miércoles, septiembre 25, 2024
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La vida semioculta de los no independentistas en Cataluña

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Cansados de contar una verdad a medias, de ocultar una realidad que afecta a miles de personas. Cansados de que se mire hacia otro lado, estos padres de familia, que forma parte de la llamada «Cataluña silenciosa», quieren dar a conocer su situación. Ella trabaja como administrativa, pero lo que no saben muchas personas de su propio círculo, porque le supondría un grave conflicto contarlo, es dónde. Sí, Mónica (nombre figurado para poder mantener su anonimato) trabaja en el Cuartel General de la Guardia Civil en Barcelona. Y sí, si no lo ocultara, su vida podría verse envuelta en una inestabilidad más grande de la que ya viven hoy en día.

Carlos, es informático militar y siente miedo. Miedo a lo que él llama el «experimento sociológico» que se está llevando a cabo desde hace muchos años en Cataluña a sus más de 7 millones de habitantes. Muchos españoles no han sido conscientes de lo grave que es la situación que vive una buena parte de la sociedad catalana cotidianamente. Limitados a opinar, cohibidos y ofendidos por muchos comentarios, porque la corriente de opinión mayoritaria en la calle es siempre favor del independentismo, que grita más. Por eso, al fin aliviados, aseguran que tienen esperanza en el movimiento de sentimiento español que se ha generado estas últimas semanas en muchas comunidades autónomas, y también en su propia región, apoyando a los catalanes que no han podido tener voz durante tantos años atrás.

“Madrid debe dar la cara por nosotros y dejar de mirar hacia otro lado”

Este matrimonio barcelonés dice que está ansioso porque salga toda la verdad a la luz, porque se deje de mirar hacia otro lado y porque se diferencie a los catalanes de los independentistas: “Estamos cansados de repetir que ser catalán no es ser independentista”.

Tienen miedo de lo que pueda provocar la Declaración Unilateral de la Independencia de Cataluña, cuya base es simplemente separarse de España. Carlos dice que en Cataluña, hoy, hay muchos tipos de miedo. Hay un miedo social al qué dirán, a manifestarse como españoles en público. También hay sentimiento de miedo a qué pasará después, teniendo en cuenta el ejemplo que sus propios líderes están llevando a cabo al saltarse las leyes y la Constitución: “¿Será un país sin ley?”, se preguntan. Hay también incertidumbre a la inseguridad jurídica, a que las autoridades catalanas puedan, por ejemplo, imponer un pago obligatorio directo para poder sustentar el nuevo estado, o incluso a ser embargados, ya que no saben qué cambio de normativa habría en el caso de consumarse el proyecto independentista. Estos catalanes que no están en la corriente independentista no saben a qué atenerse con su propia policía, 17.000 agentes autonómicos armados, los mossos. “Visto lo que vimos ya sabemos a quién obedecen”, dice Carlos.

Por último, tienen un miedo generalizado a la pérdida del trabajo. En este sentido, preocupa el posible aumento del paro en la Cataluña independiente, ya que no sólo son grandes empresas las que están sacando su sede social de Cataluña, sino otros pequeños negocios que dan trabajo a muchas personas.

Esta comunidad silenciada en Cataluña no sólo quiere hablar sobre los miedos y políticos que se preocupan por su nariz, y no por las personas que tienen delante y sus necesidades. Quieren dar a conocer que el sistema de educación en su región, no es el que debería. Hablando desde su propia visión, nos cuenta que su hija Aída llegaba del colegio comentando hechos ocurridos de tal forma que no eran del todo ciertos. Añade que gracias a que a él la historia del país le ha interesado desde siempre, dedicaban la hora de la cena a impartir clases de historia de España. Eso sí, siempre con una pequeña apreciación, “Aída, en el examen tienes que contestar lo que el profesor te ha dicho en clase que contestes”. No obstante, cuando la conversación sobre la educación catalana estaba en su punto más alto, Aída intervino asegurando que además, está permitido hacer los exámenes en castellano, lo cual no recomienda. “Depende del profesor que te vaya a corregir contestas en un idioma u otro, algunos se ensañan contigo si lo haces en castellano”.

La situación que vive está familia en su día a día, coincide con la de muchas otras que no tienen opción a llamar la atención, ya sea por presión social, económica o por vergüenza a que otros conozcan la situación en la que viven. Carlos y Mónica quieren que se sepa algo más, que nunca se puede acostumbrar uno a vivir en la sombra ocultando actividades cotidianas, como dónde trabajan, que está situación ha llegado a un límite, y que necesitan que el mundo lo sepa. Buscan la empatía por parte del pueblo español, buscan que «Madrid de la cara por nosotros y deje de mirar hacia otro lado».

Marina Mellinas

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