lunes, noviembre 25, 2024
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Catalá marca la línea roja en el juicio oral

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Si de algo no se puede acusar a ministro de Justicia, Rafael Catalá, es de falta de redaños. Tras desgranar durante casi 40 minutos de memoria un decálogo sobre las necesidades, problemas y expectativas de la Justicia, el auditorio del desayuno de trabajo de Europa Press hizo caso omiso a la hora de preguntar y disparó con la investigación contra el presidente de la Región de Murcia por el ‘Caso Auditorio’, conectado de alguna manera con ‘Púnica’. ¿Debe dimitir Pedro Antonio Sánchez? Solicitó actuar con “la prudencia de esperar a conclusiones firmes”, es decir, “las medidas, cuando se abre juicio oral y se está inculpado”. El valor es decirlo delante de la cara escrutadora del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco –el motor del ‘Caso Púnica’–, sentado en la sala, con tiro de vista directo al ministro. Un tiro, una mirada, por cierto, un punto sardónica.

El ministro pudo hablar hasta desgañitarse de asuntos como la reforma del Estatuto del Fiscal, la confianza del ciudadano, la agilidad de la Justicia, incluso de la transformación digital de la Justicia o del Contrato de Arrendamientos de Servicios Inmobiliarios, o algo parecido (“ustedes me disculparán, pero así se llama”, dijo con gracejo), pero las largas decenas de autoridades que formaban el auditorio (varios ministros, secretarios de Estado, autoridades judiciales y hasta el astuto Félix Sanz, director del CNI) estaban a otra cosa.

Cosas como el pormenor del encuentro de Catalá con Carles Puignemont, “a solas» según un diario. El ministro confesó que había pasado dos horas efectivamente con el president de la Generalitat, pero lo de a solas…. Resultó ser la celebración de San Raimundo de Peñafort en Barcelona, en un salón de actos. ¿Y de qué habla un ministro con un Honorable president al borde de la rebelión? Pues de cláusulas suelo, las tasas judiciales, según confesión propia, de la ansiada remontada del Barça contra el PSG también, se aventuraba alguien del auditorio. El caso es que dentro de esa normalidad en el trato que transmite Catalá, cabe reseñar que remarcó que el conseller de Justicia, Carles Mundó, “es mi amigo”. Igual las cosas, en la esfera privada y lejos de los micrófonos, no son ta tremendas como parece.

El ministro tuvo palabras también para la nueva propuesta de Pedro Sánchez, esta vez para formar un Frente Popular, después de haber llegado a un acuerdo de investidura en su día con Ciudadanos. La “plurinacionalidad” parece una de las propuestas de Sánchez esta vez, que el ministro califica de “eslogan”: “Menos eslogan y más desarrollo político”.

La Justicia, a la que todos quieren pulcra e independiente, está sometida a los más duros embates de la actualidad y las declaraciones altisonantes. Y de los intentos de influencia. Un caso paradigmático es el recién juzgado ‘Caso Nóos’, con la sentencia de culpabilidad –y cárcel– contra el cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin. El ministro Catalá recordó las condiciones que se dan para el cumplimiento de las sentencias de cárcel a falta de ser firmes, que hay que atender a cuestiones familiares y de peligrosidad, y miró de reojo a las decenas de magistrados que –si bien con mirada menos sardónica que la de Velasco–, lo observaban: “Aquí hay muchos expertos en la materia”, aseguró.

Uno de los asuntos mollares de la Legislatura va a ser la reforma del Estatuto de los Fiscales, que lleva en vigor desde 1981. El objetivo es que sean los fiscales quienes encabecen las investigaciones judiciales, no los jueces como ocurre hasta ahora. Precisamente este miércoles se nombran nuevos fiscales jefes, entre ellos el de Anticorrupción. La Fiscalía suele estar en el ojo de algunos huracanes mediáticos por su necesaria dependencia jerárquica. Catalá abogó por no “hacer experimentos”, como el propuesto de que el Fiscal General sea nombrado por el Parlamento, “algo que no sucede en ningún lugar que yo conozca”. El argumento de Catalá es que si se quiere independencia judicial del poder político, no parece la mejor vía que sean el juego político del Parlamento de quien dependa un Fiscal General.

Otra renovación candente es la de magistrados y presidente del Tribunal Constitucional. Sin afirmar que sea el candidato gubernamental, sí defendió la posición de Andrés Ollero, exdiputado del PP y desde hace unos años magistrado del Tribunal Constitucional: “sería bueno que el tiempo de servicio a las instituciones no sea visto como un desdoro”, afirmó.

En la línea de regeneración de la confianza de los ciudadanos en la política, el ministro apuntó a la «limitación de los aforamientos», asunto en el que aseguró que está en consonancia con las más altas instancias judiciales.

Antes de afrontar el considerable atasco de coches oficiales con su vetusto Audi del Parque Móvil del Estado, el ministro se pronunció sobre la posibilidad de un referéndum en Cataluña en el marco su posible aportación al presunto “Plan Cataluña” encabezado por la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría. Lo hizo con una sentencia de lo más torera: “Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible”.

Joaquín Vidal

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