lunes, noviembre 25, 2024
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El Ejército de Tierra despliega en la Antártida

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Pasaron Nochebuena y Navidad en Ushuaia, al sur de Argentina; Nochevieja y Año Nuevo, en el mar, a bordo del Hespérides, y tuvieron que acelerar la salida su salida hacia la Antártida: un iceberg se acercaba peligrosamente al Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) de la Armada en el que científicos y militares se acercaban hacia su destino. Apenas unas horas después, llegaban a la Base “Gabriel de Castilla”, en la Isla Decepción, parte del archipiélago de las islas Shetland del Sur. Pasarán allí 80 días -el verano austral- para completar la XXXI edición de la campaña más antigua en activo del Ejército.

La bienvenida de la base no ha sido sencilla. En el primer reconocimiento, que realizan tres de los militares de la dotación, hacen una valoración del estado de la base tras el invierno. “Lamentablemente, se aprecian los primeros desperfectos provocados por el cruel y largo invierno antártico, destacando la degradación de la costa y rampa, así como falta de los gajos exteriores de los iglús”, cuenta el Comandante Jefe de Base, Valentín C. Benéitez Martínez, en su Diario de Operaciones. Pero los desperfectos de la base no son lo único que deben revisar.

La campaña se desarrolla en el cráter de un volcán emergido, cuya caldera se encuentra inundada al encontrarse, en parte, debajo del nivel del mar. Y mantiene actividad. Es un volcán “durmiente”, con aguas termales y, lo más relevante, con actividad esporádica y unas vistas espectaculares. 

Por eso, cinco de los investigadores que viajan junto a los 13 militares del Ejército -tres de la Universidad de Granada y dos de la Universidad de Cádiz- tratan de detectar los signos actividad volcánica en las estaciones que se encuentran en la base. Está todo correcto. “A las 18:55L los científicos nos informan: SEMÁFORO VERDE”, explica el comandante Benéitez.

En total, son 13 los militares y 14 los civiles de distintas nacionalidades que han acudido a esta edición, y se fueron incorporando a la base poco a poco. “Durante el día, el resto de dotación civil: científicos de pingüinos tanto el grupo español, como el alemán y los periodistas de la BBC, han permanecido el BIO esperando a que todo esté listo todo para comenzar su actividad científica”, termina de relatar el jefe de la base en su bitácora del día 1 de enero.

Modelo de cooperación

Así comienza un año más una campaña en la que participan científicos que estudian la flora y fauna de esta zona del mundo y en la que los militares juegan un papel fundamental, según explica el Ejército de Tierra en una nota. “La formación de nuestros militares es esencial para garantizar la seguridad de los científicos”, necesaria “por las características del entorno en que se mueven los investigadores, a los que se apoya logísticamente”, indican desde el Ejército.

Pero en la Campaña Antártica Española no solo operan los Ejércitos y las Universidades, sino que se trata de un “modelo de cooperación entre diferentes instituciones públicas y privadas al servicio de la I+D+i en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación”, que coordina el Comité Polar Español.

Así, además del Ejército de Tierra, cuya misión es gestionar la base y ofrecer apoyo logístico, participan otras entidades como la Unidad de Tecnología Marina (UTM), del CSIC, que gestiona la BAE Juan Carlos I, en la Isla Livingston, y coordina la logística general de la Campaña Antártica; y la Armada, que opera el Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides. El ministerio de Economía, Industria y Competitividad financia los proyectos de investigación, colaborando tanto en los gastos de campaña en las Bases y el BIO Hespérides, como en la financiación de los proyectos del Programa que se desarrollan en otras bases o buques, según explica el Ejército en su nota. 

Paula Pérez Cava

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