La irrupción de Vox en las andaluzas del 2 de diciembre y su capacidad de configurar un bloque de cambio junto al PP y Cs ha sacudido de tal forma a ‘barones’ y alcaldes socialistas que todo apunta a que el sector que apoyó a Susana Díaz en las primarias se lanzará a la yugular de Sánchez ante un descalabro que podría dar un vuelco a todo al panorama político del país.
Un sector que da por hecho que Vox entrará «como un cañón» en la cita con las urnas de mayo y que culpa de ello a Sánchez por su connivencia con los independentistas catalanes.
Así lo puso de manifiesto la exportavoz del grupo parlamentario en el Congreso Soraya Rodríguez, en una reunión interna pocos días después de los comicios andaluces, en la que ligó la debacle en Andalucía al apoyo de los secesionistas a la moción de censura que aupó hace seis meses a Sánchez a la Moncloa.
En el mismo sector hay quien cree que no se trata de buscar culpables, porque la culpa -dicen- es de todos, sino de reaccionar y adoptar medidas.
Por eso echan de menos una «estrategia nacional» de la dirección del PSOE para hacer frente a la avalancha que creen que se avecina en comunidades y ayuntamientos, en los que aseguran sentirse desprotegidos y en los que temen que, si se instala el bloque de derechas, el nuevo ciclo político no será corto.
Estos socialistas recuerdan que la estrategia cuando surgió Podemos fue «meterlos en los gobiernos» y sostienen que gracias a eso lo de Pablo Iglesias se han diluido.
La dirección del PSOE, en cambio, se muestra confiada en que el rechazo a la ultraderecha movilizará como nunca al electorado de izquierdas y en que la radicalización de Cs les deja libre todo el espacio político del centro y la moderación.
Entretanto, en Ferraz siguen culpando a Díaz de su descalabro por hacer una campaña de trámite, excesivamente confiada en sus posibilidades, como ya le ocurrió en las primarias.
Esto unido al desgaste del poder y al rechazo que genera su figura son las principales causas que encuentran en la cúpula del PSOE a una caída histórica de la participación que ha acabado con 36 años de poder socialista en la comunidad más poblada de España.
Está por ver si Díaz continúa liderando el PSOE andaluz toda la legislatura, después de que la dirección federal abriera la puerta a su relevo la misma noche electoral y de que las miradas no paren de dirigirse a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como posible sucesora.
La metáfora que empleó un asesor de Sánchez ante un grupo de periodistas tres días después del desastre andaluz, según la cual Díaz ha sido «el primer ñu en atravesar un río lleno de cocodrilos y todos se han lanzado a ella para intentar devorarla», no sentó bien entre los que creen que Sánchez no piensa adelantar las generales, sino que «dejará que los cocodrilos se coman primero a los ñus y después aparecerá él como salvador» frente a la ultraderecha.
Y si el terremoto andaluz ha hecho resurgir la crispación interna, el proceso de diálogo en Cataluña y la capacidad del Gobierno para sacar adelante los presupuestos de 2019 se perfilan como decisivos para el futuro del PSOE.
Hay quien cree, incluso desde el ‘pedrismo’, que la crisis territorial se llevará por delante a Sánchez, ya que nadie ve el final del túnel a un problema que este año tendrá sus primeras curvas en el juicio y la sentencia del ‘procés’ y que el Ejecutivo está tratando con lo que un dirigente del partido llama la política de «ducha escocesa».
Si Sánchez decidiera, en función de los acontecimientos, adelantar las generales, la dirección socialista, que nunca puso sobre la mesa la posibilidad de celebrarlas en marzo, no descarta que pudieran coincidir con las municipales, autonómicas y europeas en el ya conocido como ‘superdomingo’ electoral del 26 de mayo, al que se oponen alcaldes y presidentes autonómicos.
Otro de los hitos para el PSOE en 2019 será la elección de la candidatura a la alcaldía de Madrid y el resultado electoral que ésta obtenga, una vez que Sánchez ha asumido públicamente que será él en primera persona quien elija un nombre «muy potente» para recuperar una plaza estratégica en la que los socialistas no gobiernan desde hace treinta años.
Algo que estaba previsto que hiciera antes de verano y que ha ido retrasando desde entonces hasta proyectar a los suyos una imagen desalentadora, incluso de cierta desesperación por no encontrar a la persona adecuada.
La sucesión de nombres con los que se ha especulado: Margarita Robles, Beatriz Corredor, Reyes Maroto, José Manuel Rodríguez Uribes, Dolores Delgado, Fernando Grande-Marlaska, Alfredo Pérez Rubalcaba, y últimamente el propio José Luis Rodríguez Zapatero, ha terminado por enfurecer a las bases ‘pedristas’, defensoras de las primarias y de acabar con el tradicional «dedazo» del líder.
El malestar entre estos militantes de las plataformas que apoyaron a Sánchez en las primarias es tal que muchos aseguran que no le volverían a votar como secretario general y que en lo orgánico ha sido un «fraude», porque dirige «el PSOE de los militantes sin los militantes».
Pese a todo, nadie en el partido olvida que Sánchez es el mayor superviviente político de la historia reciente de España, donde hace dos años todos le daban por muerto y ahora es el presidente del Gobierno.
Laura Ramos