A Leopoldo López, padre del líder opositor de Venezuela encarcelado por el régimen de Nicolás Maduro, se le humedecen los ojos cuando piensa en el futuro de su país. ¿Será 2017 el año del cambio?. Y responde con angustia: «Lo espero pero no hay muchos indicios. No tengo ninguna razón para pensarlo. El gobierno se debilita y está enrocado en la violencia, la gente sigue muriendo en las calles… Estamos al borde de un precipicio«, ha dicho este jueves en Los Desayunos de Babelia que organiza The Experience Club, un encuentro periodístico enmarcado en Madrid Foro Empresarial (MFE).
Sabedor de que el régimen chavista no va a dar su brazo a torcer para que vuelva la democracia a Venezuela y cesen así los crímenes, el hambre, la censura, la opresión y los particulares golpes de Estado de Maduro a la escena institucional, Leopoldo López apela a que «un día el ejército lleve con honor su uniforme pero es difícil porque hay presencia cubana en todos los cuarteles. Espero que nuestros militares se dignen a devolver la soberanía popular».
También es consciente del tibio apoyo exterior que reciben por parte de sus vecinos latinoamericanos y por la comunidad internacional en general. Sin embargo, da las gracias a España por todo lo contrario.
En cuanto al papel que juega el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, se muestra muy crítico. «No representa a España; Felipe González, sí». Y añade: «Zapatero ha buscado unas medidas muy extrañas para actuar porque no se puede mediar mientras se está matando a gente en la calle. Me gustaría oirle gritar pidiendo que dejan las armas».
A su juicio, la mejor solución para Venezuela pasa por una vuelta a la democracia, respeto a todas las instituciones legislativas y judiciales, reinstaurar el Estado de Derecho y, todo ello, a través de unas elecciones «limpias» que cada vez se alejan más del proyecto de Maduro.
Willian Cárdenas, diplomático y exembajador de Venezuela en España, ha estado en este desayuno. «Venezuela _ha dicho_está en manos de una banda criminal que ha secuestrado al país pero la Corte Internacional tiene dificultades para encontrar un hueco legal por donde entrar y meter el diente en el terreno judicial».
Redacción