lunes, noviembre 25, 2024
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«La dignidad de la violada prevalece sobre la presunción de inocencia»

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Es alemana, tiene 20 años y vino a España a estudiar durante unos meses, como muchas chicas de su edad. Hizo amistad con un chico angoleño. Semanas después la violó junto a otro amigo después de drogarla. Era la 1 de la madrugada. Jueves, 18 de abril. A. (llamémosla así) llegó con su amiga a una discoteca de Barcelona. Entraron en un reservado del local a beber unas copas con unos chicos que conocían, uno de ellos era amigo de A. Muy amable, él le sirvió un vodka y un combinado de cava. La típica noche de copas, como miles de jóvenes, pero para A. iba a ser la más traumática de toda su vida.

Las horas pasaban en la discoteca. Allí estuvieron hasta las 8 de la mañana. Cuando el local cerró, A, se fue con ellos al piso de su amigo. Allí él le sirvió otra copa de vodka. De repente, comenzó a sentirse muy mareada, con «una sensación muy diferente a la que sentía cuando bebía alcohol. Nunca en mi vida había tenido esta extraña sensación, puesto que nunca había consumido estupefacientes, salvo marihuana en un par de ocasiones», declaró la chica.

La trampa estaba preparada. Ella se fue a un dormitorio con uno de los jóvenes, un colega de su amigo, para tumbarse en la cama y recuperarse. «No recuerdo como entré, tenía una sensación extraña, claramente diferente a la sensación que se tiene cuando uno está bajo los efectos del alcohol». Vio al joven estirado en la cama, intentando besarla constantemente. Se puso agresivo y se desnudó y a ella le bajó los pantalones, sin quitárselos y le subió el top que llevaba, también sin llegar a quitárselo. Ella ha declarado ante la policía que claramente le dijo en español «no quiero» mantener relaciones sexuales.

Pero no le hizo caso y según la chica la violó. Ella «intentaba resistirse a esta acción pero estaba muy aturdida y cansada y le era imposible ya que el hombre tenía más fuerza que ella. También le decía que la dejara de forma verbal, pero no le hizo caso».

El relato detalla paso a paso la agresión hasta que el hombre eyaculó y se fue. Minutos después, entró en la habitación el joven que ella creía su amigo. Empezó a contarle lo sucedido pero en vez de escucharla se metió en la cama con ella y empezó también a tocarla y a besarla. La joven volvió a resistirse a la penetración y entonces el hombre intentó que ella le hiciera una felación. Se negó, y él eyaculó en su rostro y se marchó. Cuando la chica salió de la habitación y le recriminó lo ocurrido, le dijo que se fuera de la casa y que cogiera un taxi.

A. contó al taxista lo ocurrido y la llevó a la comisaría. En el hospital Clínico los análisis de droga dieron positivo a cocaína y anfetamina. Para A. está claro: su amigo la había drogado. Cinco días después volvió a reiterar su acusación ante la policía y después en el juzgado.

El juez da credibilidad al testimonio de la víctima: «Fue particularmente clara en lo relativo a su falta de consentimiento…, a la fuerte sensación de aturdimiento tras haber tomado las bebidas servidas» por su amigo. También la cree por la angustia que sentía durante la declaración, «por sus palabras entrecortadas, su lloro contenido…, la concordancia de los hechos relatados… con la lógica de la parte más cruda de la vida». 

En cambio el juez piensa que las declaraciones de los acusados son contradictorias. Uno dice que chica estaba muy borracha y que se estaba besando en la discoteca con varios hombres. El otro, que con quien se besaba era con su amigo.  «Podemos considerar que ambos mienten al respecto y le atribuyen a la joven un carácter lascivo con la única finalidad de excusarse ellos penalmente y de lavar su propia lascivia», dice el auto. Por eso ha mandado a prisión a los dos hombres, acusados de dos delitos de agresión sexual, castigados con pena de 6 a 12 años de prisión o, en su defecto, de dos delitos de abuso sexual castigados con pena de 4 a 10 años de cárcel cada uno de ellos.

Le atribuyen lascivia a la joven para lavar su propia lascivia

Especialmente destacable es cómo justifica en su auto el juez por qué deben ir a prisión provisional: «El Estado debe impedir que este tipo de individuos permanezcan en libertad provisional mientras se sustancia la instrucción de la causa, puesto que los indicios de criminalidad son más fuertes que la presunción de inocencia y porque ésta última tampoco debe prevalecer siempre y en todo caso sobre la dignidad de la víctima«.

 

Redacción

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