Ni referencia a los riesgos ni presentación equilibrada del producto. Información imprecisa, recomendaciones disfrazadas de asesoramiento. En definitiva, malas prácticas comerciales que estuvieron en el origen de la comercialización de numerosos productos financieros en la época precrisis y que castigaron a muchas familias. Las entidades financieras no aprenden y la CNMV les ha pillado.
Hay muchas razones por las que la venta de productos financieros en las oficinas tiene un mal futuro. La reducción de la red de oficinas – en un par de años habrá más de un veinte por ciento menos de puntos de venta-, y la competencia de las empresas basadas en nuevas tecnologías son un hecho evidente. Pero la falta de crédito de las prácticas comercializadoras tras la crisis es otro dato especialmente relevante.
Desde 2008, más de 16.000 millones de euros, al menos, han sido colocados a inversores tanto particulares como institucionales, con un sinfín de títulos, participaciones preferentes y bonos de distinto tipo , sin advertir de los verdaderos riesgos que suponían dichas operaciones.
Mystery Shopping
En colaboración con una empresa externa, la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha visitado oficinas de diversas entidades financieras. Lo ha hecho utilizando la técnica del “cliente misterioso”, ocultando la identidad de quien hace el ejercicio de investigación. La investigación se ha referido a la fase preliminar de las inversiones que los hipotéticos clientes buscaban.
La actuación se ha dirigido a una muestra de entidades que aglutinan en torno al 50% de las sucursales bancarias. Entre los meses de septiembre a noviembre, se han realizado en total 450 visitas, simuladas por 179 «clientes misteriosos» en 20 grandes poblaciones, distribuidas por todo el territorio nacional. En ninguna simulación llegó a completarse la compra del producto.
En esta fase, las recomendaciones, los datos y la información sobre riesgos son los datos más importantes que la CNMV requiere de las prácticas de comercialización de productos de inversión en las oficinas de las entidades financieras. Es notable que estas ofrecen fundamentalmente, fondos de inversiones que las propias entidades gestionan.
La conclusión ha sido que hay “debilidades”. La CNMV ha advertido que utilizará la información en sus informes.
Las malas prácticas habituales
Como se ha señalado, en la mayor parte de los casos los productos que se comercializan son fondos de inversión que gestionan las propias entidades. En este caso los bancos debieran ofrecer al cliente el denominado Documento de Datos Fundamentales para el Inversor (DFI). Sin embargo, las entidades entregan fichas comerciales en lugar del documento obligatorio.
Por otra parte, la totalidad de los fondos ofrecidos son fondos gestionados por el propio grupo de la entidad correspondiente. Ello, unido al riesgo de no conocer los datos exactos, implica, en realidad, ocultar el conflicto de intereses al que esta sujeta la comercialización.
Sin informe de los riesgos
No solo no se informa completamente sobre los riesgos sino que, en algunos casos de ofertas de fondos de inversión y depósitos bancarios tradicionales, los documentos informativos entregados a los clientes incluyen el marcador de riesgo atribuido al depósito (el menor riesgo) generalizándolo al conjunto del producto, sin anunciarlo.
Asesoramiento o comercialización
Los comercializadores abusan de las recomendaciones verbales que se disfrazan de asesoramiento, haciendo alusión a las circunstancias personales del cliente. Se presta un verdadero servicio de asesoramiento sin que el cliente lo advierta con claridad y sin que las propias entidades lo clasifiquen o reconozcan como tal y, en consecuencia, apliquen las reglas propias del mismo.
Falta de formación
La CNMV estima que las entidades deben implementar procedimientos de formación y de transmisión de información e instrucciones a su red comercial, incluyendo los controles oportunos, para minimizar el riesgo de que el servicio de asesoramiento en materia de inversión se preste de manera inadvertida y no reconocida. En particular, dice la CNMV; “deberían transmitir instrucciones claras al personal de la red comercial para que éste sea especialmente cuidadoso en las conversaciones mantenidas con clientes no asesorados».
Miguel de la Balsa