viernes, noviembre 22, 2024
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Solo un 8% de los agresores sexuales entra en prisión tras ser condenado

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Esta misma semana, la Audiencia Provincial de Palma ha condenado a una multa de 1.800 euros y la obligación de asistir a un curso de educación sexual a un hombre de 75 años que abusó de sus tres nietas durante los años 2015 y 2016. Aunque la Fiscalía había solicitado 15 años de prisión y en la sentencia se dicta una pena de 6 años de cárcel, finalmente el juez ha eximido al hombre de entrar en prisión. Tristemente, no es el único caso. En febrero, el mismo Tribunal suspendió la entrada en prisión de un hombre acusado de abusar sexualmente de una niña de nueve años a cambio de abonar 5.000 euros y someterse a idéntico cursillo.

Desgraciadamente, según explica la ONG Juntas contra el Maltrato, esta realidad es más habitual de lo que a primera vista parece. “En España no todos los violadores acaban en la cárcel. O es un caso muy mediático y de extremada violencia o son reincidentes. Aquí incluimos a los que abusan sexualmente de menores de edad. Normalmente les condenan, pero suspenden la pena a cambio de cantidades ridículas y unos cursos de educación sexual que se han demostrado ineficaces a todas luces”, comentan.

Los datos no dejan lugar a dudas. Desde 2012, se han esclarecido 45.327 delitos contra la libertad sexual. De hecho, tal y como se extrae del Balance de Criminalidad, el año pasado se produjeron más de 2.000 infracciones de este tipo, lo que supuso una media de 5 violaciones al día. Sin embargo, actualmente en España solo cumplen condena en alguna prisión 3.274 agresores o abusadores sexuales, mientras que, como referencia hay más de 19.000 corruptos. “Esto no significa que no haya violaciones o condenas por violación. Significa que no van a la cárcel como si de un delito menor se tratara. Solo un 8% de los agresores sexuales acaba entrando en prisión”, denuncian desde esta ONG.

“Hay casos sangrantes. En enero, un hombre en La Rioja eludió entrar en prisión a cambio de pagar 4.000 euros por abusar de una niña de 8 años; el año pasado un hombre en Albacete consiguió lo mismo por pagar 1.000 euros a la niña de diez años de la que había abusado; en 2015, el Supremo dejó en 2.500 euros de multa una condena de 10 años de cárcel por abusos a dos niñas…Los casos se repiten constantemente y la sociedad no es consciente de ello”, continúan.

El Código Penal en España establece entre uno y cuatro años de prisión para los delitos de agresión sexual y entre seis y 12 años para las violaciones, si bien las penas pueden ser mayores cuando se dan determinadas circunstancias; en caso de abuso sexual, el castigo consiste en una pena de prisión de uno a tres años o una multa de 18 a 24 meses. Por su parte, para la suspensión de la pena, es decir, para evitar entrar en prisión, el juez debe valorar las circunstancias del delito cometido, las circunstancias personales del penado, sus antecedentes, su conducta posterior al hecho, en particular su esfuerzo para reparar el daño causado, sus circunstancias familiares y sociales, y los efectos que quepa esperar de la propia suspensión de la ejecución y del cumplimiento de las medidas que fueren impuestas. La trampa en este caso es clara: solo se podrá eludir la prisión siempre y cuando las penas no sean superiores a los dos años de cárcel.

Por ello, numerosas asociaciones feministas han reclamado que una reforma del Código Penal para que se aumenten las penas relacionadas con delitos contra la libertad sexual. “Así se evitaría que aquellos jueces que apliquen la ley desde un punto de vista machista puedan utilizar esta trichiñuela legal para dejar en libertad a abusadores y violadores”, comentan miembros de Femen.

Desde esta asociación apuestan además por visibilizar este problema y presionar para que se legisle desde el feminismo. “En España, sólo un 20% de las personas afectadas denuncia haber sufrido violencia sexual. Se necesita a profesionales formados que sepan cómo actuar ante estos casos y que den confianza a las mujeres para denunciar, además de tener a jueces que valoren las agresiones sexuales como lo que son y no como un error típico de hombres. Así, quizá, las cárceles sí se llenarían de violadores”, concluyen.

Bárbara Baron

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