LA FRASE: «La Guardia Civil, junto con la Fiscalía y diez fotografías de una mala actuación el 1-O hacen un delito de sedición».
Fue lo que, según un alto mando policial, dijo el mayor de Mossos Josep Lluis Trapero en una reunión de la cúpula de los Mossos d’Esquadra el día después del 1-O.
LA IMAGEN: La de los acusados inquietos.
Acostumbrados ya a ver a buena parte de ellos entretenidos en sus lecturas o absortos en sus pensamientos, hoy el Salón de Plenos del alto tribunal ha sido testigo de sus numerosos movimientos, muecas de incomodidad o consultas con sus abogados, con negaciones de cabeza o sonrisas irónicas cuando no les cuadraba alguna respuesta del número dos de la investigación policial del 1-O, sobre todo si se refería a ellos.
Todos menos el exvicepresident Oriol Junqueras, que como es habitual se ha mantenido ajeno a lo que ocurría en el juicio mientras se afanaba con sus documentos, sin levantar la mirada.
EL PROTAGONISTA: El número dos de la investigación policial del 1-O ha hecho que el Supremo vuelva a revivir los orígenes del «procés», algo olvidados tras una temporada de relatos de hostigamiento del 1-O.
El comandante de la Guardia Civil ha resucitado dos documentos clave para la Fiscalía incautados al número dos de Junqueras, la agenda Moleskine y el Enfocats, y ha ido destacado la importancia de algunos acusados como los Jordis o la expresidenta del Parlament Carme Forcadell en el proceso unilateral a la independencia.
También ha rescatado nombres como la secretaria general de ERC, Marta Rovira, presente en encuentros clave con miembros del Govern y los Jordis; la ex diputada de la CUP Anna Gabriel que en una reunión pidió conocer el protocolo de mossos en caso de detener a alcaldes independentistas; o el del mayor Trapero, parte «imprescindible» en la estrategia independentista.
LA ANÉCDOTA: Aparte de lo anecdótico que puede suponer que el juicio se esté celebrando en plena Semana Santa, hoy un locuaz antidisturbios ha desentonado con el tono formal de las declaraciones del Supremo con frases demasiado coloquiales que han acabado incomodando al juez Manuel Marchena, que ha tenido que cortarle varias veces.
El agente se ha recreado en detalles como que su madre se tuvo que duchar 200 veces el 1-O por los insultos que le profirieron, que una activista de apenas 40 kilos «era una tigresa» a la que no podían sacar de la puerta de un colegio o que una pareja de mossos se «escondió en unos setos».
O lo que le dijo una mujer a quien la vida ha tratado «amablemente» porque iba «bien peinada, bien vestida», que se tapó la nariz y protestó por lo mal que olían los policías: «Menos mal que con la República ya no vais a venir más».
AGENDA: El juicio continúa mañana a las 10.00 horas con otra tanda de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), los conocidos como antidisturbios de la Policía Nacional.
Redacción