El 5 de enero es una fecha muy señalada y esperada por los más pequeños de la casa, pero este año el día también había sido marcada por los independentistas catalanes y por los críticos de Manuela Carmena. En Vic, el ayuntamiento decidió convertir una fiesta dirigida a los niños en un desafió al Estado español al repartir cientos de farolillos de luz con la imagen de 'estelada'. Además, el consistorio animó a todos los presentes en la Cabalgata a llevar una independentista. En Madrid, la otra ciudad señalada en este día, los detractores de Carmena esperaban con el diente afilado la aparición de los Reyes Magos en escena. El día 4 de enero, el Ayuntamiento de la capital anunció que sus majestades volverían a utilizar las mismas carrozas que el año pasado. Por este motivo, todos los opositores de Ahora Madrid pensaron que Manuela Carmena se iba a atrever a volver a vestir a Gaspar, Melchor y Baltasar con los estridentes trajes de la edición de 2016. Al final, el desafío independentista fracasó estrepitosamente y los uniformes tradicionales cedieron el protagonismo a los verdaderos reyes de la fiesta, los Reyes Magos.
La Asamblea Nacional Catalana (ANC) estuvo sola en su llamada a que la ciudadanía acompañara el desfile con los farolillos de la estelada y banderas independentistas. Òmnium Cultural y ERC acabaron por desmarcarse de una acción que consideraron que iba demasiado lejos. Unas 2.000 personas iluminaron las calles de Vic con el farolillo independentista, una clara minoría en un acto que atrajo a miles de vecinos. Por la tarde, hubo colas para hacerse con un farolillo en los dos puntos en los que la ANC los repartía a cambio de la voluntad, porque el desafió independentista no es gratis y ha de sufragarse con dinero de los interesados. Hubieran sido más si la ANC hubiera tenido capacidad de producir más. Tampoco hubo presencia de banderas 'esteladas' en el recorrido.
Por su parte, en Madrid, Carmena recuperó la Cabalgata más tradicional. Los Reyes Magos volvieron a su vestimenta más tradicional y clásica. La normalidad y la ausencia de polémica reinaron en un recorrido que contó con 12 carrozas, una treintena de escenas y 2.000 participantes que desfilaron en la tarde del día 5 de enero por el centro de la capital. Como cada año, la comitiva real partió de Nuevos Ministerios para terminar en la Plaza de Cibeles, un desfile que este año estuvo marcado por las fuertes medidas de seguridad adoptadas para evitar atentados como los ocurridos el año pasado en Niza y Berlín.
Este año los vehículos de más de 3.500 kg tuvieron prohibido circular o permanecer estacionados en el perímetro de seguridad, que se establece en un kilómetro alrededor del recorrido. Esta medida ya se ha puesto en marcha sin problema en las cabalgatas de barrio que se vienen celebrando en la ciudad desde el pasado día 3 de enero. Una de las novedades de este año en la cabalgata fue la participación de intérpretes que narraron en lengua de signos el relato de varias carrozas, con el objetivo de hacer más accesible el desfile.
Carlos Lospitao