Casi ocho meses después de que ocurriera la noticia, los españoles se enteran ahora de que el avión ‘Falcon-900’, uno de los cinco que utiliza el rey para desplazamientos en corto, estuvo a punto de colisionar en San Sebastián, aunque, eso sí, sin el monarca dentro del mismo. La información no se había revelado con anterioridad porque continuaba en fase de investigación.
Los hechos ocurrieron en mayo, cuando el aparato estaba a punto de tomar tierra en el aeropuerto de Hondarribia. En ese momento una avioneta privada se aproximó peligrosamente al aparato de la Casa Real y el piloto de éste, miembro de las Fuerzas Armadas, realizó una maniobra 'evasiva', con la que evitó cualquier infortunio.
Testigo presencial de la misma no fue Felipe VI, quien había desembarcado dos horas antes en Bilbao para inaugurar una exposición que se presentó en la Torre Iberdrola. El artefacto se dirigía entonces a la terminal guipuzcoana, donde el monarca pidió ser recogido la misma tarde del día de su visita, momento en que se dio el señal de alerta.
La Agencia Estatal de Seguridad Aérea abrió un expediente al darse el suceso, el cual fue desarrollado en secreto y cerrado en las pasadas semanas. Entre sus conclusiones, se reveló que ambos aviones estuvieron a una distancia lateral inferior a un kilómetro —alrededor de 900 metros—, así como una diferencia vertical de 30 metros.
Los primeros informes detallan que el principal culpable de los hechos fue el ocupante de la avioneta, quien no obedeció las distintas órdenes que le vinieron indicadas desde la torre de control. De este modo, se quitó de toda responsabilidad al piloto que trasladaba la aeronave real, así como a los controladores aéreos responsables de supervisar los espacios aéreos.
El rey Felipe no tuvo problema para trasladarse de Bilbao a San Sebastián por carretera. Sin embargo, el ‘Falcon-900’ debía recoger al monarca en Hondarribia, por lo que tuvo que desplazarse desde Loiu, en un trayecto que no representa un tiempo superior a los 15 minutos. El incidente sucedió a las 12.02 horas, momento en que Felipe continuaba, todavía, en Bilbao, presenciando la exposición.
M. A.