Este es el discurso íntegro que el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha pronunciado hoy ante el Comité Ejecutivo Nacional de su partido, en el que ha anunciado que dejará la Presidencia de la formación y cumplirá su mandato hasta el día que el partido elija a su sustituto:
«Quiero que mis primeras palabras hoy, antes de cualquier consideración política, sean para daros las gracias a todos por el apoyo y por las muestras de cariño que me habéis transmitido estos días. Gracias a los que estáis aquí y a quienes no forman parte de este Comité Ejecutivo también.
Antes que políticos, aunque algunos no se lo crean, somos personas y yo me he sentido muy reconfortado por vuestro apoyo en estas jornadas que no han sido fáciles para nadie.
Voy a hacer algunas consideraciones, espero que ordenadas, sobre lo que ha ocurrido en España en los últimos días y también sobre nuestra gestión en los últimos años, creo que en una circunstancia como esta, es obligado hacerlas. Intentaré no extenderme demasiado, pero también intentaré que no se quede nada, al menos nada importante, en el tintero».
Esta semana el Gobierno del Partido Popular, el gobierno que yo tuve el honor de presidir, fue censurado parlamentariamente por un desordenado conjunto de formaciones políticas, que han dado su confianza al candidato alternativo.
La primera valoración de lo ocurrido y la más importante, la que nunca se debe olvidar, es que va a gobernar alguien que ha perdido las elecciones.
Se ha sentado un precedente grave en la historia de la democracia española; gobierna el país alguien rechazado sistemáticamente por los españoles cuando se les ha pedido su opinión a través de las urnas. Alguien que no ha ganado unas elecciones nunca.
Muchos de vosotros habéis sufrido una experiencia semejante: habéis ganado las elecciones autonómicas o municipales y no habéis podido gobernar por los pactos entre partidos que perdieron las elecciones; pero con ser cierto esto, no es menos cierto, que ese comportamiento jamás había llegado al Gobierno de la nación. Y lo que es peor, para hacerlo ha tenido que hacerse acompañar por los grupos más extremistas de la izquierda populista y del independentismo sectario.
Por primera vez en nuestra historia, gobierna España quien ha pedido las elecciones, y no por una diferencia corta. Ese estigma acompañará a este gobierno desde el primer minuto de su existencia y hasta el final. Pero no sólo a este gobierno; el Partido Socialista Obrero Español, que se ha hecho acreedor de tantos méritos en la historia reciente de nuestro país.
Ha dilapidado toda su herencia para embarcarse en un proyecto de futuro muy incierto y con pésimos compañeros de viaje, los independentistas de Cataluña y Bildu, por si eso no fuera suficiente. También esto sucede, por primera vez, en nuestra historia.
Segunda consideración: No son los españoles los que han censurado al PP, sino nuestros adversarios políticos. Y, por hablar con más precisión, han sido nuestros adversarios políticos jaleados por el populismo que ha infectado algún otro sector de la sociedad española que no es la política.
Insisto. No nos han censurado los ciudadanos. Y esto es lo más importante que debemos saber todos. Esa es nuestra tranquilidad y nuestra fuerza. Ni las alianzas de los que perdieron las elecciones, ni los socios desleales, ni las encuestas a troche y moche, pueden sustituir la voluntad de los ciudadanos. Y los españoles han sido muy claros cada vez que se les ha consultado en los últimos años. Siempre han escogido como primera fuerza política al Partido Popular. En los últimos años, siempre.
Tercera consideración. El Gobierno que ha surgido de esta moción de censura nace con una debilidad extrema. No sabemos cuál es su programa ni con qué apoyos piensa llevarlo adelante. De momento los Presupuestos que nosotros hicimos y que el Sr. Sánchez asumió como propios, ya han sido vetados por sus socios.
Es decir, podemos aventurar mucha más inestabilidad, más bloqueo político que el que hubo y mayores dificultades para la gobernación del país.
Y esa responsabilidad tendrá que ser repartida entre todos los que han participado en esta operación. No me refiero solo al Sr. Sánchez; también se les tendrá que exigir a quienes han decidido apoyarle o a quien, con su ambición atropellada, no ha dejado de darle excusas para sus propósitos.
