Pedro Sánchez cumple este martes dos años como secretario general del PSOE condicionado por los malos resultados de las elecciones generales, lo que ha mermado casi por completo sus opciones de gobernar, al tiempo que ha vuelto a dar alas al sector crítico para plantarle batalla en el próximo congreso.
Sánchez fue proclamado en el cargo el 26 de julio de 2014, dos semanas después de derrotar en las primarias a Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias con la bendición de dirigentes como la presidenta andaluza, Susana Díaz.
El nuevo secretario general tomó las riendas del partido con la consigna de «cambiar el PSOE para cambiar España», aunque su fallida investidura el pasado marzo y el saldo de las urnas del 26 de junio le han impedido cumplir íntegramente su objetivo.
El revés, que ha hecho caer al PSOE de 90 a 85 diputados, mínimo histórico, ha descolocado a Sánchez, que ha quedado anclado por ahora en la oposición después de estar convencido de que iba a tener una segunda oportunidad para llegar a la Moncloa.
Sánchez cogió el partido hecho añicos tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba y después de un primer año en el que pareció enderezar el rumbo, con destacadas medidas internas de renovación y transparencia, no ha logrado dar el salto electoral que esperaba, a pesar de contener el ascenso de Podemos.
No obstante, en Ferraz consideran que el balance del bienio es «positivo», sobre todo porque «dentro del mapa político tan cambiado y fragmentado, el PSOE sigue siendo sin duda la fuerza que lidera la izquierda«, han señalado fuentes del entorno de Sánchez.
También inciden en que los socialistas cuentan ahora con mucho más poder autonómico y municipal, con siete gobiernos regionales -y en coalición en dos más- y más de 2.800 alcaldes.
Con cinco elecciones a sus espaldas en dos años y ante la consolidación de los nuevos partidos y de la «pinza» de PP y Podemos, el equipo de Sánchez sostiene que ningún otro secretario general socialista «se ha enfrentado a una situación» similar.
«Es un hombre fuerte que ha soportado carros y carretas. No sé si cualquier otro hubiera aguantado», destaca una de las personas de confianza del líder socialista en la Ejecutiva federal.
Al desgaste por la contienda electoral, se une la erosión de puertas adentro, puesto que Sánchez ha tenido que hacer frente a la 'oposición' de los barones críticos casi desde que tomó las riendas del partido.
«Su liderazgo se ha debilitado porque le han puesto muchos palos en la rueda, sobre todo desde Andalucía», lamentan las fuentes de la dirección.
A pesar de las trabas, el secretario general mantiene su idea de aspirar a la reelección en el próximo congreso, previsto antes de fin de año, al escudarse en que está «al principio de su mandato» y que se siente «orgulloso» de seguir contando con la confianza de la militancia que le apoyó con su voto libre, directo y secreto.
En su entorno subrayan que «ésa es la legitimidad, no solo de un secretario general, sino la de todo un partido».
Después de varios amagos, el sentir generalizado en las federaciones es que la facción crítica le planteará batalla en el congreso para intentar descabalgarle.
Con todas las miradas puestas en Susana Díaz, que mantiene silencio sobre si dará el paso, ya han sido varios los tótems socialistas, como Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page o José Luis Rodríguez Zapatero, que han conjeturado que Sánchez tendrá rival.
Entre los aliados del secretario general, están seguros de que pese a la influencia de los aparatos del partido, va a aguantar el pulso.
«Si algo le caracteriza es su voluntad. Se ha ganado a las bases«, elogia un secretario general provincial.
Los críticos, en cambio, le afean que al poco de tomar el mando, con el fin de «mostrar autonomía, empezara a tomar decisiones sin consensuarlas con los barones» en asuntos como el del modelo territorial, donde «va más allá» de la postura tradicional del PSOE.
«De ahí que le apoyen sobre todo en regiones como Cataluña, Baleares o País Vasco», apunta a EFE un diputado andaluz.
EFE