No, Pablo Casado arrasando por 15 puntos a Soraya Sáenz de Santamaría no era lo que quería Mariano Rajoy. Pero como bien sabe Susana Díaz, las primarias las carga el diablo.
A 18h de la elección, con un Hotel Auditorium que respiraba ansiedad por todos sus salones, Mariano Rajoy pronunció su adiós como presidente nacional. “Me aparto, pero no me voy”, la despedida no lo era del todo. “Seguiré a disposición de todos, seré leal”, e incluyó un compromiso de buen comportamiento que señalaba directamente al ex presidente nacional díscolo que no había sido siquiera invitado a este 19 Congreso Nacional.
«Sólo he sido presidente de honor del partido 14 años, presidente del gobierno 8 años y diputado 20 años, pero probablemente eso no da derecho a ninguna invitación” ironizó al respecto un ofendido José María Aznar. Me atrevo a pensar que eso no va a volver a ocurrir, con Casado al frente, Aznar va a volver a sentirse cómodo en el Partido Popular y la dirección del mismo, con él.
La neutralidad de Rajoy era irrevocable en sus últimas palabras como Presidente del partido. No nombró a ninguno de los candidatos, sólo faltaría. Pero sí defendió su gestión de la crisis en Catalunya, que fue la gestión de su entonces vicepresidenta (primer guiño a Soraya), y pidió un “Partido Popular no doctrinario”.
¿Alguien se podía imaginar que gastara segundos en tal petición, si no fuera porque el que se iba temía que llegara un tsunami de radicalidad por la derecha? Con todo el trabajo que había invertido Rajoy durante 14 años para borrar el Aznarismo y copar el centro, resulta que el pupilo de Aznar desbancó a la suya propia.
La elección del cuerpo de compromisarios no ha sido otra cosa que una segunda moción de censura a Mariano Rajoy. No sé si hay “paracetamol en este mundo” (Soraya dixit) para superar eso, pero el resultado de victoria de Casado por el 57,2% de los votos barre literalmente el centrismo para “volver a la esencias del PP”. Así lo acaba de explicar Xavier García-Albiol, el dirigente popular catalán que como alcalde de Badalona puso carteles donde se ofrecía a “limpiar” la ciudad de gitanos rumanos.
Más esencias proclamadas por Casado en su discurso y celebradas por los compromisarios: la prohibición del aborto libre, más dureza contra los nacionalismos (aquí el fervor del plenario fue apoteósico y posicionó el “aplaudímetro” del lado de Pablo) y la figura de la familia. Como familia es algo que tiene y disfruta (o sufre) tanto la gente de derechas como de izquierdas, imagino que la nueva doctrina sobre la familia del partido popular es la del grupo ultra católico y tránsfobo Hazte Oír, que han repintado de apoyo a Pablo Casado su famoso “autobús del odio” (aquél con el que anunciaba «Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujeres, seguirás siéndolo, que no te engañen»).
No sólo el autobús ha seguido a Casado a varios actos en Madrid, sino que la asociación ha pagado diariamente páginas en periódicos de tirada nacional para mostrar su apoyo al nuevo Presidente Nacional, y él no ha renegado al respecto. Claro que no.
Así es el nuevo Partido Popular. Un partido que vuelve a abrazar la vieja ideología. Hacía falta un catarsis ante el bloqueo que provocó la pérdida del gobierno, y la regeneración pasa por un posicionamiento más a la derecha, sin complejo alguno, como ariete contra Ciudadanos. Precisamente cuando Albert Rivera había encontrado su filón, atacando desde la derecha a Mariano Rajoy, va la izquierda y lo censura; va la derecha y lo borra.
Les va a costar a los naranjas mantenerse fuertes en el próximo CIS (los últimos parecían cocinados por el propio Villegas), quizás por eso Rivera trataba de contraprogramar a Casado, poniendo en agenda un acto a la misma hora a la que votaban los compromisarios.
CIS aparte, la hora de la verdad para Pablo Casado se acerca ya, en forma de elecciones municipales y autonómicas. El reto es mayúsculo: desde las últimas municipales, el Partido Popular ha sido borrado del todo en Catalunya, obligado a cambiar su presidente en Murcia y Madrid, relegado en Valencia y olvidado, al calor de Ciudadanos, en Andalucía. ¿Cuál será la baza del joven palentino? ¿Qué carteles electorales esgrimirá para recuperar plazas como la del Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid?
Hay melancólicos que se imaginan a la propia Aguirre (que se prodigó en las teles pidiendo el voto para Casado, ¡y funcionó!) o, esto suena muy loco, al propio Aznar, que expresó asimismo su oferta de “refundar el centro derecha”.
¿Acaso no pretende Ciudadanos llevar al mismísimo Manuel Valls a su lista por Barcelona? Quizás no sea momento para eso si se quiere coser el partido con el hilo de la integración, como ha repetido Casado. Yo me imagino más una “operación Soraya” espejo de la que fue la “operación Errejón” que quedó para candidato en la Comunidad de Madrid tras perder las primarias contra Pablo Iglesias. Y ahí, sí, pediría palomitas hasta el propio Mariano Rajoy.
Verónica Sanz