Dos jóvenes expatriados australianos residentes en España han inventado un artilugio que podría cambiar el futuro del mundo, o por lo menos el de los mares. Andrew Turton y Pete Ceglinski, surfistas con residencia en Palma de Mallorca, han creado un sistema de limpieza, parecido a una papelera automatizada, que ayudaría a recolectar “basura, petróleo y detergentes” del agua marina de puertos deportivos, canales, lagos y puertos, según explican en su página web.
El proyecto Seabin (papelera de mar en español) ha conseguido recaudar mediante crowdfounding 240.000 euros gracias a 7.360 patrocinadores para instalar estos recolectores de basura “de la forma más sostenible y responsable que se pueda”, aseguran sus creadores.
Turton y Ceglinski ya han instalado su proyecto en El Real Club Náutico de Palma. Y la iniciativa ha tenido gran acogida en las redes sociales. Con 83.000 seguidores en Facebook y unos 2.000 en Twitter, los australianos buscan darse a conocer a través de la difusión de imágenes y vídeos por las redes.
Los jóvenes emprendedores tienen claro su público objetivo: los puertos y clubes náuticos. “Son el lugar perfecto para empezar a ayudar a limpiar nuestros océanos”, afirman los dos australianos. “No hay enormes espacios abiertos al mar” y “son una zona relativamente controlada”, explican. Además, tienen en cuenta el alto precio del Seabin, que ronda los 3.500 euros por unidad, pero justifican su coste con el argumento de que “los Seabins no serán hechos en China”, sino que se producirán en los países que vayan a utilizarlo «para ayudar así a la economía local”. Saben que el precio de mercado será más alto pero “están bien con ello”, ya que “reducen el coste de los gastos de envío, que a su vez reduce el precio y la huella de carbón”.
Cómo funciona
El Seabin se sitúa en la superficie marina y sondea la costa gracias a una bomba de agua colocada en el muelle. El agua entra en el cubo junto a todos los residuos flotantes, donde se separa el líquido de la basura. Posteriormente, el agua sube a la superficie gracias a la bomba y, en un último filtro, se separa el agua del aceite y el petróleo.
“El proceso es constante, opera 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año”, explican Turton y Ceglinski.