Febrero ha empezado con alivio en materia de precios de electricidad. Este primer día de mes, el precio medio se ha establecido en 49,02 euros el megawatio; el precio máximo será 60,7 euros. El pasado 25 de Enero la energía eléctrica supero los cien euros el precio máximo, y se situó el precio medio por encimo de los 90 euros.
La energía eólica e hidráulica han superado, este primer día de mes, el 31% de la contribución a la demanda energética, contribuyendo a abaratar el precio.
El precio de Enero y las estrategias empresariales.
La subida de los precios de la energía eléctrica ha determinado una factura que en Enero será un 29% más cara que el año pasado. 18 euros respecto al mes pasado según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
Las empresas han utilizado el carácter “marginalista” del mercado, que el precio de la energía más cara se aplique a todas, para sus estrategias comerciales. En primer lugar, se ha producido un escandaloso aprovechamiento de los márgenes comerciales de las energías mas baratas y ya amortizadas.
La Unión Europea ya ha advertido en un informe sobre España que “una competencia insuficiente en el sector energético ha contribuido a favorecer una compensación excesiva de algunas infraestructuras, tales como centrales nucleares y grandes centrales hidroeléctricas, ya amortizadas“.
En el caso de las centrales hidroeléctricas los precios percibidos se sitúan por encima de sus costes entre un 480 y un 600%. Los precios percibidos por las centrales nucleares se sitúan entre un 180 y un 227% por encima de sus costes. Es decir, las empresas españolas han vivido dos meses (Diciembre y Enero) de márgenes casi abusivos.
Por otro lado, las eléctricas están aprovechando la coyuntura para trasladar a sus clientes desde las tarifas reguladas (Las PVPC, precio voluntario para el pequeño consumidor, que afectan a casi trece millones de consumidores) hasta sus tarifas planas desreguladas.
El propio Ministro señalo, recordando datos de los que ha informado el regulador, «a largo plazo, ninguna tarifa de las ofrecidas por las eléctricas es más barata que la PVPC».
La volatilidad de los precios ha sido tan escandalosa que han abierto una crisis política que ha superado al Ministerio y ha puesto en la mira del Ministerio el comportamiento del mercado.
FAES sale en defensa de las empresas
No solo el Gobierno ha manifestado su voluntad de intervenir en el mercado gasístico, sino que se ha mostrado dispuesto a debates con las fuerzas políticas parlamentarias que han impugnado completamente la regulación eléctrica. En ese contexto, la FAES, la fundación de Aznar no ha querido dejar pasar la ocasión de confrontar con las reflexiones del Ministro y, de paso, hacer lobby a favor de las empresas.
Según FAES, el problema no es el mercado o su carácter marginalista que sobrebeneficia a las tecnologías más baratas. “La razón de los elevados precios del mercado mayorista observados en las últimas semanas hay que buscarla en una serie de circunstancias coincidentes y en la propia naturaleza del producto”.
Por si acaso la crisis ha generado alguna sospecha sobre las empresas, la plataforma dirigida por Aznar se pregunta y se responde: “¿estamos ante un problema del mercado mayorista de la electricidad? La respuesta razonada indica que no… Realmente, el problema del precio de la electricidad no está en el precio del mercado mayorista sino en el precio que recibe y paga el consumidor”
Es decir, la culpa es que hay muchos consumidores en la tarifa regulada y por otro que se paga mucho por las externalidades. Naturalmente, entre esas externalidades que preocupan a Aznar no se encuentran las que favorecen a las empresas sino aquellas que se destinan a la financiación de energías renovables.
En suma, advierte Aznar que la situación de alarma social, en la que no se excluyen dosis de demagogia política, no debería llevar a modificaciones en la regulación.
Pero el problema si es el mercado
La normativa actual hace que la participación de los ciclos combinados de gas y el carbón en el mix energético, marquen el precio de mercado, y este sea extremadamente alto para retribuir a otras fuentes de producción cuyos costes de generación son muy inferiores a dicho precio. Si se niegan las “sobreretribuciones”, actuando en momentos de muy elevada volatilidad, se podría reducir en un veinte por ciento el precio de la energía eléctrica.
Miguel de la Balsa