Queridas amigas y amigos, la Constitución Española establece claramente cuál es el sentido y la finalidad de la moción de censura y por qué necesita ser constructiva. Se trata -en teoría- no solo de derribar un gobierno, sino también de dar su apoyo a otro que le sustituya. Y eso es lo que formalmente ha pasado.
Sin embargo, vemos como los propios socios que han aupado al Sr. Sánchez a la Presidencia del Gobierno, empiezan a anunciar medidas de oposición a su gobierno, cuando aún no se ha estrenado.
Dicho de otra manera, se ha derribado a un gobierno y se ha elegido a un nuevo presidente, pero nadie ha mostrado el menor compromiso con la estabilidad política, ni con los retos a los que tiene que hacer frente a España. Y esa es una mancha que ensucia a todos, porque ninguno ha pensado en el interés general, sino en sus propios intereses particulares o sencillamente en sus propios miedos, que de todo ha habido.
El Sr. Sánchez ha podido construir una mayoría de rechazo al Partido Popular, pero está por ver que pueda conseguir una mayoría para gobernar el país. Y esto que digo no es una ocurrencia de Mariano Rajoy, es algo que han reconocido también antiguos dirigentes del PSOE -de aquellos que ganaban elecciones- y es algo que salta a la vista de cualquier observador medianamente avisado.
No voy a dedicar mucho más tiempo a los socios del Sr. Sánchez, porque todos los conocemos, y conocemos -o conoceremos- lo que van a exigir. Solo dejó aquí apuntada una reflexión. Resulta inquietante la fragilidad política del nuevo gobierno cuando la situación de Cataluña y, sobre todo, en las calles de Cataluña, dista mucho de estar calmada.
Queridas amigas y amigos.
Frente a esa mayoría negativa que ha llevado al Sr. Sánchez a la Presidencia del Gobierno, el Partido Popular planteó siempre, siempre, una mayoría estable y para la estabilidad del país. Una mayoría para construir y no para destruir. Una mayoría capaz de haber pactado reformas que son necesarias y que, hechas por consenso, hubieran perdurado en el tiempo.
Os recuerdo que ofrecimos al PSOE formar parte del Gobierno, para compartir la responsabilidad y la gestión de los intereses de los españoles en una situación tan fragmentada, como la que tenemos hoy en día en la Cámara. Ofrecí, ofrecimos, porque mi decisión se tomó con el apoyo de este Comité Ejecutivo, lo que hoy sucede en Alemania.
No nos engañemos. No se aceptó aquella oferta de estabilidad, precisamente porque el hecho palmario es que el Sr. Sánchez nunca renunció a su idea del gobierno Frankenstein desde que empezó a negociarlo en el año 2016. En aquel entonces su partido se lo impidió. Ahora no ha querido hacerlo.
Esa es la única clave de esta historia. La de un dirigente político incapaz de ganar la confianza de los españoles, que se ha valido de las peores compañías para conseguir lo que los ciudadanos se resisten a darle.
Por eso todas las manipulaciones y mentiras sobre la sentencia de Gürtel no son más que eso: manipulaciones y mentiras para crear una descalificación global, falaz e hipócrita contra nuestro partido, contra su labor al servicio de España y contra mi persona.
Queridas amigas y amigos, si se define la posverdad como «la distorsión deliberada de una realidad con el fin de crear y de modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales y en la que los hechos tienen menos influencia que las emociones o las opiniones», habrá que convenir que hemos asistido a un ejemplo insuperable de este fenómeno. Insuperable por su construcción, pero también y, sobre todo, por sus consecuencias para España y los españoles.
Ni el PP fue condenado penalmente por Gürtel, ni el Gobierno del PP tenía ninguna relación con el caso, y por eso, no solo no fue condenado sino que ni siquiera fue juzgado, ni se habían eludido las responsabilidades políticas, ni se puede decir que los españoles descubrieran súbitamente el escándalo.
