Los datos del Barómetro del CIS publicados esta semana, que sugieren una importante caída de voto al PSOE, han ofrecido a la actual dirección socialista mensajes contradictorios.
A pesar de la alta carga de emocionalidad en el momento en que se hace la encuesta (días posteriores al conflicto en el Comité Federal y dimisión de Pedro Sanchez), los datos revelan que el voto socialista no se traslada a Podemos. Por otra parte, la encuesta muestra una importante debilidad en sectores sociales en los que los socialistas influían notablemente.
Por qué no habrá “sorpasso”
Los socialistas, que aceptan la desorientación de su electorado, resaltan que en la respuesta espontánea tanto al voto esperado y simpatía, como a ambas cuestiones, el votante socialista supera al de Podemos (16,7 frente a 11,2%).
Es en la cocina de la encuesta – donde opera el citado desánimo- donde Podemos logra adelantar a los socialistas pero no captura a sus votantes. Que en esos momentos de alta emocionalidad Podemos no se lleve al votante socialista desorientado es motivo de tranquilidad para el PSOE.
Opera en la misma dirección, la variable de simpatía y liderazgo. Podemos es un partido muy rechazado. El 52,2% del electorado nunca le votaría, cifra que se reduce al 44% en el caso de los socialistas. Hay, por otra parte, una dura frontera entre ambas formaciones: el 47,7% de los socialistas nunca votarían Podemos y el 44,6% de ese electorado nunca votará socialista. En la parte positiva, mientras un 18% del votante de Podemos puede votar al PSOE, solo el 16% de los socialistas votaría a la formación de Pablo Iglesias.
Se valora en este ámbito, igualmente, la capacidad de atracción hacia Ciudadanos. Mientras el rechazo a los socialistas es del 33%, en el caso de Podemos se eleva al 70%. Por otra parte, el 23% del electorado de Ribera podría votar al PSOE y solo 7% a Podemos
La imagen de Pedro Sánchez no solo no da un salto de calidad sino que no rentabiliza su victimismo. La valoración de Pedro Sánchez (3,35) se ha aproximado peligrosamente a la de Pablo Iglesias (3,22). Además, se cuenta en Ferraz, la imagen de Pablo Iglesias en su propio partido (6,5) es más baja que la que los votantes socialistas atribuían a su dirigente.
Igualmente, la agenda política opera en favor del Partido Socialista. A los votantes del PSOE les preocupan el desempleo y los problemas sociales (45,3 % lo consideran el primer problema), cinco puntos más que el electorado de Podemos. Por el contrario, este electorado centra su preocupación en los problemas del sistema político (37% lo consideran el problema principal) frente al electorado socialista que lo sitúa como primer problema en un 24,6%.
Sostienen los socialistas que a medida que se produzca la regeneración del sistema político, la recuperación de la preeminencia de los problemas sociales, favorecerá el encuentro con el electorado socialista. La cuestión de la forma de estado supondrá, a la larga, más problemas para Podemos que para el PSOE: solo el 16% del votante de Podemos se declara independentista o favorable a decidir la separación del estado, mientras en el caso socialista ese apoyo es mínimo.
Por último, la definición política que cada electorado hace de sí mismo puede contribuir a levantar muros entre ambas formaciones. El conjunto del electorado de Podemos se ubica en expresiones menos comprometidas que el electorado socialista. Solo el 27,3% del electorado de Podemos se declara socialista y comunista frente a un 25,4 que se declara liberal o progresista y un 8,6% socialdemócrata.
Razones para el temor socialista.
El temor socialista, especialmente en Madrid, es que la propuesta política de Errejón viniera a corregir el progresivo alejamiento de Pablo Iglesias de las definiciones ideológicas de su electorado. El triunfo de Ramon Espinar, aleja algo ese temor y mejora las estrategias de socialistas y populares a quienes conviene, como se ha dicho, una radicalidad que aleja a Iglesias de su electorado.
Ahora mismo, un 40% del electorado de Podemos ubica a su partido en las posiciones más extremas de la izquierda, alejado de la autoubicación personal. Una posición menos radicalizada podría romper el muro de rechazo ideológico que produce que el eje político de Podemos se sitúe en las posiciones más extremas.
Preocupa también que el origen social del electorado de Podemos determine unas preocupaciones que no tienen exactamente que ver con agendas sociales o políticas sino con exigencias de clase media radicalizada que se han separado del partido socialista.
El 48% del electorado de Podemos pertenece a clase alta, media alta o media, frente a solo el 36% del PSOE. Votantes que, en su integridad, son hijos e hijas de directivos y técnicos, con escasa vinculación a la clase obrera tradicional. El origen social de la mayoría de los votantes del PSOE procede de familias trabajadoras.
Estas nuevas clases medias, urbanas y formadas, tienen por su juventud, escasa experiencia y condiciones del mercado de trabajo, un nivel de renta muy inferior al que reclaman según su estatus de origen familiar y social. Que esta tendencia se mantenga, alienta un mercado populista de votos, ajeno a las preocupaciones sociales que sostiene el electorado socialista y mas centrado en las rentas. No es tanto la edad como esa motivación lo que ha alejado al PSOE de la nueva clase media.
Miguel de la Balsa