Cuando en 2015, el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández, nombró a Jose Luis Olivera jefe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) los mentideros de la Policía comenzaron a hervir. Nadie entendía por qué el responsable de destapar la Gürtel, que tanto daño había hecho a los conservadores, era premiado por el propio PP con un puesto de responsabilidad clave y en el que manejaría la información más sensible del Estado. Se rumoreaba en aquellos días que los populares podrían tener miedo a que salieran a la luz pesquisas del caso de corrupción que todavía no habían saltado a los medios.
Ahora, con las nuevas grabaciones de Villarejo la versión popular que se manejaba entonces ha quedado en entredicho. En las cintas, el comisario en prisión definía a Olivera como “un tipo legal y muy tronco del PP”, que, entre otros asuntos, le facilitó información del ‘caso Gürtel’ sobre Juan Cotino -expresidente de la Cortes Valencianas y exdirector general de la Policía durante el Gobierno de Aznar (1996-2002)- con una advertencia muy clara para su sobrino, el constructor Vicente Cotino: “que limpie todos los papeles” de sus negocios en Valencia.
También habría avisado Villarejo, según desvela en los audios, a Arturo González Panero, alias ‘el Albondiguilla‘, de que había una investigación en marcha contra él. «Entonces inmediatamente yo lo transfiero por los contactos», relata Villarejo a Cospedal. «Es decir, una de las personas que se entera, te lo digo para que le tires de la oreja, es Arturito, el cabrón del Albondiguilla, que vive donde yo vivo, en Boadilla», confiesa. «Le digo, oye, habla con tu partido y esto y esto», añade. «¿Por qué? Porque Arturo, obviamente, como yo soy de allí y tal, si me pillan hablando con él, como tenemos una serie de cosas en común y tal y cual, pues digo habla a alguien. ‘No, voy a hablar con…’. Me dijo que él iba a hablar, que tenía buena línea, con el portavoz del Senado», prosigue Villarejo.
No solo eso. Villarejo confesó a Cospedal que “el segundo de a bordo” en la investigación de ‘Gürtel’ “es un hombre nuestro”, es decir próximo al PP, por lo que pide mantener la confidencialidad sobre Olivera. “Se enteran ahí y le cortan la cabeza. Es él que en un momento determinado me avisa de este tema. O sea totalmente de confianza y gracias a él ha boicoteado mil cosas y tal”, asegura éste a Cospedal. En este sentido, desvela, además de que han tratado de destruir el famoso pendrive de Gürtel, que la Fiscalía Anticorrupción había pedido un informe sobre la relación de regalos que hicieron las empresas de Francisco Correa y de Álvaro Pérez, ‘el Bigotes’, a políticos valencianos. Una petición que hasta entonces había sido “boicoteada” por el entonces jefe de la UDEF.
Lo cierto es que la designación de Olivera en el CITCO fue una apuesta personal de Fernández Díaz y del entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, ambos muy relacionados con el entorno de Villarejo. Quienes mejor le conocen aseguran que el comisario encarcelado recibió con alegría el nombramiento: por el CITCO pasan todas las investigaciones de terrorismo y crimen organizado, es decir, las que mejor le podrían venir para sus negocios particulares, como se demostró con la llamada Operación Cataluña, en la que ambos policías participaron. Destinada, en principio, a desestabilizar el movimiento independentista, pero que pronto se entremezcló con los oscuros ‘business’ de Villarejo.
No ha sido solo el comisario jubilado quien ha insinuado que Olivera podría haber boicoteado ciertos aspectos de la investigación de la trama de corrupción del PP. Hace un año, el inspector jefe de la UDEF, Manuel Morocho, sostuvo en la comisión de investigación del Congreso que Olivera decidía a quién se investigaba en el PP y a quién no. Así, Morocho aseguró que «indiciariamente» la anotación «M.Rajoy» –que aparece en el listado de Bárcenas sobre los dirigentes del PP que cobraron elevados sobresueldos en negro– correspondía al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey.
En este sentido, Morocho declaró que las mayores presiones que tuvo que soportar llegaron por parte de sus «superiores» que indicaban «cómo plasmar la información en los informes», refiriéndose al comisario José Luis Olivera. Este último, por el contrario, sostuvo que no vio “indicios fuertes” de un sistema irregular. «En la información que yo manejé no había nada relativo a sobresueldos» y «si hubiera indicios fuertes, la propia Policía puede detener y no hubo detenciones» de políticos en la trama Gürtel”, mantuvo.
Olivera se convierte así en el último de los amigos de Villarejo que ve su nombre salpicado por las grabaciones que el comisario hacía a espaldas de sus interlocutores. Resulta curioso cómo Villarejo –que sabe que tiene la grabadora en marcha y que sus conversaciones serán registradas– mide hasta el detalle sus palabras, jugando siempre a la ambigüedad y no tiene, por el contrario, ningún reparo en desvelar supuestos trapos sucios de quienes, en teoría, son su círculo más cercano y a quienes tanto debe.
Mientras, el antiguo jefe del CITCO, trata de mantenerse ajeno a este maremágnum y ha acudido a unas conferencias sobre la corrupción en Valencia. Allí, defendió mejora una “mayor protección a testigos y denunciantes que suelen acabar imputados y con conocimiento público de su denuncia, crear juzgados especializados, incorporar a agentes encubiertos como en el narcotráfico o terrorismo, rebajas de condena o beneficios penitenciarios” para los denunciantes o arrepentidos que colaboren.
Redacción