Son unos 200 militares que han pasado algo más de tres meses de misión en el Mediterráneo a bordo de la fragata Numancia. Su misión en la Operación Sophia se acaba –les da el relevo otra fragata, la Reina Sofía- y vuelven desde las aguas de Sicilia a Cádiz después de haber rescatado a 1.220 personas que navegaban por el Mediterráneo, muchas veces a la deriva, otras, -casi siempre-, hacinados en barcazas a punto de volcar por el peso y la inestabilidad de la mar.
En la Numancia, un equipo de militares transforma parte del barco (y de sus propias funciones habituales) para rescatar a los migrantes cuando se detecta una embarcación y reciben el aviso para acudir a rescatarlos. Desde el aire, los aviones y helicópteros que participan en la operación –también con medios del Ejército del Aire– localizan la embarcación y les informan del estado de la embarcación y de las personas a bordo.
La ejecución del rescate
“Una vez que llegamos a la posición y tenemos una identificación visual, sacamos pequeños botes con personal de seguridad, de salvamento y sanitarios, que aproximan a a barca”, explica el capitán de corbeta Jose Luis Calvo Pérez, que dirige la maniobra.
Lo primero que hacen es hablar con ellos, tranquilizarles para que no haya movimientos bruscos en la barca que puedan hacer que vuelque. “La principal dificultad es el estado de nerviosismo del primer momento. Cuando los migrantes ven que nos acercamos tienden a ponerse nerviosos, sobre todo las personas que vienen con algún problema, con alguna lesión, embarazadas, bebés…”, cuenta el cabo José M. López, uno de los integrantes del Equipo Operativo de Seguridad, los primeros en acercarse a la embarcación.
La mayor parte de las personas que viajan en estas barcas, a menudo en mal estado, van sin chaleco salvavidas, así que, en cuanto los marinos se aproximan, les dan uno. “Después, comenzamos a ‘barquearles’ en grupos de 8 a 12. Primero las mujeres y niños. Una vez que llegan a bordo, les hacemos un primer chequeo médico” y si alguno necesita alguna atención médica específica se les lleva a la enfermería preparada en uno de los compartimentos de la fragata.
La fragata se convierte en un centro de primera acogida improvisado. Todo se trasforma para atender a los inmigrantes y ofrecerles un lugar más cómodo hasta su traslado a un puerto, donde las autoridades italianas tienen su dispositivo de acogida.
Pero no siempre es fácil. Las condiciones de la barca o de la mar hacen complicado el rescate. “Estamos hablando de embarcaciones de 12 metros de eslora, en las que viajan unas 120 personas, mucha gente para una embarcación tan pequeña. Cualquier movimiento de peso o el propio oleaje puede provocar que la embarcación caiga al agua”, explica el capitán de corbeta Calvo.
Las condiciones en las que van las personas a bordo también condicionan el rescate. Viajan personas mayores, con lesiones y embarazadas y si su situación no es buena, son trasladados de inmediato. “En la última intervención, había un recién nacido, con un mes”, cuenta el cabo López, y hay que hacer todo con cuidado y precisión.
“Lo primordial es conseguir separar los sentimientos y las emociones en ese momento para lograr hacer el trabajo lo más efectivo posible. Pero a veces, es complicado, uno es padre y cuando ve a una madre con un bebé… Es duro”, confiesa el cabo López. Aun así, es una tarea “satisfactoria”: “Lograr salvar a una persona de una muerte segura es el mayor premio de este trabajo”, sentencia el cabo.
Continúa el tráfico
El capitán de Fragata Juan Bautista Pérez Puig dirige el buque que hasta estos días formaba parte de la 'Operación Sophia', una misión de la Unión Europea que empieza a tener resultados.
“La operación sí que contribuye a frenar el número de traficantes. Desde que comenzó, en junio del año pasado, hay ya 50 sospechosos traficantes en manos de las autoridades italianas, hemos destruido o requisado más de 80 embarcaciones que se dedicaban a al tráfico de personas y se han rescatado a más de 13.000 personas”, explica el comandante Pérez Puig.
La fragata Reina Sofía da estos días el relevo a la Numancia en esta operación multinacional que, a la vista del flujo migratorio a través del Mediterráneo, no acabará pronto.