Su «paso al frente» se ha convertido en un nuevo protagonista, quizás el principal, en el inestable panorama político nacional de cara a las generales del 28 de abril y su impronta ha conseguido calar en un público que aglutina a defraudados de la política de muy diverso signo fascinados por sus mensajes.
FENÓMENO FAN
Alma máter y líder todopoderoso, Santiago Abascal reúne todos los ingredientes para haber vuelto a poner de moda el fenómeno fan: imagen, personalidad y un pasado épico marcado por el terrorismo en el País Vasco.
Presidente del partido, candidato a la Presidencia del Gobierno y director de la campaña electoral causa sensación allá dónde va. Sale de los mítines rodeado de escoltas y, sobre él, manos y manos que le quieren saludar y que, en ocasiones, se conforman solo con tocarle. Grupos de simpatizantes le jalean tanto dentro como fuera de los escenarios.
Un modelo claro de personalismo político necesario para un partido que, aunque nació hace seis años, aún está en ciernes con cuestiones importantes pendientes por resolver.
Definir cómo llevar adelante sus «100 medidas para la España Viva», ampliar la estructura interna con profesionales y técnicos que puedan asesorar en todos los sectores más allá de los sonados fichajes electorales de militares o exdirigentes del PP y despejar definitivamente las posibles dudas sobre su financiación son asuntos que la formación deberá afrontar antes o después.
Pero en Vox saben que hoy la urgencia y el reto es otro: el primer triunfo nacional y, para ello, han apostado todo al líder y a sus ideas provocadoras y extremas.
BASTA YA DE CORRECCIÓN POLÍTICA
«La corrección política se ha llevado por delante el sentido del humor y pretenden que no hablemos como los españoles de a pie. En Vox seguiremos hablando claro para que todos nos entiendan», afirma.
Ese es su estilo y hace gala de ello. Es marca de la casa. Con sus mensajes claros, contundentes y simplistas sobre la inmigración, Cataluña, la violencia de género, las armas, la memoria histórica o las subvenciones a los partidos ha logrado capitalizar el descontento de la derecha, atraerse a sectores de la izquierda y sumar un heterogéneo nicho de votantes.
Provocadores y polémicos, se atreven con propuestas perfectamente pensadas y dirigidas a la confrontación, una confrontación buscada para generar debate y concentrar todos los focos de atención, y no le duelen prendas para tildar con solo dos palabras a sus rivales directos: «derechita cobarde» el PP y «veleta naranja» Ciudadanos, con quienes mantiene una ardua lucha para hacerse con el denominado voto útil.
LA ESTRATEGIA ANDALUZA
Les salió bien en Andalucía y quieren repetir éxito. Vox logró en las elecciones andaluzas transformar la necesidad en virtud y hacerse con una docena de escaños en el Parlamento regional que a la postre se demostraron vitales para desalojar a los socialistas de la Junta tras cerca de cuatro décadas de hegemonía.
Pero lo que es aún más relevante, su gran golpe le abrió las puertas a una escena política que se le resistía una y otra vez. Y lo consiguió de una forma inusual hasta entonces en España.
Frente al desinterés de los medios de comunicación por sus candidatos, basó su campaña en continuos actos públicos a los que convocaban a través de las redes sociales, las mismas que luego le servían de altavoz de sus mensajes políticos.
Una estrategia al margen de los conductos tradicionales a la que ha confiado también su destino en las generales y que recuerda a la que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca. No en vano, el jefe de campaña del presidente estadounidense no fue otro que Steve Bannon, con el que Abascal también se ha asesorado.
Vox centra así sus esfuerzos en actos del líder y sus más estrechos colaboradores, Javier Ortega Smith, Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, por todas las provincias, con tres o cuatro grandes convocatorias en plazas importantes para el partido como Madrid, Valencia o Toledo, y en entrevistas muy, muy, muy escogidas en medios de comunicación, que ahora sí los quieren.
LA IMPORTANCIA DE LA SIMBOLOGÍA
Y como apertura oficial de la campaña: Covadonga. Allí donde don Pelayo derrotó a las tropas musulmanas en el año 722 en un batalla que dio origen a la Reconquista, a la que tantas veces apela Vox convirtiéndola en uno de sus grandes símbolos.
Abascal y los suyos han sabido envolverse y hasta apropiarse de símbolos patrios. Ha hecho suya la bandera de España y algunos episodios de su historia. El himno nacional suena en sus encuentros con los jóvenes. España está en sus eslóganes: «La España Viva», «Pasión Española», «Cañas por España» y «Por España», este último el seleccionado como lema de la campaña.
«Es nuestra razón de ser», afirma reiteradamente su presidente, tanto que se enuncia como el primero de los diez «mandamientos» del Código Ético del partido: «La principal y primera razón del cargo es el amor a España y su defensa hasta las últimas consecuencias», dice el manual de normas de conducta.
Como cualquier proyecto de envergadura, Vox convierte en hitos lo que considera sus grandes «hits». El 7 de octubre de 2018 llena la simbólica plaza de toros de Vistalegre, el 2 de diciembre logra una representación sin precedentes en las andaluzas, el 6 de abril presenta las candidaturas, que encabezan Abascal y la mayoría de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, y hasta marca ya el 28A como fecha histórica.
BUENAS EXPECTATIVAS: EL GOLPE YA ESTÁ DADO
Y es que, según las encuestas preelectorales, parece más que claro que entrará por primera vez en el Congreso de los Diputados. No lo está tanto, sin embargo, el número de escaños que ocupará en la carrera de San Jerónimo. La horquilla en la que se mueve es muy amplia.
Hay sondeos que le conceden hasta medio centenar de asientos, otros una treintena y los menos favorables rebajan las expectativas a la quincena, en principio suficiente para tener grupo parlamentario propio.
En lo que todos coinciden es en el debut de Vox, en que posiblemente condicionará la formación de gobierno y en que el gran golpe en la política española ya está dado.
Editorial