El tapón generacional en el Partido Popular es “insoportable”. La vieja guardia se resiste a abandonar el fuerte. Y las nuevas generaciones ya piden paso. Hasta ahora han sufrido en silencio el inmovilismo, pero hoy la batalla en la sombra ya es un hecho. “No vale con que Rajoy se vaya”, advierten fuentes ‘populares’ consultadas por Estrella Digital. “Es el momento de que una nueva generación dé un paso al frente”, insisten. En concreto, la de los nacidos entre “1960-1975”. Los “jóvenes” de la ‘era Aznar’ y a los que Rajoy tiene contenidos.
Una generación libre de toda sospecha de corrupción, que encabece la regeneración que necesita el partido. Esa regeneración cuya senda abrió Podemos, que PSOE e Izquierda Unida ya han asimilado y una auténtica asignatura pendiente para el PP. La vieja guardia está atrincherada en la séptima planta de Génova 13; y los nombres que se escuchan en los mentideros para suceder a Rajoy ponen los pelos como escarpias a muchos: los ministros en funciones Ana Pastor o José Manuel García Margallo, ambos, amigos del actual presidente. Una sucesión que sólo podría llegar a buen término si vuelve a ser por imperativo del dedo divino del jefe. “Ésta no es la solución”, insisten fuentes ‘populares’.
“Es el momento de que los Aguirre, Villalobos, Rudí, Barberá, Montoro, Margallo y Fernández Díaz den un paso atrás. Llevan demasiado tiempo en primera línea”, advierten en el PP. Ahora, dos nuevas familias políticas han empezado a sacar la cabeza. Las dos, lideradas por mujeres: el sorayismo y el cifuentismo ya buscan su hueco. Aunque aún en niveles diferentes. Todavía no existe un enfrentamiento directo entre ambas, como sí existió entre el marianismo y aznarismo, puesto que aún juegan en ligas diferentes.
Los acólitos de Santamaría toman Génova
El sorayismo predomina en el ámbito nacional. Liderado por la todopoderosa vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Se trata de una generación de profesionales altamente preparados, que rondan los cuarenta años y que son brillantes tecnócratas. Están limpios de cualquier sospecha de corrupción. De trato afable, no sólo caen bien en la prensa, sino también entre sus rivales políticos. La «ambición política» de Santamaría es «indiscutible”, advierten fuentes cercanas a la vicepresidenta. “Pero sabe que está demasiado ligada a Rajoy y que es posible que caiga con él”, insisten las mismas fuentes.
No obstante, ha sabido proteger su legado. Sus apoyos en Génova no son especialmente fuertes, pero sí los de algunos de sus correligionarios. Es el caso del ministro de Sanidad en funciones y presidente del PP vasco, Alfonso Alonso. Actualmente, uno de los mejor situados para liderar el PP ‘postrajoy’, incluso ya mejor que el eterno delfín, Alberto Núñez Feijóo, cuya controvertida relación con el narcotraficante Marcial Dorado podría haber enturbiado su proyección nacional, y más en un tiempo tan convulso como el actual, en el que la corrupción y las amistades peligrosas se pagan caras en las urnas.
Este año hay nueva convocatoria electoral en Galicia, pero Feijóo aún no ha aclarado su futuro. No ha confirmado su continuidad al frente del PP de Galicia. Y menos aún si será de nuevo el candidato a la Xunta (las encuestas ya apuntan a una derrota). Su nombre vuelve a figurar en las quinielas que los ‘populares’ empezaron a confeccionar tras los resultados endiablados del 20D para el PP. Feijóo se niega a sacar cabeza (es probable que se la cortaran si lo hiciera de motu proprio), pero sí se está dejando querer por aquellos que ven en él la salvación del PP: talante político, carisma y una amplia experiencia en la gestión pública, avalada y legitimada por dos mayorías absolutas consecutivas.
Así que, por lo que pueda ocurrir, el sorayismo también ha escogido buenos sitios en el Congreso y en el Senado, lugares imprescindibles para el reclutamiento de apoyos. Fue precisamente en la cámara baja donde surgió el llamado club de los “sorayos”, hoy una de las familias fuertes en el PP. El pasado 20D, Santamaría logró tres puestos clave para los suyos en la lista madrileña para el Congreso: el ‘número dos’, que ocupa ella, el quinto para Álvaro Nadal, y el séptimo para José Luis Ayllón. Alfonso Alonso, actual líder del PPE, tenía el escaño asegurado: iba de ‘número uno’ por Álava.
Además, también logró colocar en el Senado a la directora de gabinete adjunta de la Vicepresidencia del Gobierno, Edelmira Barreira, una de sus personas de máxima confianza en el Ejecutivo, hoy senadora por Ourense. Es su primera experiencia en la política, pero ya tiene cargo destacado en la cámara alta: portavoz de una de las comisiones más importantes , la Comisión Constitucional.
La ambición de Cifuentes se circunscribe a Madrid
El cifuentismo, por su parte, sólo se impone aún en el ámbito regional. “Y así seguirá siendo durante un largo periodo de tiempo”, advierten en el PP de Madrid. “No tiene ninguna intención de liderar el PP nacional, al menos de momento”, aseguran fuentes próximas a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Cristina Cifuentes, a diferencia de Santamaría, sí lidera este movimiento desde la primera línea. No obstante, su lugar ahora está en Madrid, haciendo frente al Aguirrismo, que pasa por sus horas más bajas después de que Esperanza Aguirre dimitiera por “responsabilidad política”. Ya ha sido designada por Rajoy presidenta de la gestora que se ha creado en la región, pero su intención es instaurar un sistema de primarias para elegir al nuevo líder del PP de Madrid. Una iniciativa que aún tendrá que esperar. Rajoy ya ha dicho que no habrá congresos regionales y provinciales mientras no se celebre el nacional. Y esto no se producirá hasta que haya inquilino en La Moncloa.
Por ello, un sector del PP tiene claro cuál sería el escenario más óptimo para dar portazo al pasado: que Pedro Sánchez sea investido presidente ya. Ésta sería la fórmula más rápida para que se abra una nueva etapa en el PP nacional similar a la que se ha iniciado en la ciudad de Valencia y en la Comunidad de Madrid. De no ser así, los ‘populares’, acostumbrados a sufrir en silencio, no les quedará más remedio que aceptar unas nuevas elecciones con Rajoy al frente (así lo estipulan sus estatutos). Si la derecha (PP+Ciudadanos) logra mejorar sus resultados respecto al 20D y Rajoy finalmente revalida mandato, es posible que el marianismo se legitime cuatro años más.
Sería una pésima noticia para esa generación que hoy pide paso. Para entonces, habrá más opciones en alza. Hoy el nombre de Pablo Casado ya suena con fuerza, pero aún se le considera muy joven. Dentro de cuatro años y con una tendencia en alza como la que mantiene (portavoz del PP y asiduo a las tertulias televisivas y radiofónicas) igual ya resulta invencible.