«Yo no he sentido racismo, pero quizá sea porque no llevo signos, ni símbolos comunes en mi religión, como el velo o hiyab. Sin embargo, tengo muchas amigas que lo utilizan y, fuera de Túnez, se han sido discriminadas en muchas situaciones. En parte, esto ha sido provocado por el daño que hace el Daesh en nombre del islam. Es algo terrible, pues nuestros valores están muy alejados de los que ellos hacen y defienden. Todo ello, causa que la gente se haga una idea muy equivocada de lo que significa ser musulmán», lamenta Malek Ajimi, una joven tunecina que reside en España desde hace unos meses, mientras busca prácticas como arquitecta.
Malek, de 24 años, es una chica muy moderna y de una familia acomodada de Túnez, a quien le gusta viajar y conocer gente de todas partes del mundo. Sin embargo, tras la terrible oleada de atentados provocada por «una entidad política en busca del poder y dinero», según ella afirma, ha sentido cómo está aumentando el rechazo hacia los árabes y hacia los musulmanes.
Lamentablemente, muchos líderes y políticos se están beneficiando del miedo para fomentar ese racismo y, en muchas ocasiones, para conseguir apoyos y para proponer o impulsar medidas muy restrictivas para inmigrantes o refugiados. Por ello, y en un intento de desligarse del terrorismo perpetrado por quienes se escudan en la religión musulmana, muchas asociaciones islámicas se ven obligadas a condenar continuamente los atentados de ese tipo.
El problema podría residir en numerosos factores, pero quizá la educación y la desinformación acerca de la cultura musulmana y árabe sean los más importantes. En los últimos años, los medios de comunicación se han hecho eco de numerosas noticias en las que se han utilizado términos, en ocasiones mal empleados, que podrían causar confusión en los ciudadanos.
«Es necesario que la gente entienda las diferencias y esté abierta al intercambio cultural. El Corán, por ejemplo, explica la necesidad de respetar otras religiones y muchos valores que los terroristas no siguen en absoluto. No son buenos musulmanes, pero han conseguido causar miedo y una tremenda confusión que conlleva racismo», Malek.
Islam: religión monoteísta con origen en el siglo VII, cuyo dogma aparece establecido en el Corán, su libro sagrado. El profeta es Mahoma y su dios es Alá. Sus fieles han de cumplir cinco preceptos (dar limosna, cumplir el Ramadán, ir al menos una vez en la vida a la Meca, rezar cinco veces al día y tener como testimonio de fe: «No hay un dios verdadero sino Alá, y Mahoma es el mensajero de Dios.”)
Musulmán: Persona que profesa el islam, independientemente de su lugar de origen.
Árabe: Además de perteneciente o relativo a la península arábiga, el término se refiere a un grupo etnolingüístico que se extiende por todo Oriente Medio y África del Norte, cuya lengua deriva del árabe clásico.
Islámico: referente o relativo al islam. -Arte, cultura…-
Islamista: Musulmán que propugna la ley islámica en la vida política. Las diferentes acepciones de la lectura del Corán y de la Shari'a o ley islámica son las que marcan la diferencia a la hora de aplicar dicha ley, en ocasiones muy radical y poco adaptada a la realidad actual.
Terrorista islamista: Persona que busca implantar la ley islámica en su forma más radical y recurriendo a la violencia.
Yihadista: Es un término ya muy aceptado por la sociedad para definir lo mismo que terrorista islamista, sin embargo, está mal acuñado en ese caso, pues el yihadista es el musulmán que procura realizar un <
Por lo tanto, ni todos los musulmanes son islamistas, ni todos los islamistas son terroristas.
Teniendo en cuenta las diferencias, y sobre todo, lo alejados que están los terroristas del Daesh de los musulmanes de a pie, es una pena que el «miedo y la ignorancia», hagan que el racismo se apodere de la sociedad, según opina Malek, quien finaliza añadiendo que «la educación también es la base para que los jóvenes con pocos recursos y con un conocimiento débil del islam no caigan en extremismos que les lleven a cometer las atrocidades que quieren justificar como supuestos 'soldados de Alá'»
Marta de la Fuente