repetición de las elecciones está más cerca.

Aunque varios ‘barones’ han pactado en sus territorios con Podemos, la experiencia no está siendo buena. No solo por los peajes obligados –Guillermo Fernández Vara se vio obligado a negociar en una corrala ‘okupa’ condiciones casi humillantes y luego Podemos no se dignó a votar los presupuestos–, sino porque estos pactos son inviables en el caso del Gobierno de la nación. Pablo Iglesias avanzó en su primera comparecencia tras el 20D –sin hablar con ningún órgano de su partido, una curiosidad de la “nueva” política– que la primera condición a cualquier pacto era un referéndum en Cataluña, y amagó con la necesidad de hacer otros en País Vasco, Valencia y Galicia, allí donde Podemos ha sido representado por grupos radicales de izquierdas asociados a nacionalismo. Podemos lleva laminando al PSOE desde las elecciones Europeas de 2014 y ha dejado en Madrid al PSOE como cuarta fuerza política.

Ni el fondo ni las formas soberbias de Pablo Iglesias gustan a los líderes regionales del PSOE. Entre los que, además, hay varias facturas pendientes con el aparato de Ferraz que impuso Pedro Sánchez.

Una de las federaciones más soliviantadas es la madrileña, ahora Partido Socialista de Madrid. No sólo el equipo de Pedro Sánchez entró a machete –casi literalmente– en la sede de Callao para decapitar a Tomás Gómez y su equipo, sino que también fulminó al portavoz en el Ayuntamiento de la capital, Antonio Miguel Carmona, sin más explicaciones. Después, la escabechina en la lista al Congreso, en la que se colocó con calzador sobre todo a Irene Lozano, huida del naufragio de UPyD y que provoca enorme rechazo entre los socialistas. Los resultados han sido históricamente desastrosos, rebasados no ya por el PP, o por Podemos, sino incluso por Ciudadanos. La secretaria general del PSM, Sara Hernández, también se la juega en un muy próximo congreso regional.

“Vamos a por todas”, sugería uno de los líderes regionales poco antes del Comité Federal de este lunes. Los errores políticos y de gestión del partido han sido numerosos en los 17 meses de liderazgo, en opinión de buena parte del consejo de notables del PSOE. Muchos están persuadidos de que Sánchez debía haber dimitido por sus malos resultados en la misma noche del 20D. Pero el repunte final, pese a la escabechina y la terrorífica caída en apoyos y escaños, dio un leve balón de oxígeno al secretario General. La aritmética “a la italiana” de este nuevo Congreso de los Diputados deja escasísimo margen de maniobras a casi todos los agentes políticos y candidatos. Y la repetición de las elecciones ante la imposibilidad de pactos con los actuales números, cada vez más cerca.

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