viernes, noviembre 22, 2024
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Universos paralelos

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Por el Salón de Plenos del Tribunal Supremo han pasado hoy diez agentes del instituto armado. Desde la silla de testigo, la mayoría ha narrado, como si se tratara de un único discurso, las miradas de odio y de desprecio que les dirigía la «masa» concentrada para impedirles que realizaran la labor que una orden judicial les había encomendado.

Frente a la imagen de esos pacíficos ciudadanos que quisieron trasladar los procesados en su comparecencia ante el tribunal, los guardias han ofrecido una versión que ha sido rechazada, con murmullos de desaprobación, por el público y familiares que hoy han acudido a la sesión del juicio.

Citados como testigos por su participación en registros previos al 1-O, la Fiscalía les ha interrogado también por su intervención en la jornada del referéndum. Y ha sido en sus respuestas donde los agentes se han prodigado en una descripción de ese día que han resumido en una palabra: odio.

De sus bocas han salido frases tan contundentes como éstas: «El odio se masticaba»; «Nunca por hacer mi trabajo me habían escupido»; «Por primera vez en mi vida profesional vi el reflejo del odio»; «Lo que más me dolió fue las miradas»; o «Lo que más me impresionó fue la cara de odio de un señor mayor. Un odio extremo hacia nosotros, como si le quitáramos algo de su familia».

Y es que, según las palabras de la única mujer de los diez agentes que han declarado, «el sentido de respeto a la autoridad se había evaporado en horas». Quizá por ello, otro agente ha reconocido que «a día de hoy» seguía sin entender «por qué unas personas del pueblo se comportaron como delincuentes».

Vivieron situaciones que, en palabras de otro guardia, «se asemejaban mucho a los inicios del conflicto vasco» (más murmullos de desaprobación y risas irónicas desde los bancos del público).

Pero ellos están acostumbrados. Y no los letrados de la administración de Justicia, que, tal y como se puede deducir de las declaraciones de hoy, no tuvieron fácil ejercer su profesión en Cataluña.

De momento, solo se ha escuchado en lo que va de juicio el testimonio de la secretaria judicial que el 20S de ese otoño -más bien la madrugada del 21S- tuvo que salir de la Consellería de Economía por la azotea.

Hoy, de forma indirecta, hemos sabido cómo se sintieron tres letrados en tres momentos diferentes de los días previos al 1-O. Muy nerviosos, con miedo, deseando de acabar su labor en los registros y pidiendo cualquier prenda que se tuviera a mano para taparse la cara.

Pero «en aquellos días estábamos nerviosos todos». Lo ha dicho un agente y bien puede resumir el estado de ánimo en España. El de unos y el de otros.

Como no podía ser menos, los Mossos d’Esquadra han vuelto a salir en las preguntas y respuestas de los interrogatorios. Por fin un agente ha valorado su actuación y lo ha hecho al relatar cómo facilitaron la salida de la comitiva judicial tras un registro. «Hicieron un buen trabajo», ha apostillado.

No han durado mucho esas alabanzas. Horas después, otro guardia civil resaltaba la pasividad de otros mossos ante lo que se veía venir. Más tarde, otro agente del instituto armado ha terminado por enterrar esa primera imagen de colaboración al describir cómo los mossos se enfrentaron a los guardias para impedirles actuar.

El relato de los testigos de hoy, casi uniforme, ha sido más rácano en palabras cuando se refería, a preguntas de las defensas, a la actuación de los guardias ante los colegios electorales. Proporcional y congruente, se ha limitado a responder uno. Otros han despachado las preguntas con un «no lo vi».

Muchas cifras hemos escuchado hoy en la vista. De papeletas, de sobres, de palés, de cajas, de millones de euros, de concentrados ante los puntos de votación o ante los registros…

Y hemos sabido que todo estaba previsto para constituir las mesas electorales y que ya se había seleccionado a personas para ellos. Al menos a una señora de San Cugat del Vallés, a la que por los pelos no le llegó la carta convocándola para el 1-0. Se la llevó la Guardia Civil de las instalaciones de Unipost.

Sin embargo, nos hemos quedado con las ganas de saber cómo es la forma de pago 13, la que se utilizó para pagar propaganda del referéndum. 

 

Sagrario Ortega

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