Francisco ya hace tres años que se resignó a comer solo una vez al día. Toda la vida trabajando no le ha servido para tener más que una pensión de apenas mil euros de la que viven él, su mujer y un hijo, al que, dice, la “crisis trató muy mal y ahora no encuentra más que trabajos temporales”. Él siempre se ha considerado “clase media”. “Yo pude comprar un 600, una lavadora… No he tenido una vida de lujos, pero en mi casa nunca ha faltado un plato de comida encima de la mesa. Hasta en verano íbamos unos días a Alicante”, relata. Ya no pone la televisión. Ni la radio, a la que era muy aficionado. “Los políticos viven completamente alejados de la realidad”, sentencia.
Cuenta resignado que él pensaba votar a Rivera, “harto de la corrupción del PP”. Hasta hace unos días, cuando escuchó al líder de Ciudadanos criticando a Sánchez e Iglesias por “subir los impuestos a la clase media trabajadora”, refiriéndose a aquellos que cobran más de 130.000 euros al año, es decir, más de 10.000 euros al mes. “Yo me he partido el lomo toda la vida trabajando. Y ese sueldo no es de clase media trabajadora, es de ricos. La clase media sigue teniendo problemas, como yo, para pagar la luz, poner la calefacción o incluso hacer varias comidas al día. Yo como mucho ceno una sopa de ajo o de cebolla, que es barato. Esa es la realidad”, continúa.
Lo cierto es que, a pesar de la recuperación económica, según la última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 37,3% de los hogares no puede afrontar gastos imprevistos, el 34,4 % no puede ir de vacaciones ni una semana al año, el 9,3% llega a fin de mes con «mucha dificultad» y el 7,4% no puede pagar a tiempo la hipoteca, el alquiler, el gas, la electricidad o la comunidad.
El «riesgo de pobreza”, mide desigualdad, no pobreza absoluta, es decir, cuántas personas tienen menos ingresos que el conjunto de la población. De este modo, en 2017, el riesgo de pobreza para los hogares de una persona se ha establecido en 8.522 euros anuales, y en 17.896 para los compuestos por dos adultos y dos menores de 14 años. En España, una de cada cinco personas, el 21,6% de la población, se encuentra en situación de pobreza y vive con menos de 8.522 euros al año, frente a los 11.074 que perciben de media el resto de habitantes. Los ingresos medios anuales de un hogar español son de 27.558 euros.
Las más perjudicadas, una vez más, son las mujeres. Según el informe anual que de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, el perfil más afectado por el riesgo de pobreza es el de una mujer joven, educada, con hijos y de nacionalidad española. Así, solo una de cada cinco personas en riesgo de pobreza es extranjera; el 40% tiene menos de 29 años, y el 70% ha cursado estudios de Secundaria o de Educación Superior. Una realidad muy alejada de los tópicos con los que siempre se trata este asunto.
Es el caso de Laura. Tiene 27 años, un hijo de 4 y gana 700 euros limpiando oficinas en Madrid. El padre del pequeño –en paro– le pasa una pensión de 150 euros al mes. “Tengo que hacer malabarismos. Con ese sueldo es imposible llegar a fin de mes. Tengo que pagar un alquiler, hacerme cargo de la mayoría de los gastos de mi hijo, pagar la calefacción, el agua, la luz… A mi me parecería muy bien que subieran el sueldo mínimo a 900 euros. Seguiría sin llegar a fin de mes, pero al menos mi hijo podría comer algo mejor. Si no fuera por el comedor del colegio, yo no sé cómo mi pequeño podría comer correctamente”, se lamenta. En su situación las cifras son poco alentadoras: una de cada dos personas que viven en hogares monoparentales está en riesgo de pobreza o exclusión social y el 83% de estos hogares está a cargo de una mujer.
En 2007, la Encuesta de Presupuestos Familiares realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) situaba en 4.543 euros el dinero que las familias destinaban a la compra de Alimentos y bebidas no alcohólicas. El año pasado, el gasto fue de 4.123 euros: 420 euros menos. Las implicaciones son graves: Uno de cada tres niños vive por debajo del umbral de la pobreza en España y el 4,2% de los menores de 16 años no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos día.
“Es frustrante querer dar de comer adecuadamente a tu hijo y no poder. Y me hierve la sangre oyendo a políticos con sueldos millonarios quejarse porque quieren subir el salario mínimo a 900 euros. Un mes viviendo como yo, trabajando de sol a sol por 700 euros y se les quitaba toda la tontería. No pedimos lujos, pedimos poder vivir dignamente. Eso es todo”, concluye Laura.
Bárbara Baron