El expresidente catalán Artur Mas ha reivindicado hoy a CDC como un partido «decente que no se ha doblegado ante los ataques más feroces» de «delincuentes de Madrid que fabrican dosieres para hundir» a su formación, mientras que ha defendido la «lealtad» de sus colaboradores.
En el mitin final de campaña en Manresa (Barcelona), Mas, empleando un tono elevado, ha afirmado que es un «soldado al servicio del presidente de Cataluña», Carles Puigdemont, y ha pedido el «voto de la decencia a los que mantienen su compromiso».
«La decencia de un partido como Convergència, que no se ha doblegado ante los ataques más feroces, que ha aguantado de pie, al servicio de la causa de Cataluña», ha exclamado Mas, que ha participado en el mitin en el Teatro Kursaal junto con el cabeza de lista, Francesc Homs, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
Ante el caso de las conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso, Mas ha señalado que «por mucho que lo hayan intentado no han conseguido ni lograrán» tumbar una causa soberanista «imbatible».
En alusión a la aparición en las conversaciones del nombre del dirigente convergente Germà Gordó como parte de una supuesta operación para relevarle de la presidencia de CDC, Mas ha hecho una cerrada defensa de sus colaboradores, sin citar nombres.
«Mis colaboradores me fueron leales y fueron leales a la causa de Cataluña; los delincuentes eran los de allí, los de Madrid, que fabricaron dosieres para hundir el prestigio y la credibilidad de dirigentes de Cataluña que se la estaban jugando por la libertad de este país».
«Los delincuentes que están allá y no saben dimitir», ha añadido en alusión a Jorge Fernández Díaz.
El presidente de CDC ha alertado de que Podemos puede ser un «aliado contra la causa catalana», la CUP apenas hace «cosquillas» al Estado y ERC solo «un poco», pero CDC, ha resaltado, es la que «les saca de quicio».
Mas ha llamado a ampliar la base soberanista sumando indecisos en un momento en el que «se ve hasta dónde» puede llegar a actuar el Estado «de forma indigna e innoble».
EFE