LA FRASE: «El detenido, si no le evacuamos, la multitud le pega. El que no le conoce le pega», ha señalado un cabo primero de la Guardia Civil en relación con un registro del 20S, que ha justificado que cuando éste se produjo no se leyesen los derechos a Joan Ignasi Sánchez, un asesor de la Conselleria de Gobernación, porque en ese momento no estaba detenido: «¿Qué hago? ¿Lo detengo? ¿Lo engrilleto? ¿Estigmatizo al niño?».
LA IMAGEN: La de otro registro del 20S, cuya salida fue, a ojos de uno de los guardias civiles que estuvo allí, «dantesca». Ante la aglomeración de gente, las fuerzas de seguridad simularon hacer un pasillo con varias furgonetas, al mismo tiempo que la comitiva salía «a la carrera» por el garaje, donde estuvieron «literalmente» escondidos durante quince minutos.
Y la de unos Mossos que, según ha dicho, «se la jugaron» y cuya actitud en esa ocasión fue «perfecta».
EL PROTAGONISTA: Hoy han sido dos. Un exparlamentario regional alemán y una neozelandesa, que han negado realizar labores de supuesta observación electoral cuando viajaron a Cataluña el otoño de 2017 y realizaron informes del 1-O.
Con la ayuda de sus traductores, ambos han mostrado su interés por el contexto político y social de Cataluña y han negado ser observadores internacionales, si bien, mientras uno ha dicho que sufragó personalmente todos los gastos, la otra ha reconocido que Diplocat, un consorcio financiado en un 85 % por la Generalitat, corrió con los gastos de los salarios, las dietas y el alojamiento de los doce miembros de su equipo.
Ella ha sido la más imprecisa en su declaración, en la que no ha recordado con qué representantes públicos se reunió (solo ha reconocido a Raül Romeva y al responsable del Diplocat), qué cargo tenían ni lo que ocurrió el 20-S.
LA ANÉCDOTA: Por primera vez y tras ser objeto de crítica las primeras jornadas, la traducción consecutiva ha aparecido en el juicio.
La gran parte de los acusados dejaron patente su queja por no contar con traducción simultánea del catalán al considerar que la consecutiva podría afectar a su derecho de defensa. Hoy, en la Sala de Plenos del Supremo se han escuchado las voces de dos testigos extranjeros, seguidas de las de sus respectivos traductores del alemán y del inglés.
Lo que ocurre es que en algunos momentos el intérprete no ha traducido todas las palabras de uno de ellos, el exparlamentario regional alemán Bernhard von Grünberg, como cuando ha lamentado que «desgraciadamente» no hubiese diálogo y, tras reconocer que no era partidario de la independencia, ha añadido: «Fue un error político, pero no debo decir mi opinión personal».
Antes, el juez Marchena había advertido al testigo de que no estaba citado para hacer valoraciones políticas y tampoco ha permitido que la otra compareciente, Helena Catt, pusiera adjetivos a lo ocurrido en los locales electorales.
AGENDA: El juicio continúa mañana a las 10.00 horas con una tanda de catorce agentes de los Mossos y de la Guardia Civil.
Redacción