Eso no quiere decir que no hayamos tenido casos de corrupción, casos graves y que nos han hecho mucho daño. Pero a ese asunto me referiré luego.
Queridos amigos, hemos perdido el gobierno y pasamos a la oposición, pero -como os dije anteriormente- no ha sido por la censura de los españoles. Al revés, han sido precisamente esos españoles los que han avalado en las urnas un balance de Gobierno y de gestión, que es nuestra obligación recordar y poner en valor, porque nos va a ser muy útil -y si no al tiempo- para el futuro.
Porque, aunque los acontecimientos protagonizados por algunos esta semana traten de desmentirlo, lo importante en democracia no es conseguir el poder sino saber utilizarlo en beneficio de nuestro país y de nuestros ciudadanos.
Supongo que todos los gobiernos, y en alguno he estado, han tenido que hacer frente a severas dificultades, pero dudo que alguno haya tenido que afrontar los retos extremos que tuvo que afrontar el nuestro.
Sin ir más lejos, ningún gobierno en estos 40 años de democracia ha tenido que enfrentarse a una declaración de independencia de Cataluña. Si hoy miramos la situación, dista mucho de estar normalizada, pero el hecho cierto es que Cataluña no se ha independizado y que los responsables de aquellos actos están respondiendo ante los tribunales o huidos de la justicia. El hecho cierto es que hemos impedido a Puigdemont volver a ser presidente de la Generalitat. Y el hecho cierto es que acaba de tomar posesión un gobierno autonómico compuesto por personas en disposición legal de cumplir con sus deberes.
Ya sé que hay opiniones para todos los gustos sobre esta cuestión, y muchas muy interesadas, porque aquí es muy fácil dar lecciones, pero no es tan fácil tomar decisiones y hacer frente a las cosas. ¿Hemos podido cometer errores en la gestión de esta situación? Probablemente, pero el balance global es el que os digo.
Ni hubo independencia, ni Puigdemont es presidente, ni forman parte de ese gobierno personas que están en la cárcel o huidas. Hay otros que dicen que ante un reto semejante lo hubieran hecho infinitamente mejor -como no puede ser de otra manera en ellos- Nunca lo sabremos, pero lo que sí que vemos es que, por no saber, no saben ni siquiera hacer oposición al independentismo.
Me estoy refiriendo a Ciudadanos, cuya victoria electoral en Cataluña no sirvió para dar la batalla al independentismo allí, sino para generar toda la inestabilidad posible al PP aquí en Madrid.
Y tanto afán por hacer oposición al Gobierno que defendió la unidad de España nos ha llevado, al fin, a un nuevo gobierno que llega al poder aupado por los independentistas. Paradojas de la vida.
Sobre este asunto quiero hacer solo una última consideración: Hemos aplicado el artículo 155 de la Constitución, por primera vez en la historia de España, lo hemos hecho por convicciones democráticas. Destituimos a un gobierno, pero al tiempo convocamos elecciones. Siempre entendimos que el artículo 155 era un delicado mecanismo constitucional y así lo hemos aplicado, con respeto a los fundamentos y a los valores constitucionales.
Los independentistas tienen derecho a existir y a gobernar si ganan las elecciones, pero no a incumplir la ley ni a pasar por encima de la voluntad de la gente.
Queridos amigos, hemos defendido la unidad de nuestro país, otros hablaban mientras tanto. Le hemos defendido con prudencia y con firmeza.
Nos han dado muchas lecciones desde todas partes, pero somos nosotros los que hemos tomado las decisiones y sinceramente creo que fueron las decisiones correctas.
¿Y qué decir de la economía? ¿Os acordáis de la prima de riesgo? ¿De la letanía de desastres económicos? ¿De los desahucios? ¿De las calles pobladas de locales cerrados por falta de actividad?
¿Quién que no sea alguien cegado por su sectarismo puede decir que España está peor que cuando llegamos al Gobierno? ¿Es que no salen a la calle? ¿O es que no ven la actividad en todos los campos?
