Quienes le conocen le definen como un camaleón: siempre mimetizándose con quienes le rodeaban con el fin de obtener información. Villarejo se definía a sí mismo como agente liberado, pero hubiera sido más acertado hacerlo como agente doble… o triple. Su juego no variaba. Cada dato que obtenía utilizando su condición de policía se lo vendía a los mejores postores. Incluso aunque estuvieran enfrentados entre sí. Uno de los casos más flagrantes es el referido a Gürtel. Lo utilizó para ganarse la confianza del PP, del PSOE y de periodistas afines en ‘nómina’ del comisario.
Villarejo siempre trató de tener a amigos colocados en lugares estratégicos, tanto dentro de la Policía, como en la esfera judicial y política. En Gürtel la jugada le salió redonda. De la mano de los populares contaba con el afecto de López del Hierro; del PSOE y del instructor del caso, Baltasar Garzón; y dentro del Cuerpo, al jefe de la UDEF, José Luis Olivera, al que el propio comisario definió como “muy tronco”. Por tanto, mientras Villarejo enviaba mensajes a Cospedal de que había que tranquilizar a Bárcenas, su aparato mediático afín se encargaba de enervar al extesorero con continuas acusaciones procedentes del sumario secreto.
La estrategia comenzó en agosto de 2008. El comisario jubilado se reunió con Garzón, con José Luis Olivera, y con el que por aquella época era jefe de Policía Judicial, Juan Antonio González, conocido por ser la mano derecha del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, para preparar «lo de la Gürtel». Así lo admitió el propio Villarejo durante la comida celebrada el 23 de octubre de 2009 en el restaurante madrileño Rianxo a la que asistieron también Garzón, la hoy ministra Dolores Delgado y los comisarios Gabriel Fuentes, Miguel Ángel Fernández Chico y Enrique García Castaño, según publicó el diario digital ‘Moncloa.com’.
A la vez, según los nuevos audios difundidos por el mismo medio, Villarejo informó al PP, por medio de López del Hierro, de movimientos policiales, escuchas e incluso planificó conjuntamente estrategias para minimizar daños en la instrucción de este caso de corrupción. Las conversaciones se produjeron entre junio y noviembre de 2009 –Gürtel estalla en febrero de ese mismo año– y, si bien hablan casi en clave, el comisario insinúa que posee información sobre el caso. «Me pregunta nuestra amiga (para referirse a su esposa, Cospedal)… mira a ver si tu amigo sabe por dónde van a ir estos», le dice López del Hierro a Villarejo. «¿Tú crees que van a más con esto?», agrega. El comisario le advierte que «hay mucha chicha» y le habla de la posibilidad de que «como el Supremo acepte el tema, va para adelante».
El juego es tan retorcido que el propio Villarejo reconoce a López del Hierro que él estuvo en las reuniones en las que se preparó la Gürtel. De esta forma, también Villarejo le confiesa que Rubalcaba era conocedor de la trama Gürtel antes de que el caso se judicializase: «En algunas de estas operaciones, que Alfredo sabía lo de Gürtel, no hay duda. Que se le preparó a ‘Balta’, no hay duda. Yo estuve en las primeras reuniones, o sea que eso es así. Pero por eso no creo que le hayan mandado a este (Juan Antonio González) aquí a ver qué le sacas (refiriéndose a Cospedal)».
Para cerrar el círculo, el entorno de Villarejo utilizó a un medio periodístico nacional contrario al PP para difundir el sumario contra los populares. Eso supuso una catarata de noticias que desacreditaban al PP que Villarejo simulaba proteger.
Tal y como le confiesa Villarejo a López del Hierro, pese a que Garzón ya se había inhibido en favor del Supremo, se había quedado con una copia íntegra de las diligencias “por lo que guardaba mucha munición contra el PP”. Esas mismas diligencias abrieron las portadas de los diarios, en una estrategia orquestada por el entorno de Villarejo: de una parte se aseguraba el favor del PSOE, y de otra, el PP, cada vez más angustiado seguiría contando con sus servicios.
No es la primera vez que Villarejo juega a este triple juego. En 1995 se negó a entregar al Gobierno de Felipe González un dossier sobre Garzón, el llamado informe Veritas que habían encargado el ministro Juan Alberto Belloch y su número dos, Margarita Robles, la actual ministra de Defensa.
Curiosamente el informe, con afirmaciones que nunca se han podido probar, fue redactado por el propio Villarejo junto a Enrique García Castaño y Ramón Lillo. En él se aseguraba que el magistrado “tenía relaciones con miembros de una organización de narcotraficantes” y “había participado en orgías con mujeres”. En el mismo documento, sostenían habían captado a Garzón aprovechando “su obsesión por las mujeres, por aparentar y por la buena vida”. “No les resulta difícil irlo introduciendo al principio en fiestas aparentemente inocuas y, más tarde, en orgías donde puede disfrutar de dos y hasta tres mujeres a la vez, donde se consume coca y se abusa del caviar y del champagne francés”, concluían.
Redacción