domingo, noviembre 24, 2024
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Guerra abierta entre los taxistas y los conductores de Uber y Cabify

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Denuncias, insultos, conatos de peleas, disputas por el territorio… Este es el día a día que viven los taxistas y los conductores de Cabify y Uber, desde hace casi dos años. Se realizan marcajes unos a otros, se toman fotografías, informan a la Policía y en algunos casos han llegado a punto de llegar a las manos. La tensión ha alcanzado límites insospechados después de que las licencias VTC (alquiler de vehículos con conductor) alcancen unas cotas inimaginables hace tan sólo unos años. De hecho, en Madrid, en la actualidad existe una licencia VTC por cada ocho licencias de taxi. Es decir, un 12% del mercado. Por el contrario, en 2015 este tipo de licencias sólo presentaban el 3% del total, una por cada 30 de taxi.

La situación se ha vuelto inaguantable y los conflictos en la calle entre conductores de ambos servicios son demasiado habituales. «Algún día va a ocurrir una desgracia», afirma uno de los taxistas que se ha manifestado esta mañana en Madrid. 

Los taxistas no aguantan más. La competencia «desleal» ha supuesto que muchos de ellos pierdan sus puestos de trabajo y que muchos otros no lleguen a final de mes. «No queremos que desaparezcan, sólo reclamamos que trabajen en base a sus normas», afirma uno de los taxistas afectados por la aparición de estas dos compañías. Las quejas de estos trabajadores hacen referencia a la manera de interpretar la Ley que regula las licencias VTC. El texto que legisla las VTC advierte que para hacer uso de estas licencias el usuario ha de tener un domicilio social. Es decir, el coche que vaya a ser utilizado como medio de transporte ha de permanecer estacionado en una 'base', hasta que un cliente solicite sus servicios.

Pero esta regla no es respetada por ninguno de los conductores de Cabify y Uber. De hecho, es muy habitual encontrar a los coches de ambas compañías en la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez y en la calle Alfonso XII, justo enfrente de la entrada del Retiro. «Del aeropuerto han hecho de su parking su campo base. Estacionan sus vehículos sin ningún pudor y esperan a coger clientes», afirma un taxista afectado. El problema no es sólo que no respeten el 'modus operandi' que rige las VTC, sino que sus tarifas son mucho más asequibles que las de cualquier taxista, que por Ley están obligados a cobrar 30 euros a cualquier viajero que quiera abandonar el aeropuerto. «Sus tarificaciones las realizan mediante el teléfono móvil y están tirando los precios. Es imposible competir con ellos», explica el mismo taxista. 

Captadores de clientes

Además de 'acampar' en el parking de la T4, las dos compañías tienen personal vestido de paisano dentro de las terminales para captar pasajeros, según denuncian los propios afectados. «Tienen varias chicas que ofrecen los servicios de Cabify o Uber e informan al viajero cuánto les va a costar la carrera en un taxi y cuánto les costará si escogen sus servicios», explica uno de los taxistas del aeropuerto, Adolfo Suárez. Esta situación ha derivado en continuas disputas, agresiones verbales y seguimientos de unos a otros para captar imágenes que demuestren la actividad ilegal de los conductores con licencia VTC.

«Incluso, tienen un tríptico que lo entregan para decirle a la gente por donde tienen que cruzar en la T4 para dirigirse al parking y coger uno de sus coches», espeta otro de los taxistas que estacionan en el aeropuerto.

En referencia a los trabajadores que se sitúan en la calle Alfonso XII, los taxistas afirman que están «cansados» de avisar a la Policía Municipal de su presencia. Además, explican que es «muy difícil» cogerlos 'in fraganti', aunque se arriesgan a una multa muy elevada si son descubiertos. Precisamente, para no ser descubiertos, Cabify utiliza una aplicación para el móvil en la que sus coches aparecen y desaparecen en un callejero virtual «como si tratara de arañas que saltan de cornisa en cornisa», afirma un taxista y conocedor de la herramienta digital empleada. «El ambiente en la calle está muy crispado porque el sector del taxi está viendo como le roban el trabajo en su propia cara», afirman fuentes conocedoras de la problemática. 

Una 'máquina' de inflar precios

Las salidas de las discotecas son otros de lugares favoritos de los conductores con una licencia VTC. «Se colocan en las puertas de los locales de moda de Madrid y ofrecen sus servicios a los jóvenes. Sus tarifas siempre son menores que las nuestras y al igual que en el aeropuerto es imposible competir con ellos», explica el mismo taxista. 

De todos modos, en esta guerra abierta hay un tercer implicado que, aunque no hace mucho ruido, tiene mucho que decir: las empresas VTC que ya existían antes de la aparición de Cabify y de Uber, y que respetaban la normativa. «Estas empresas han visto como las entrantes a su mercado han tirado sus precios. De hecho muchas de ellas están abocadas a la desaparición como esta siga así», explica un afectado. 

Por último, los taxistas denuncian que las licencias VTC se han convertido en un negocio piramidal en el que en muchas ocasiones es más importante captar a un nuevo conductor que el propio trabajo. Esto es así porque para poder operar han de tener siete de estas licencias y para ello suelen formalizar una serie de cooperativas, que en la gran mayoría de ocasiones no tributan en España, según la versión de los afectados. «Me río yo de la burbuja inmobiliaria. Un producto que se compra por 46 euros y lo venden por 50.000 euros sí que es una burbuja», relata un taxista en relación a la venta de licencias. 

Carlos Lospitao

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