Ayer, sin ir más lejos, conocimos el mejor dato mensual de afiliados a la Seguridad Social de nuestra historia: 237.000 personas más que el mes anterior. Estamos muy cerca ya de alcanzar el récord histórico de afiliación a la Seguridad Social de julio de 2007. Repito, estamos muy cerca ya.
Yo no quiero aburriros, pero me parece de justicia y además de satisfacción para todos, hacer una breve comparación entre lo que ocurría en 2011 cuando llegamos al gobierno y lo que ocurre ahora.
En 2011 la economía española acumulaba tres años sin crecimiento y la actividad caía un 1%. En 2017 nuestra economía encadenaba cuatro años de crecimiento, y tres años creciendo por encima del 3%, el último al 3,1%.
En 2011 se destruyeron 521.900 puestos de trabajo, lo que suponía perder 1.430 empleos al día. En 2017 se crearon 490.300 puestos de trabajo, es decir, se crearon 1.340 empleos al día.
Y desde el mes de febrero del año 2014, cuando se inició la recuperación en España, se han creado en nuestro país 2.742.000 empleos.
En 2011 el déficit de las Administraciones Públicas superaba el 9,6% del PIB. En 2017 el déficit fue del 3,1%, por lo que se ha reducido en dos tercios. En 2011 pagábamos un tipo de interés de nuestra deuda a largo plazo del 5,5%. Ahora pagamos el 1,5% por financiarnos a 10 años, e incluso nos pagan a nosotros en los plazos más cortos.
En 2011 el crédito a las familias caía un 40% anual. En 2017 subió un 9% y en los tres primeros meses de este año ha aumentado un 27%.
En 2011 el crédito a las pymes caía un 17%. En 2017 subió un 8% y en los tres primeros meses de este año ha aumentado un 9%.
En 2011 todavía teníamos un déficit exterior de más de 34.000 millones de euros. En la actualidad exportamos mucho más de lo que importamos, porque hemos hecho reformas y porque somos competitivos como país, y por eso tenemos un superávit exterior de 25.500 millones en el último año
En 2013 la prima de riesgo llegó a superar los 600 puntos básicos. En los primeros meses de 2018 estaba en 70 puntos básicos.
En 2011 las tres principales agencias rebajaron el rating soberano de España, y además lo dejaron en perspectiva negativa en previsión de bajadas adicionales. En contraste, en los primeros meses de este año esas tres agencias subieron el rating de España, que ya está por encima del de todos los países del sur.
Finalmente en 2011 España era un motivo de preocupación internacional: nuestros gobernantes recibían llamadas, cartas y amonestaciones de otros responsables internacionales para que tomasen medidas, ante el temor de que España arrastrara a otros países europeos en su caída.
Hoy la visión era exactamente lo contraria de cuando llegamos nosotros al Gobierno.
Queridos amigos, podría hablaros de muchas cosas más, podía preguntar si alguien se ha olvidado también que hemos vivido en esta etapa un cambio en la Jefatura del Estado de forma ordenada y no traumática por primera vez en siglos. Y le tocó pilotarlo a un gobierno del PP. Y también estas cosas hay que saber hacerlas con delicadeza.
Y la disolución de ETA a la que acabamos de asistir. Creo que el presidente del Partido Popular está obligado a hablar de la disolución de ETA.
¿Se hubiera producido de la misma manera si hubiéramos caído en la tentación de negociar, como todos hicieron antes y como tantos nos pidieron ahora? Los propios terroristas lo dijeron. Este gobierno nunca respondió a sus llamadas, nunca, jamás. ¿Es que acaso hemos procedido a un acercamiento de presos? Yo no, y no será porque no nos lo hayan pedido con insistencia. Nunca este Gobierno ha negociado nada con ETA, otra calumnia -porque lo es- que se agitó contra nosotros y que hoy se revela con toda su diáfana falsedad.
Queridos amigos, permitidme casi una reivindicación personal. En esta cuestión del final de ETA se ha demostrado que, en ocasiones, lo más difícil y lo más útil, repito, lo más difícil y o más útil, es no moverse cuando no toca, quedarse quieto y mantener con rigor la posición en la que crees. Pasó lo mismo con el famoso rescate, también entonces había un clamor de voces pidiendo que nos moviéramos. Pues bien, nos quedábamos donde estábamos. No nos movimos y acertamos. Sé que esta reflexión no encaja en los tiempos líquidos que vivimos, pero es así desde que Homero describió a Ulises atado al mástil de su barco para no sucumbir a los cantos de las sirenas.
