Ciudadanos consigue ser bisagra a pesar del batacazo electoral del pasado 20 de diciembre. Sus 40 escaños y 3,5 millones de votos parecía que le iban a llevar a la última línea de la negociación, pero su hábil estrategia negociadora y la situación de bloqueo que mantiene activa el PP y el PSOE, le han convertido en uno de los actores protagonistas de esta contienda. Ya lo demostró durante la constitución de la Mesa del Congreso. Y espera cumplir el mismo papel en la configuración del nuevo Gobierno, donde Pedro Sánchez será el primer candidato a la Presidencia.
Tanto para el Partido Popular como para el PSOE, el papel que decida jugar Albert Rivera será clave en las próximas semanas. El líder de Ciudadanos ha sido el único que ha anunciado que está dispuesto a apoyar al candidato que más apoyos obtenga para ser investido presidente del Gobierno. Su primera apuesta siempre fue permitir la investidura de la fuerza más votada (en este caso el PP), pero en vista de la cerrazón socialista, y de los últimos problemas de corrupción que han vuelto a asolar a los ‘populares’, ya ha empezado a dejarse querer por Pedro Sánchez.
La primera estrategia que Rivera emprenderá es la misma que utilizó en el Parlamento nacional: entablar conversación con el PP y el PSOE por separado en vista del duro enfrentamiento. Él será el nexo de unión entre ambas formaciones; y la última experiencia no fue mala para ellas. Pedro Sánchez consiguió la Presidencia del Congreso para Patxi López (un puesto importante para manejar el calendario) y los conservadores lograron concentrar el poder. Su objetivo: dejar a Podemos fuera de la ecuación y lograr convencer a alguno de los dos que se abstenga para formar Gobierno.
Ciudadanos no desvela cómo lo hará, pero lo cierto es que a estas horas, tanto el PP como el PSOE han dejado claro que ese escenario no se dará. No obstante, ninguno de los dos se opondrá a esta batalla, puesto que ambos ven posible beneficiarse de la situación. Los ‘populares’ aprovecharán estas negociaciones para que Rivera les haga el trabajo sucio e intente convencer a Pedro Sánchez de que el único escenario viable es un Gobierno del PP con su abstención.
Los socialistas, por su parte, no aprovecharán estas conversaciones para conseguir la abstención del PP, sino para intentar convencer a Ciudadanos de que la única forma de que haya “un gobierno de cambio” es que acepte sentarse en la mesa de negociación con Podemos. Una estrategia similar a la que empleará con los de Pablo Iglesias, a los que ya ha advertido este martes de que si no hay un gobierno alternativo será por su culpa. Por el momento, la posición de Ciudadanos y Podemos es la misma que la del PP y PSOE: bloqueo mutuo absoluto.
Esta es la situación que en estos momentos hay sobre la mesa. Pedro Sánchez pone en marcha el reloj parlamentario. Mariano Rajoy opta por quedarse en la barrera a la espera de que los socialistas fracasen y de paso evita que Sánchez le humille con una dura derrota parlamentaria. Podemos, por su parte, explota ante la posibilidad de que el PSOE le cuelgue el sambenito de ser el culpable de que no haya un “gobierno de izquierdas”. Y Ciudadanos es el partido que mantiene la cabeza fría. No se juega nada, y la ausencia de presión siempre es positiva para sentarse en una mesa de negociación.
Pistoletazo de salida
El PSOE ha dado el pistoletazo de salida. Cuanto antes se convoque el primer pleno de investidura, antes se despejará la incógnita: nuevo gobierno u otra convocatoria electoral. Pedro Sánchez aún no cuenta con los apoyos suficientes para ser investido presidente del Gobierno, pero aún así, ha optado por dar un paso al frente. No importan los vetos que en las últimas horas han puesto sobre la mesa de negociación los dos únicos partidos que le importan: Podemos y Ciudadanos. Los independentistas están fuera de esta ecuación. La defensa de la unidad de España es fundamental para que los ánimos se calmen en Ferraz.
Él ha dicho que empezará a negociar este mismo miércoles. Se ha dado un mes de plazo –»el mismo tiempo que ha tenido Rajoy», ha enfatizado–, aunque Patxi López, presidente de la Cámara ha hablado inicialmente de «tres semanas». Si estas negociaciones no llegaran a buen puerto, al menos convocará pleno de investidura y empezarán a contar los dos meses para convocar nuevas elecciones, y con suerte para Sánchez, la vieja guardia del PSOE no tendrá tiempo de cortarle la cabeza. Si no es presidente del Gobierno, quiere una segunda oportunidad y repetir como candidato. Ahora bien, en el PSOE las espadas siguen en alto y nadie da por supuesto nada.
Rajoy, por su parte, dice que no se ha dado por vencido y que seguirá intentado reunir apoyos. Pero lo cierto es que se ha echado a un lado. Su única opción ya es que Sánchez fracase y no haya más opción que volver a repetir las elecciones. No lo ha dicho, pero su semblante serio lo ha demostrado. El Rey no le ha ofrecido en esta ocasión la posibilidad de ser el candidato a la Presidencia, pero sí ha aprovechado su encuentro de 45 minutos con el Monarca para lanzarle un mensaje claro: él o el caos.