sábado, septiembre 21, 2024
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Las discrepancias de Defensa con el JEMAD pueden acelerar los cambios en la cúpula militar

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Pocos comparten el relajado conformismo con que el jefe operativo de las Fuerzas Armadas, el almirante general Fernando García Sánchez, ve la pérdida de capacidades militares por las estrecheces económicas. Los que menos, la actual dirigencia del Ministerio de Defensa, que no comparte el Planeamiento que prepara el actual JEMAD y que tendrá que ejecutar otro JEMAD, un general de ejército de Tierra, según la tradición no escrita para los relevos en el cargo. Solo esta discrepancias pueden acelerar el tranquilo relevo previsto por la ministra María Dolores de Cospedal.

Esta tranquilidad en la renovación de la cúpula militar sigue trayendo quebraderos de cabeza a muchos en el Ejército de Tierra, de donde provendrá el próximo Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). Desde que llegó al cargo el 4 de noviembre, la ministra no ha dado muestras de sus intenciones en cuanto a los cambios que hará tanto en el EMAD como en la cabeza de los cuarteles generales de los ejércitos.

Pero hay alguien que podría acelerar ese cambio: el actual JEMAD. Las propuestas del almirante general Fernando García Sánchez sobre la planificación de las Fuerzas Armadas, el llamado Planeamiento de la Defensa, no encajan con los que tienen los actuales dirigentes del Ministerio y de los Ejércitos. Estos planes han hecho que todos se pongan de acuerdo: desde la ministra, el secretario y subsecretario de Defensa hasta los jefes de Estado Mayor de los tres Ejércitos rechazan los planes propuestos por el JEMAD, según fuentes militares.

Uno de los aspectos que no gustan de ese borrador que prepara el actual JEMAD es que continúa la línea de contención del gasto, lo que supone la no renovación a medio plazo de muchos de los materiales y tratar de seguir aprovechando su vida útil.

Un ejemplo de ello es la renovación de los cazas Harrier –los únicos de despegue vertical de que disponen las Fuerzas Armadas. Defensa ya previó invertir en el alargamiento de su vida en 2014 y destinó una partida de unos 50 millones de euros para conseguir que estén operativos hasta 2025. Pero desde la Armada insisten en que es necesaria la renovación de este tipo de cazas, cuya actividad tiene fecha de caducidad.

De hecho, el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), Jaime Muñoz-Delgado, ya dijo hace meses que el “sustituto perfecto” sería el caza F-35, construido por un consorcio liderado por Lockheed Martin.

Sin embargo, las ideas que tiene el actual JEMAD y que conocen todos los altos cargos de Defensa y de las Fuerzas Armadas, no cumplirían esas aspiraciones de la Armada. Tampoco con la renovación de las fragatas F-80 por las F-110. El AJEMA considera que este es uno de los proyectos más importantes para la Armada y que debe ser impulsado cuanto antes, ya que las F-80 cumplirán 35 años en 2022 -a mitad de su vida útil- y tienen que ser renovadas.

El proyecto de definición de la F-110, uno de los Programas Especiales de Armamento (PEAs) ya en marcha en el que trabajan Indra y Navantia, acabará a finales de 2017, cuando tendrá que decidirse si se prepara la orden de ejecución con la que comenzará su construcción.

Planeamiento de la Defensa

Este frenazo que propone el almirante general García Sánchez los proyectos de los ejércitos no gusta ni en los cuarteles generales ni en Defensa, donde se prevé aumentar la inversión en Defensa.

La ministra ha anunciado su intención de “recuperar músculo económico” y aumentar el gasto militar hasta alcanzar el 2% del PIB en la próxima década, lo que chocaría con estos planes de contención del gasto en el Planeamiento de la Defensa, el plan a largo plazo que establece las prioridades de organización de las Fuerzas Armadas y que tiene que ser diseñado.

Mientras tanto, desde el punto de vista económico, Defensa tiene la intención de incluir el pago de los Programas Especiales de Defensa de 2016 en los Presupuestos Generales del Estado, después de que el Tribunal Constitucional rechazara la fórmula del decreto-ley para realizar los pagos. En total, se baraja que los presupuestos alcancen los 1.800 millones, 700 para los PEAs de 2016.

Paula Pérez Cava

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