Podría seguir hablando hasta el infinito de otros datos y otras decisiones y de algunos resultados que hemos conseguido en estos tiempos, pero creo que no hace al caso ahora.
Lo que sí quiero resaltar es que, con todas nuestras reformas, que no fueron fáciles, y con todo lo que nos tocó gestionar y a pesar de los esfuerzos que hubo que pedir, los españoles nunca nos retiraron su confianza.
Conviene que no lo olvidemos. Siempre nos han escogido como el primer partido de España, siempre, y lo han hecho así porque este partido supo siempre dar la batalla. Hemos ganado todas las elecciones de ámbito nacional, todas, las tres generales de 2011,2015 y 2016, pero también las europeas de 2014 y las municipales de 2015.
Comprendo que esto haya gente a la que le pueda molestar, pero a nosotros no. Es así, somos el primer partido de España y lo somos a pesar del daño enorme que nos han causado los casos de corrupción que han afectado a nuestro partido.
Queridos amigos:
A mí me han impactado tanto como a vosotros algunas conductas que jamás hubiera imaginado aquí. A mí también me han escandalizado tantos episodios.
Yo he tenido que dar la cara en el Congreso muchas veces, pero sé que vosotros habéis tenido que hacer lo mismo en las instituciones, en vuestras casas, con vuestras familias, ante amigos o con otros compañeros.
Soy plenamente consciente de lo difícil que todo esto os ha resultado.
Todos sabemos que el PP ha actuado, porque hemos actuado, que ha pedido responsabilidades y que ha apartado a toda la gente que pudo haber hecho lo no debido. Sin embargo, eso nunca fue suficiente para nuestros adversarios.
Hemos actuado contra la corrupción, exigiendo dimisiones, endureciendo leyes, mejorando procedimientos?; lo que desde luego no hemos hecho, y no me arrepiento de ello, es ponerme a las órdenes de los inquisidores, que los ha habido y muy activos.
He defendido de la mejor manera que he sabido mi honorabilidad, pero también la de este partido. Y nos vamos dejando en España el paquete más completo y exigente de leyes contra la corrupción.
Nunca jugué al «y tú más», y no voy a hacerlo ahora.
Nunca critiqué a ningún juez y no voy a hacerlo ahora.
Nunca hablé del pasado y no voy a hacerlo ahora.
He intentado ser justo, proteger el buen nombre del partido y su trayectoria; he asumido mis errores y también los que no eran míos; y en muchas ocasiones me he callado para no alentar con mis palabras esta campaña de descalificación de la política, camuflada tras la máscara de una supuesta regeneración hecha a base de juicios paralelos y de liquidar la presunción de inocencia de las personas.
Ahora lo que toca mirar al futuro. Seguimos siendo el primer partido de España, hemos ganado las tres últimas elecciones, no me cansaré de repetirlo, contamos con el grupo parlamentario más grande del Congreso, precisamente porque hemos ganado las últimas elecciones, y con la mayoría absoluta del Senado, también porque hemos ganado las últimas elecciones.
Tenemos dirigentes preparados y una militancia como ninguna otra. Por tanto, no hay ningún motivo para el desánimo.
Tenemos los resultados de una gestión que todo el mundo reconoce y valora. Y ahora tenemos que defender esa gestión de la tarea de demolición que ya nos han anunciado. Sabemos gobernar y sabemos hacer oposición, y este gobierno va a tener enfrente, como es obligado, desde el primer momento a una oposición curtida, que es la del Partido Popular.
Tenemos que defender nuestra obra, evitar que vuelvan a dejar España en caída libre, repito que ya nos ha pasado algunas veces.. Nos exigirá esfuerzo y trabajo, pero no más de lo que nos exigió rescatar a España de la crisis económica o de la amenaza de ruptura.
