Sonaban tambores de guerra en Atocha, lugar de comienzo de la gran manifestación del taxi, que protesta contra la competencia que consideran «desleal» de Uber y Cabify, y guerra hubo. Una guerra que está lejos de acabar si el Gobierno no interviene. Los taxistas han fijado el 31 de julio como fecha límite para ver satisfechas sus demandas o iniciaran una huelga total. Bengalas, cohetes, petardos, botes de humo y hasta un taxi con un tanque de cartón en su techo estuvieron presentes en un «hito sin precedentes», según Julio Sanz, presidente de la Confederación de taxistas Autónomos. Las cálculos oficiales hablaban de 20.000 personas, pero a tenor de las imágenes el dato se queda corto.
A engrosar esta cifra ha ayudado la presencia de los estibadores, de empleados temporales del Ayuntamiento de Madrid, plataformas contra el TTIP… Al final, la guerra de los taxistas se ha convertido en una masiva lucha contra la desregularización. Además, la manifestación ha logrado otro imposible, poner de acuerdo a la extrema derecha, con Hogar Social a la cabeza y a la izquierda, con Pablo Iglesias apoyando a los taxistas.
Arropados y apoyados es como se han sentido los taxistas desde el inicio hasta el final de la manifestación. Antes incluso de que comenzara la marcha, un grupo de unas 30 personas esperaban en un segundo plano su momento. Eran los estibadores, que colocados en la esquina de paseo del Prado y la cuesta de Claudio Moyano, comenzaron a insuflar ánimos a los manifestantes con un gran pancarta y muchos cánticos. «Sí se puede» y «ni un paso atrás», fueron los más repetidos por este gremio que se llevó una sonara ovación de los taxistas. Los propios estibadores, pancarta en mano, se unirían más tarde a la marcha.
A unos 500 metros, justo a la mitad del recorrido, otra pancarta levantaba los aplausos de los taxistas. En esta ocasión, era una plataforma cacereña que lucha contra el TTIP (Tratado Transatlántico de Libre Comercio). Al principio, los manifestantes se mostraron desconcertados porque no tenían muy claro cuál era la reivindicación, pero cuando fueron consciente del objetivo de la misma devolvieron los ánimos con otra ovación e invitaron a los defensores de la lucha contra el TTIP a sumarse a la manifestación. Por último, durante la marcha también se pudo ver algunos empleados municipales de centros culturales en Madrid, que han visto como sus derechos han mermado durante los últimos años. Aunque por haber, hubo hasta una bufanda del 'Frente Atlético'.
Al final, la manifestación se ha convertido en una gran reivindicación de varios gremios que luchan en mayor o menor medida contra la desregularización. Aunque el mayor logro que ha conseguido esta concentración es el de aunar al colectivo de extrema derecha, Hogar Social, y a Unidos Podemos. A Melisa D. Ruiz, líder de Hogar Social, ha hecho un gran seguimiento de la marcha y ha colgado un gran número de fotos y vídeos en sus redes sociales. Además, algunos taxistas fueron recibidos por la propia Melisa un día antes de la manifestación.
Una agresión, la clave del fervor
«Guerra, guerra, guerra y si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra…». Este ha sido el cántico más repetido desde el inicio de la manifestación en Atocha, hasta su finalización en la plaza de Neptuno. El conflicto bélico anunciado por los taxistas comenzó unos minutos antes de que diera el pistoletazo de salida el recorrido, cuando uno de los manifestantes tuvo que ser reducido por la Policía Nacional. Este altercado tuvo consecuencias al final de la marcha. «El de azul es el enemigo», gritaron cerca de 20 taxistas a la llegada a la calle de la carrera de San Jerónimo, antes de intentar derribar las vallas que los separaban de los antidisturbios. «Han pegado a mi compañero, le han metido una soberana paliza», denunciaba uno de los manifestantes a ESTRELLA DIGITAL.
Entre medias de estos dos conflictos, un recorrido de cerca de un kilómetro, que es la distancia que separa la estación de Atocha y la plaza de Neptuno. La afluencia final se ha cifrado en más de 25.000 personas, según los convocantes de la manifestación, la Confederación de Taxistas Autónomos de España (CTAE), la Mesa Estatal del Taxi (METAXI) y la Asociación Profesional Élite Taxi. «Han venido taxistas desde Bélgica y Holanda», presumía Sanz.
La marcha ha superado las expectativas de los propios organizadores y los primeros minutos fueron una mezcla de caos y de descontrol. Por algunos momentos, las bengalas, los botes de humo y los petardos hicieron que la manifestación pareciera más la celebración de un título de un equipo de fútbol o una concentración de moteros en Cheste, que una de las mayores protestas que se recuerdan en el sector.
El huevo de la discordia
A trompicones y con indicaciones contradictorias, los más 25.000 manifestantes llegaron hasta la 'colchonera' plaza de Neptuno para encarar los escasos metros que les permitieron invadir de la carrera de San Jerónimo. Unas vallas azules, más de una veintena de agentes de la UIP y varios furgones blindados de la Policía Nacional dieron la bienvenida a los taxistas más radicales. Al Congreso sólo pudieron acceder los representantes de las organizaciones convocantes de la manifestación.
En el interior de las Cortes se reunieron con representantes del PSOE, el Partido Popular y de Unidos Podemos. De hecho, el propio Pablo Iglesias, líder de la formación morada, y Rafa Mayoral, diputado de Unidos Podemos, salieron para mostrar su apoyo a los taxistas. Pero para entonces los ánimos ya estaban muy caldeados. Más de media hora de espera en la que se produjo algún conato de carga contra la Policía Nacional y algunos lanzamientos de latas de cerveza y huevos.
Precisamente, fueron los huevos los protagonistas de la manifestación al impactar uno de ellos en Sanz y manchar a Pablo Iglesias, cuando ambos escenificaban el compromiso de la formación de Iglesias con al lucha de los taxistas. Se desconoce si el improvisado proyectil iba dirigido a Sanz o al propio Iglesias, pero lo cierto es que el líder de Podemos se lo tomó con ironía. «Me ha hecho un huevo de ilusión acompañar hoy a los taxistas en defensa de los servicios públicos y contra la privatización», ha declarado en su cuenta personal de Twitter.
Carlos Lospitao