El 'no' de la CUP a Artur Mas y el 'no' del PSOE a Mariano Rajoy y al referéndum secesionista propuesto por Pablo Iglesias podría convertir 2016 en un nuevo año cargado de convocatorias electorales. Si 2015 fue el año de la campaña electoral perpetua, este año recién estrenado no parece que vaya a ser más tranquilo. A las citas electorales previstas (País Vasco y Galicia) podrían sumarse dos nuevas convocatorias más: Cataluña y unas nuevas elecciones generales. La primera parece inminente. La segunda, de producirse, aún se hará esperar. Algunas cartas todavía están boca a bajo.
Los catalanes ya tienen marcado en su calendario una nueva fecha clave: el seis de marzo. Ése es el día que previsiblemente Cataluña volverá a las urnas. El 'no' definitivo a la investidura de Artur Mas sólo deja dos escenarios posibles: que el líder convergente deje paso a otro candidato (algo que ya ha descartado) o el adelanto electoral. Claro que el 'no' de la CUP no ha salido gratis. Si algo ha conseguido el presidente de la Generalitat en funciones en estos tres meses de negociación ha sido dividir a los anticapitalistas. Tras el sorprendente «empate técnico» (1.515 votos a favor y 1.515 votos en contra de la investidura de Mas) de la Asamblea. Este domingo, llegó el turno de la reunión del Consejo Político. En esta ocasión, una diferencia de seis votos marcó el futuro de Cataluña. Una controvertida decisión que ha concluido con la renuncia del cabeza de lista de la CUP en las pasadas elecciones catalanas, Antonio Baños, a su acta de diputado.
Por el momento, el Parlament no contempla un nuevo pleno de investidura. Así que es muy probable que el 10 de enero expire el plazo legal para designar al presidente de la Generalitat sin que el líder de CDC haya conseguido los votos que le faltan para ser reelegido. El PP, el PSC y Ciudadanos ya han asumido que habrá nuevas elecciones (previstas para el 6 de marzo). Y ante esta situación, los 'populares' han vuelto a reeditar el pacto que ya propusieron el pasado 27 de diciembre: un frente constitucionalista (PP, PSC y Ciudadanos) para dar una «estocada final» al independentismo.
Una 'gran coalición' en Cataluña y en España
En definitiva, una 'gran coalición' similar a la que a Mariano Rajoy le permitiría volver a gobernar a escala nacional, donde el panorama no es mucho más estable. De hecho, el 'popular' ya empieza a verse reflejado en el espejo de Artur Mas. Cataluña podría convertirse en el preludio de lo que le espera a España en este nuevo año. «Tomemos nota de los ruidos que vienen desde tierras catalanas», ha advertido el ministro de Sanidad en funciones, Alfonso Alonso. Un mensaje muy repetido por los 'populares', que ven en la unión del PP y el PSOE la única solución viable para España. Los conservadores aún no han cerrado la puerta a un acuerdo con los socialistas. Y a ello apelan insistentemente.
Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre dejaron un escenario electoral similar al catalán. Aunque, en este caso, la llave está en manos del PSOE. Al PP (que ganó las elecciones con 123 escaños) no le vale con el apoyo de Ciudadanos. Mariano Rajoy necesita al menos la abstención de los socialistas para ser reelegido presidente del Gobierno.
En caso de no lograrlo, Pedro Sánchez (con 90 escaños) podría intentar ser investido presidente, pero para ello necesitaría del apoyo de Podemos (que ya ha marcado como línea roja la celebración de un referéndum secesionista en Cataluña) y de ERC (fuerza que aboga por la independencia). Ciudadanos ya ha dejado claro que apoyará a la fuerza más votada, que ha sido el PP. Los socialistas se muestran divididos ante este escenario, así que todo parece indicar que la celebración de unas nuevas elecciones generales sería el único escenario posible. El 13 de enero se constituyen las nuevas Cortes, a partir de ahí, Rajoy tendrá dos meses de plazo para lograr ser investido.
Las cesiones de Mas a la CUP
En Cataluña, por su parte, la situación no podía ser más compleja. Después de tres largos meses de negociaciones, parece que Artur Mas no logrará ser investido, pese a todas su cesiones a los independentistas. Los 62 escaños que obtuvo Junts Pel Sí el pasado 27 de septiembre no fueron suficientes para renovar a su candidato, Artur Mas, en la Presidencia de la Generalitat. Los 10 escaños de la CUP (la otra formación independentista que concurrió a los comicios del 27S) son necesarios para dar luz verde al nuevo gobierno catalán; pero los anticapitalistas se oponen a un Ejecutivo liderado por Mas.
La desesperación del líder convergente por liderar el proceso independentista en Cataluña le ha llevado en este último año a pasar por muchos aros. Primero, sucumbió a los deseos de su socio de Gobierno, ERC, y en enero de 2015 anunció la convocatoria de elecciones autonómicas para el 27 de septiembre. El segundo adelanto electoral que Artur Mas dictaminaba. No contentos con eso, en julio del mismo año, y una vez consumada la ruptura con Unió, Convergència aceptó formar parte de una candidatura independentista y transversal con ERC, encabezada por el exeurodiputado de ICV Raül Romeva. Mas ocupaba el número cuatro de la lista. Aunque lo peor aún estaba por llegar.
Los resultados del 27S dejaron en manos de la CUP la gobernabilidad catalana. Y desde entonces, los anticapitalistas han intentado beneficiarse de su privilegiada situación. Artur Mas, para ser investido, necesitaba al menos 6 síes de la CUP en primera ronda. O dos síes y ocho abstenciones en segunda ronda. «No votaremos nunca una investidura de Mas. Y nunca es nunca. Nunca, nunca y nunca. Así que pueden estar tranquilos. ¡Que nos voten!» Así respondía el líder de la formación, Antonio Baños, en una entrevista antes de las elecciones. Entonces, parecía evidente que independientemente del resultado electoral, la CUP «nunca» haría de muleta de Mas.
Pero tras el 27S, se abrió en Cataluña un complejo proceso que con toda probabilidad concluirá con una nueva convocatoria electoral. Serán las terceras elecciones anticipadas consecutivas (2012, 2015 y 2016) y las primeras que se convocan de forma obligada ante la imposibilidad de investir un presidente autonómico. Y no será porque Artur Mas no ha intentado evitar este desenlace. Aceptó firmar una declaración unilateral de independencia encubierta inspirada en las tesis de desobediencia al Estado, especialmente al Tribunal Constitucional, que promueve la CUP. También propuso ser presidente con poderes delegados en tres vicepresidencias (Raül Romeva, Oriol Junqueras y Neus Munté). Y se comprometió a someterse a una cuestión de confianza en ocho meses. Al final, para nada.