Es, como siempre, un placer hablar con José Cepeda. Hace años que nos conocemos. Nos unió nuestra batalla por la calidad, la transparencia y defensa de los medios de comunicación públicos. Y por supuesto la defensa de la izquierda. José en el PSOE, yo en Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid.
Ambos hemos sabido siempre que nuestras organizaciones diferían en muchas cosas, pero éramos también muy conscientes de la necesidad que los madrileños y madrileñas tenían de ellas. Siempre he encontrado en él un gran respeto y afecto por lo que significamos para la izquierda.
Un hombre trabajador, muchas veces cuestionado y muchas más querido. Siempre con altura de miras y con la capacidad de ver la importancia del momento. Es un optimista, un político con las luces largas, un corredor de fondo honesto. Es el hombre del entendimiento, eso lo pensamos muchas.
José Cepeda es un defensor del socialismo madrileño y del socialismo en nuestro país.
Es ingeniero informático y periodista, funcionario en la Administración Pública. Amante de todas las nuevas tecnologías, siempre a la última en cuestiones de redes y comunicación, diputado del PSM en la Asamblea de Madrid y Senador del PSOE.
-¿Has tenido siempre vocación política o la política te llegó por accidente?
-Siempre he estado en política por vocación y creo que quien haga política debe tener vocación, porque es un camino tortuoso y hoy, hasta mal visto. La política no es una profesión; es y debe ser una vocación. A la gente de las Juventudes Socialistas siempre les recomiendo que estudien, tengan una profesión y luego que den el salto a la política, pero no al revés.
-¿Tu proyecto personal ha sido siempre coherente con tu partido o, como nos ha pasado a muchos y muchas, hay mañanas que no sabes si eres de los tuyos?
-Estoy en el partido con el que siempre me he sentido plenamente identificado y además un partido que goza de buena dosis de libertad interna y de democracia. Hoy, Pedro Sánchez, para tomar las grandes decisiones, se va a someter a la decisión final de los militantes.
-¿Te sientes siempre recompensado con tu trabajo?
-Sí; sobre todo y especialmente, cada vez que hablo con un ciudadano o ciudadana, que se reconoce en mi trabajo. Cada vez que voy a una Casa del Pueblo socialista y la afiliación se siente reconocida en mi trabajo. A mí eso me llena, me carga las pilas. Es que a veces les hemos llegado a decir a la afiliación que son bichos raros por ser afiliados o afiliadas. Me encanta poner en valor a esas personas, que son ciudadanos y ciudadanas comprometidos políticamente, que se afilian a un partido político y sufren y padecen el trabajo de ser militante de un partido político y que, en muchas ocasiones, han sido denostados por ese compromiso.
-Estamos en una legislatura sin mayorías absolutas, donde el PSOE no solo no tiene mayoría sino que ha bajado en número de diputados y diputadas. ¿Cómo se vive esta situación?
-Creo que la situación política que vivimos hoy es producto de la crisis más virulenta que ha vivido este país desde la democracia. En cualquier ámbito de la vida se tiende a la bipolarización. Uno cree o no cree en Dios, uno cree en la derecha o en la izquierda, uno cree en el blanco o en el negro. Al final, si nos damos cuenta, hasta cuando tenemos que elegir un refresco, elegimos entre normal o light. Aunque es verdad que hoy hay un montón de bebidas gaseosas impensables, ¡hasta de sabor a aguacate!
Pero la gente lo que necesita es que esto de las elecciones dé resultados, la gente ha pedido cambio, y no estamos para muchos experimentos.
En definitiva, y no porque lo haya dicho Alfonso Guerra hace una semana, yo lo comparto con él, creo que más pronto que tarde la sociedad española va a echar muy en falta el bipartidismo, entendido como colocar otra vez las cosas en los ejes razonables. Se ha jugado con muchísima demagogia con la revolución transformadora. La auténtica revolución que existe es la de poner coto a los beneficios e intereses de unos cuantos, que han visto coronados sus intereses en Mariano Rajoy.
La utopía puede ser muy atractiva, pero no resuelve los problemas de la gente. Y la gente tiene problemas muy reales que hay que resolver ya.
Al final, para los revolucionarios de salón lo importante es si están más arriba o más abajo en los asientos del Parlamento, cuantos grupos parlamentarios tienen o, ante la conformación de un gobierno progresista, lo único que les interesa es ser vicepresidentes y unos ministerios.
A mí, que soy de izquierdas de verdad, lo único que me interesa es alcanzar el poder para transformar la sociedad y ponerlo al servicio de los más necesitados y más débiles.
-Siempre habéis criticado a IUCM por estar alejada de la realidad. Hoy el PSOE puede pactar con un partido que surgió hablando que la democracia era Régimen, que defendían un régimen bolivariano, que había que salirse del euro, que no había que pagar la deuda, incluso eliminar la actual jefatura del Estado. Incluso dijeron que jamás serían vicepresidentes con Pedro Sánchez. ¿Y ahora?
– El PSOE está siendo muy coherente en la configuración del futuro gobierno. Más allá de hablar con quién y más allá de puestos, lo primero que hemos hecho es colocar nuestro programa electoral por encima de cualquier cosa. Lo primero de lo que queremos hablar es del “para qué”. Si llegamos al gobierno, lo que queremos es aplicar políticas para la mayoría, que ayuden a la gente que hoy se ve desamparada por las políticas del PP que tanto les ha castigado.
-¿Y del acuerdo del PSOE con Ciudadanos? ¿Cómo se conjuga que pacten dos partidos que dicen no ser partidos con uno que dice serlo como el PSOE?
-Si de lo primero que se habla es de la política, se puede hacer y se debe hacer. Nosotros lo primero que hemos dicho es lo que queremos y, a partir de ahí, intentamos buscar acuerdos y puntos en común con los demás. Nosotros a Ciudadanos ya les hemos dicho que queremos la concertación con los agentes sociales, que queremos cambiar la reforma laboral del PP. Estamos en conversaciones y vamos a ver cómo se desarrolla. Pero eso sí, hay algo que no me gusta y son los vetos.
-Una persona.
– Alfonso Guerra.
-Una definición.
-Una referencia personal e histórica.
-Una idea.
-La revolución de verdad.
-Un deseo.
-Que todo cambie a mejor.
-De qué te ríes.
-Del mundo.
-Una manía.
-Soñar.
-Un superpoder.
-Me encantaría poder hacer que la gente que se dedica a la política sea gente normal.