Después del experimento, vienen los lamentos. Cuatro meses después de las elecciones del 26 de junio y de la decisión de Izquierda Unida (IU) de confluir con Podemos, una parte de los que finalmente acataron esa alianza electoral pese a las dudas sobre su viabilidad, han explotado. “Irrelevancia”, “invisibilidad”, “desaparición” y “muerte definitiva” son algunos de los adjetivos utilizados por miembros de algunas de las corrientes que aún existen y forman parte de IU para explicar la situación por la que atraviesa actualmente la formación de izquierdas.
Hoy no hay alternativa al proyecto de Garzón en la izquierda clásica. Y si en diciembre hubiera nuevas elecciones, los críticos no dudan de que la confluencia con Podemos se mantendrá. Por el momento, sólo hay “pesimismo y frustración”, advierten fuentes cercanas a la formación. “La situación actual en la que se encuentra el país no deja mucho margen para nuevos proyectos. En los próximos meses, cuando todo esto se solucione, quizás pueda ser el momento”, advierten voces internas críticas con la dirección de Alberto Garzón, al que ya ven «muy implicado y posicionado en el conflicto interno de Podemos».
Este martes, la agencia EFE hizo público un secreto a voces: el sector de la candidatura, Sí con Más fuerza, que lideró la eurodiputada Paloma López para disputar el liderazgo a Alberto Garzón el pasado mayo no está conforme con la actual estrategia y denuncia públicamente que la unión con Podemos ha restado «influencia política» y “visibilidad” a Izquierda Unida. De hecho, José Antonio García Rubio, responsable de Empleo y Relaciones Laborales de la organización y compañero de candidatura de López, en la que también participó Cayo Lara, aseguró en un artículo publicado en Cuarto Poder que Izquierda Unida está cayendo en una «creciente irrelevancia política provocada por su subordinación» a Podemos.
Este diario ha intentado ponerse en contacto tanto con Paloma López como con García Rubio para conocer sus versiones en primera persona, pero los dos se han negado a hacer ninguna valoración a este respecto un día después de que se conociera su indignación con la actual dirección. Una sensación que, por otra parte, es compartida por otro de los sectores “minoritarios” que actualmente componen la coalición, como es el caso de Izquierda Abierta.
La facción liderada por el excoordinador federal Gaspar Llamazares finalmente pasó por el aro y reconoció el pacto alcanzado con Podemos, aunque la crítica nunca faltó. A Izquierda Abierta ya no le gustó que Garzón renunciara a encabezar la lista desde la izquierda con un proceso participado de primarias. Menos aún le gustó saber que su coordinador general ocuparía el ‘número cinco’ en la lista por Madrid. Y siempre alertó de que Podemos no estaba siendo “generoso” con su formación.
Hoy, varios meses después de la toma de esta decisión, desde Izquierda Abierta señalan que aquello que entonces parecía una “opinión”, hoy se ha convertido en una “constatación”. “Nosotros llevamos meses advirtiendo de que nuestra presencia política nos parece insuficiente”, explican desde esta facción, donde aún tienen muy presente el último desplante sufrido por Podemos, que estuvo a punto de dejar a su coordinador general sin ninguna portavocía en las comisiones del Congreso. Conocida la indignación de IU, Pablo Iglesias finalmente rectificó y le dio la de Hacienda, aunque para muchos miembros de la organización aquello ya fue un gesto “inaceptable”.
Críticas a las negociaciones de Alberto Garzón
Desde estos sectores críticos califican de “muy mala” la negociación que Garzón ha encabezado con Podemos. “Nos hemos quedado sin visibilidad”, advierten las fuentes consultadas, que reivindican su “voz propia” y su distintivo propio como organización “independiente y diferente”. “Hemos desaparecido de los medios de comunicación. Nosotros tenemos posiciones diferentes a las de Podemos, pero ya no tenemos altavoz. Garzón no es un diputado más, representa otra cosa”, insisten las mismas fuentes, que aseguran que por el momento la dirección tiene “una línea muy clara y habrá que volver a discutirla cuando toque”. “Nos preocupó esta deriva, y seguimos preocupados”.
Una posición que los críticos originales, que no aceptaron estas “imposiciones” iniciales procedentes del sector de Alberto Garzón y fueron “expulsados”, comparten, aunque advierten de que ya es “demasiado tarde”. “A buenas horas”, insisten desde Convergencia de La Izquierda, la formación que surgió tras la descomposición de IU-Comunidad de Madrid, y que ya da todo por perdido. “Garzón controla el 80% de la organización. Los grupos que lideran Paloma López y La Izquierda Abierta son muy minoritarios. La estrategia política a seguir es reducir toda esta confluencia a un sólo sujeto político que es Podemos”, explican desde esta formación.
“IU ha desaparecido”. Esta es la advertencia que desde hace meses se lanzaba desde los sectores críticos y expulsados de Izquierda Unida. Y la conclusión a la que hoy ya han llegado algunos de los grupos que claudicaron ante el apoyo relativo de la dirección y militancia a la confluencia pese a no estar de acuerdo. Cabe recordar que esta importante decisión fue tomada a principio de mayo por el 36% de la Presidencia Ejecutiva Federal, el máximo órgano de dirección de IU entre congresos, y el 28% de sus militantes y simpatizantes.
Fuentes cercanas a la formación de izquierdas sitúan el origen de estas nuevas protestas internas en el último congreso de EUPV y en la elección de su nuevo coordinador general. David Rodríguez, que se impuso ante su rival por 8 votos de diferencia, ya explicó a su partido que no se podía contar «con estos gobiernos del cambio o con pactos del Botánico que se están quedado en papel mojado”. “Esta es a la opinión a la que ahora se ha sumado el sector de Paloma López”, insisten las mismas fuentes, que al igual que Convergencia de La Izquierda, creen que estas voces ahora mismo en la dirección federal son “residuales”.
Elsa S. Vejo