Los unió Eduardo Madina. O para ser más precisos el rechazo a su candidatura a la Secretaría General. Pedro Sánchez quería porque quería serlo él y Susana Díaz porque necesitaba ganar tiempo recién llegada al liderazgo andaluz. Forjaron un acuerdo: tú a la secretaría general y yo a las primarias para las elecciones generales. Pero Sánchez escondía un as en la manga. Una vez ganado el voto militante con el impulso andaluz, liquidado Madina y ocupando el despacho más importante de Ferraz, de lo prometido, nada. Así se gestó la guerra entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, él ajeno a la formación hasta su llegada a la secretaría general y ella formada en las filas del partido desde su juventud.
En 2014 pactaron un calendario común. Díaz, que dirige la federación socialista más grande del país, apoyaría a Sánchez en las primarias y más adelante pactarían la candidatura a la presidencia del Gobierno. Sánchez ganó. Sin embargo, según fuentes socialistas, el acuerdo fue efímero y a los pocos días el actual líder del PSOE le comunicó a la presidenta de Andalucía su intención de postularse como candidato a La Moncloa. Fuentes socialistas cuentan a este diario que Sánchez rompió el pacto de manera unilateral y fracturó también la tradición “negociadora” del partido. “El acuerdo de Susana Díaz y Pedro Sánchez se rompe inmediatamente. ¿Qué pasó? Pedro Sánchez le comunica a Susana Díaz su intención de ser candidato a la Presidencia del Gobierno”, apuntan.
A tenor de lo que cuentan quienes con su peso político o proyección personal lo auparon al liderazgo y luego fueron «despreciados» y «apartados» de las proximidades de Ferraz y viendo su comportamiento actual, parece un hecho cierto que siempre tuvo el propósito de no hacer caso a nadie, ignorar pactos y acuerdos con cualquier dirigente, Susana Díaz incluida, y caminar sin romper la mirada al reclamo de nadie más que él mismo. “Lo que ha hecho Pedro Sánchez ha sido romper toda la tradición de negociación y acuerdo. Se ha convertido en un tipo ‘personalista’”, dicen las mismas fuentes.
Atalaya en Ferraz
Sánchez ya ha querido dejar claro y de manera rotunda que “por supuesto que no” piensa dimitir si el próximo sábado el Comité Federal tumba su propuesta de celebrar el 39 Congreso del partido en diciembre con unas primarias el 23 de octubre. De hecho, esta postura es la que desconcierta a numerosos dirigentes y miembros del partido. “Perplejidad”, es la palabra que más suena entre los pasillos y despachos de la sede socialista. “Se mantiene en el poder. En su pequeña atalaya de Ferraz contra todos. Los que tienen tradición en el partido no están acostumbrados a esto. Cuando un candidato pierde, se va”, dicen miembros del partido.
“Las organizaciones que no reflexionan sobre sus fracasos están condenadas. La responsabilidad es del partido y Sánchez es el secretario general. Los éxitos no son de uno y los fracasos, de otros”, ha dicho este mismo lunes el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en una entrevista concedida a la Cadena Ser. Y eso mismo es lo que le reprochan los barones. “Criminaliza a los cargos públicos y orgánicos, los que ganan, mientras él pierde”, apuntan las mismas fuentes. Eso mismo es lo que denuncia el sector crítico. Piden “reflexión” y que no se “engañe” a los militantes. “Está engañando a los militantes, es un falsedad lo que propone, lo que quiere es perpetuarse en el cargo”, advierten. Creen que unas terceras elecciones supondrían un nuevo varapalo para el PSOE y que solo beneficiarían al PP.
De hecho, la guerra no ha terminado. Este martes, la presidenta de la Junta de Andalucía, ha reiterado su rechazo a un congreso express y ha insistido en que “primero es España” y después “los asuntos orgánicos”. Además, ha anunciado su intención de dar un paso al frente y ha confirmado que estará donde la pongan sus compañeros, “en la cabeza o en la cola”, recalcó.
Marina García-Rico