jueves, noviembre 28, 2024
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Así ven los agentes antidisturbios a las tribus urbanas

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Los antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía ven a los punkis como «pacifistas», a los antifascistas como un recipiente de «ramas violentas de otros movimientos», sobre los ocupas advierten de que «no tienen reparos en pasar de una resistencia pasiva a una activa» y de los skinheads dicen que tratan de ganarse «la respetabilidad social a través del temor».

Estas y otras reflexiones vienen recogidas en un libro escrito por la propia Unidad de Intervención Policial (UIP) con motivo de su 25 aniversario. Fue presentado el pasado 20 de enero por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, en el complejo policial de Canillas.

Los antidisturbios dan su punto de vista de lo que sucede en las calles, aunque en su mayoría se limitan a hacer un repaso de los acontecimientos a los que han tenido que hacer frente en este cuarto de siglo, el libro no está exento de descripciones en las que se ofrece la versión de los agentes.

Uno de sus capítulos trata las «tribus urbanas» y arranca con los «antifascistas»: «es un grupo tan heterogéneo que tienen cabida en él, las ramas más violentas de otros movimientos como ocupas, los red skins y los sharps, los punkis y varios grupúsculos radicales de extrema izquierda».    

Según su experiencia, los antifascistas utilizan «como escudo manifestaciones pacíficas, usándolas como cobertura, para caldearla en su zona y atacar a la Policía» con el objetivo de «vender a la opinión pública la 'brutalidad policial' y el 'fascismo de Estado'».

«La UIP es su objetivo fetiche», añaden al tiempo que explican que «en los últimos años, aprovechándose de la influencia mediática y social de otros colectivos, han intentado sumar adeptos 'revolucionarios' para imponer la violencia como modo de actuación, si bien es cierto que apenas han tenido repercusión».

En cuanto a los ocupas, la UIP comenta en su libro que «durante un asalto policial, no tienen reparos en pasar de una resistencia pasiva a una activa si se ha producido una brecha en la defensa del edificio», pero admiten que la labor de prevenir las ocupaciones escapa a las posibilidades policiales.

Los antidisturbios recogen en su libro una reflexión del sociólogo Miguel Ángel Martínez, que detecta una indulgencia generalizada del mundo judicial para con el movimiento ocupa: «la persistencia de las ocupaciones y su presencia pública han contribuido a generar corrientes de opinión legitimadoras que influyen en el tratamiento judicial benévolo en la mayoría de las ocasiones«.

Sobre los «punkis», el libro comienza analizando sus orígenes en el mundo de la música y en bandas como 'Sex Pistols', los 'Stooges' o el MC5 para terminar concediendo que, «en general, son pacíficos y pacifistas». «Pero siempre hay excepciones y grupos de ellos provocaron incidentes en la procesión de 'Los borrachos' de Cuenca», recuerdan.

Al describir a los skinheads citan un artículo periodístico en el que se dice que «en la Brigada de Información , algunos, se declararon nazis, pero no tenían ni idea de quien era Rudolf Hess». El libro también aborda los orígenes del movimiento en los 'hard mods' que se enfrentaban a los 'rockers' en la Inglaterra de los 60.

Relatan los antidisturbios que lo que más les preocupa son los enfrentamientos entre grupos rivales como el que acabó con la vida del joven Carlos Palomino en 2007: «a pesar de todas las medidas interpuestas para evitar que los grupos antagónicos se encuentren y se desate una batalla campal, sucesos como la muerte de un antisistema (Carlos Palomino) en un vagón del Metro a manos de un ultraderechista originó una nueva estela de batallas entre los dos movimientos».

Convocatoria por SMS

A la hora de describir «grandes movimientos sociales» la UIP alude a las concentraciones frente a las sedes del PP en la jornada de reflexión de las elecciones generales de 2004, dos días después de los atentados del 11M. Aquella es «la primera vez que se tiene constancia de la utilización de métodos virtuales para la celebración de actos colectivos», rememora el libro haciendo alusión a la convocatoria vía SMS.

En su relato sobre «el gran movimiento social que supuso el 15M» en 2011, la UIP repasa los antecedentes y las primeras acampadas, días antes de unas elecciones municipales en las que la Policía recuerda que se registró «más participación» que en los comicios de 2007. Tras la cita electoral, el movimiento busca «nuevas perspectivas».

Según el libro, se abrió «un nuevo marco» al tiempo que surgió la «preocupación a consecuencia de la ocupación de una zona del centro de la capital que se corresponde con el centro comercial y turístico, problemas de salubridad, de delincuencia de imagen para la ciudad y el daño que se produce a los empresario de la zona».

«El movimiento del 15M ha supuesto un efecto contagio para otros grupos«, admite la UIP que ahí incluye las protestas contra la visita del Papa, el movimiento 'Yo no pago', 'Stop Desahucios' o Asalta el Congreso, «estas últimas fueron las más controvertidas».

«Un inciso aparte son las denominadas 'Marchas por la Dignidad'», apostilla el libro sobre la convocatoria que finalizó con unos disturbios el 22 de mayo de 2014 que provocaron 101 heridos.

«Los violentos, en esta ocasión, ni siquiera tuvieron la deferencia de permitir el fin de la manifestación. Con los oradores aún en su discurso en la Plaza de Colón, acometieron contra la UIP apostada en la calle Génova. La extrema violencia fue tal que un subgrupo de la UIP fue apedreado hasta la extenuación», narra.

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