La carta, a la que hemos tenido acceso al levantarse el secreto de parte del sumario, la remitió desde la madrileña cárcel de Estremera el pasado 13 de julio al juez que instruía entonces su caso, Diego de Egea.
En ella lamentaba la difusión de la entrevista que mantuvo con la princesa Corinna, amiga del rey Juan Carlos, y que se le señalara a el y a su mujer como responsables de la filtración.
Tras recordar al juez que ya le advirtió en una carta anterior en diciembre que la mayor parte de la documentación que le fue intervenida tenía que ser custodiada por el CNI para evitar «filtraciones interesadas», le indica que aparte de estas conversaciones en los pendrives incautados «hay constancia de datos sensibles de investigaciones sobre terrorismo y crimen organizado».
También de «medios de pago a ciertos confidentes vinculados al ISIS, estructuras de cobertura para infiltraciones en países hostiles, identificación de colaboradores y un sinfín de datos, cuya publicación sin duda provocaría un daño irreparable, al margen de poner en peligro la vida de quienes quedarían al descubierto».
El excomisario, que recientemente ha enviado otra carta al juez del caso en la que siembra dudas sobre la autoría del 11M y apunta a servicios secretos marroquíes y franceses, desvelaba en esta misiva su «pasado profesional», que le llevó, según su relato, a ganarse la confianza «de sujetos como Abu Abas».
Según él, mantuvo un encuentro en Argelia con este líder del Frente de Liberación de Palestina para que le facilitara «una maleta fabricada con explosivo hasta entonces indetectable, así como la lista de objetivos de atentados que se evitaron en Europa y especialmente en Francia».
También aseguró haberse infiltrado en el entorno de Sadam Hussein, «y aparte de facilitar a EEUU datos sobre compra de armas y en especial misiles estratégicos durante la guerra de Irak», mantuvo «en los desiertos de Siria, Líbano y Arabia Saudí, encuentros con miembros cercanos al ISIS con objeto de obtener cierta información para evitar atentados en España».
Además dijo que accedió a madrazas en Afganistán «para conocer las identidades de imanes con destino a España y así un sinfín de actuaciones».
«Si estas actuaciones no tienen cabida en nuestro ordenamiento jurídico, entonces debería cuestionar entre otras actividades las realizadas por la Brigada policial de agentes encubiertos e incluso, la intervención de miembros del CNI pagando para liberar a secuestrados entre otras actividades, que considero esenciales para la seguridad de cualquier Estado democrático como el nuestro».
Sobre Corinna sostuvo que «las diferentes entrevistas» que mantuvo con ella carecen de «relevancia judicial alguna para esta señora, ni para quienes menciona en las mismas», entre ellos el rey emérito.
Su intervención en esas entrevistas, según su relato, se debió a que seguía «instrucciones del CNI», «ocultándole a ella» el motivo de su intervención y que sus «privadísimas confidencias iban a ser grabadas».
«El motivo de mi acercamiento a esta señora, según las directrices recibidas por mandos del CNI, era en primer lugar ganarme su confianza, para recuperar el archivo Jano en su poder, así como disuadirla entre otras cuestiones, a que denunciara al Sr. Director del CNI, por amenazas de muerte que había recibido de este señor, en un encuentro en Londres», afirmó.
Redacción