La Audiencia de Cantabria ha condenado a 15 meses de cárcel a un padre por las lesiones graves que provocó a su hijo al zarandearle porque no paraba de llorar.
El tribunal considera que este hombre es autor de un delito de lesiones por imprudencia grave y, además de la pena de cárcel, le retira la patria potestad durante quince meses y le prohíbe acercarse a menos de 300 metros de su hijo durante tres años.
La Audiencia de Cantabria confirma así una sentencia dictada por el Juzgado de los Penal número 2 de Santander, que consideró probado que las secuelas que sufre el niño -un retraso motor, epilepsia, estrabismo e hidrocefalia- son consecuencia del zarandeo.
Los hechos se produjeron el 10 de julio de 2013 en el domicilio familiar, cuando el bebé, que entonces tenía cinco meses y diez días, empezó a llorar por un cuadro de molestias intestinales, según se recoge en la sentencia, hecha pública hoy.
Ante la imposibilidad de calmarlo, el padre, que estaba solo en casa con su hijo, le zarandeo «bruscamente», omitiendo las «más elementales normas de diligencia exigidas» en el cuidado de un niño de esa edad, con inmadurez neurológica y cerebral y en pleno desarrollo cerebral.
El tribunal reconoce que el padre no se percató de que de su actuación se podían derivar consecuencias tan graves.
A la mañana siguiente, el padre llevó a su hijo a un centro médico al observar los graves síntomas que padecía: vómitos, inapetencia e hipotonía generalizada.
Como consecuencia del zarandeo, el menor sufrió un traumatismo craneoencefálico por sacudida, crisis epilépticas parciales, hematomas y la colocación de un drenaje y estuvo hospitalizado dos meses.
La Audiencia de Cantabria basa su sentencia en la declaración del padre ante la policía y en sede judicial, donde contó que llegaba cansado del trabajo y que no podía dormir y que había cogido al niño de frente y le había dicho «ya, ¿no? y en los informes de los médicos que atendieron al niño y los forenses.