Tenemos también que defender nuestra verdad, nuestra idea de país, nuestros valores, nuestra trayectoria y nuestros proyectos de futuro.
Este partido tiene argumentos, trayectoria y personas para pelear en todos los rincones y para recuperar cuanto antes el Gobierno de España.
Porque cuando nosotros gobernamos, a los españoles les va bien. Esa es nuestra marca. Y conviene que no lo olvidemos.
Ya voy terminando.
Durante treinta y siete años he servido al Partido en toda clase de cargos, he sido militante de base, presidente local y he llegado a ser vuestro presidente nacional. También representé a nuestro partido en muchas instituciones: he sido desde concejal de Pontevedra hasta presidente del Gobierno de España.
Ninguno de esos cargos lo he solicitado. Por ninguno he peleado para desplazar a nadie. Por ninguno. Durante casi cuarenta años me he limitado a cumplir con mi deber allí donde el partido me ha pedido que estuviera.
Y ahora pienso que ha llegado el momento de poner el punto final a esta etapa. El PP ha de seguir avanzando y construyendo su historia de servicio a los españoles bajo el liderazgo de otra persona.
Lo hago por dos razones. Es lo mejor para mí y para el Partido Popular.
O dicho de otra forma, es lo mejor para el Partido Popular y para mí, y creo que también para España y lo demás no importa nada.
Por eso, os propongo la convocatoria de la Junta Directiva Nacional para convocar un Congreso Extraordinario para abrir una nueva etapa en nuestro partido con una nueva dirección y con más ilusión que nunca.
Cumpliré mi mandato de presidente del Partido Popular hasta el día en que elijáis a la persona que me vaya a sustituir. Y dada en la situación en la que me encuentro, lo haré con prudencia y con el grado de intervención que es debido. No plantearé ningún cambio ni en el partido, ni en los grupos parlamentarios ni en ningún otro lugar, porque creo que eso le corresponde a quien me suceda en la presidencia, si quiere.
Os agradezco que me hayáis permitido anunciar esta decisión de esta manera. Llevo mucho tiempo en política y sé apreciar en todo lo que vale vuestro respeto. Soy consciente de la enorme lealtad que he tenido por parte de todos vosotros hasta el último día. Ha sido un privilegio.
He tenido el privilegio de ser vuestro presidente durante 14 años, los mejores de mi vida política.
Me llevo el orgullo de haber presidido el partido más importante por su tamaño, sus afiliados, sus electores, el número de sus cargos representativos y, sobre todo, por los beneficios aportados a España.
Quiero daros las gracias por vuestra ayuda y por vuestro apoyo en toda clase de circunstancias, que algunas hemos vivido, en toda clase de circunstancias,
tanto cuando festejábamos los éxitos, ahí probablemente fuera más fácil, frente a condiciones adversas, estrechábamos nuestra unidad para consolidar nuestra fuerza.
Por mucho que pretenda alabarlo, siempre me quedaré corto.
12 Y quiero dar las gracias de manera muy especial, entenderlo, a todos mis ministros. Han sido magníficos, y a la única vicepresidenta que tuve, y a todo el Comité Ejecutivo Nacional encabezados por la secretaria general.
Gracias por todos estos años. Os aseguro que pesa más la alegría de haberlos compartido, que el inevitable sinsabor de abandonar la tarea en mitad de la cosecha.
Yo seguiré con vosotros.
Yo no imagino mi vida fuera del Partido Popular. Se lo he dado todo desde hace muchos años. Hace cuarenta, yo pegaba carteles en el municipio pontevedrés de Sangenjo, a las diez de la noche porque estaba preparando las oposiciones.
Esto es mi vida y quiero que siga siéndolo.
No voy a dejar el carnet que me ha acompañado siempre.
Y allí donde me encuentre, seguiré con vosotros en la senda que el partido transite, y ahora voy a decir una cosa muy importante, y desde el primer momento a la orden de quien elijáis. Y a la orden es a la orden. Y con la lealtad que mi conciencia y mis cuarenta años aquí me exigen. Muchas gracias». EFE
Redacción